Ella nos remite de manera directa y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad...
María, Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón. Un corazón que arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría.
La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de su Madre.
Por ello, nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María. Esto se hace evidente en la liturgia, al celebrar ambas fiestas de manera consecutiva, viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al domingo del Corpus Christi.
La vida de Don Orione está marcada por la confianza y el abandono total en la DIVINA PROVIDENCIA y es en este contexto que ve a María como “Madre de la Divina Providencia”, pues es ella la figura maternal que intercede, la que acerca, la que lleva a Jesús y por lo tanto la que ayuda a cada hombre, a cada mujer, joven, niño o anciano.
María es la creatura más humilde y la más abandonadamente activa en las manos de la Divina Providencia. La tácita respuesta al ángel cuando se limitó a decirle "fiat secundum verbum tuum" manifestaba la experiencia religiosa del pueblo de Israel vuelta a lo esencial: la obediencia a Dios y el amor al prójimo. Al "fiat mihi" de María corresponde el "fiat voluntas tua" de Jesús, y aquél de cada cristiano que, con la oración y la vida se dirige al "Padre Nuestro".
"¡Fiat! Es una pequeña palabra, dulce refugio levantado por el buen Dios en medio de este desierto tan árido y difícil de atravesar que se llama vida. ¡Fiat! Esta palabra no puede decirse más que a Tí, oh mi Dios, porque sólo a Tí podemos plenamente confiarnos, dedicarnos, abandonarnos enteramente". (108)
Como María, Don Orione no ve otra cosa, no quiere otra cosa: ¡servir, amar, hacer la voluntad de Dios!
"Ya otras veces les he dicho -hablaba a sus clérigos- que para amar verdaderamente al Señor, a la Virgen, a las cosas santas, a la Iglesia, es necesario hacerse casi una fijación... ¿Saben qué significa estar fijo en una cosa? Quiere decir no ver otra cosa, no amar otra cosa, no querer otra cosa que aquélla...
Nosotros debemos estar centrados únicamente en aquello que mira al amor y la gloria de Dios y de la Virgen Santísima y a la salvación de las almas... ¿Cuál era la actitud de la Virgen hacia Jesús? Ustedes lo saben: ¡no vivía más que para él! No hablaba sino de Él y para Él, sufría y rogaba con gusto por Él; diría, pensaba aquello que pensaba Jesús -si le hubiese sido posible- su amor deseaba tanto estar cercano en sentimientos, pensamientos y afectos a los de Jesús... vivir al unísono, en todo, con Jesús". (109) Don Orione vivió de María -contemplativa y activa por excelencia- la actitud espiritual fundamental: "Soy la servidora del Señor: se cumpla en mí según tu palabra" (Lc. 1,38).
Cuando se concluye una reflexión sobre cosas de la fe, sobre la vida cristiana, es casi instintivo repensar todo mirando a María, y darse cuenta -si no se ha caído en algún racionalismo gratuito o en un sentimentalismo superficial- que "en María ha sucedido así".
En la experiencia de humildad de hijo, que "hace la voluntad del Padre" y que por amor sirve a los hermanos también se reconoce la impronta mariana más profunda de la vida de Don Orione.109
Hoy, entonces, ofrezcamos nuestro corazón a la Virgen Santísima, para que florezcan flores de virtudes y de santidad. Ella debe ser nuestro modelo: ¿fue la criatura más humilde, y por eso fue elevada a la dignidad más alta de las criaturas...nosotros qué pensamos hacer por la Virgen? ¿Qué le ofreceremos nosotros? Por mi parte, que ahora tengo la gracia de hablarles de su devoción, no puedo ofrecerle más que todo mi corazón y toda mi vida: vida de bien, vida de mal. Sí, porque debemos ofrecerle a María también nuestra miseria, nuestras debilidades. Ofrezcámosle a todos nosotros mismos y, si no tenemos flores que ofrecer, ofrezcámosle las ortigas de nuestro corazón. ¡Ella tendrá compasión y, viendo que, a pesar de tanta miseria, hay en nosotros un fondo de buena voluntad, las transformará en flores...
¡María, María dulce! ¡Oh esperanza! ¡Oh esperanza! He aquí las gotitas de su materno llanto que descienden como rocío en las tierras santificadas por el sacrificio, y de las espinas brotan las rosas alrededor del árbol del amor. curvado sobre tu trabajo, con la frente bañada de sudor y lágrimas en el corazón, recoge, oh trabajador cristiano, las rosas de María, que florecen también para ti, más bien para ti las más hermosas. Adorna el taller y encontrarás la justicia; llena de flores la casa y la transformarás en un templo de paz, de alegría, de honor, con María..." DON ORIONE 2
1 Aciprensa
2 Messaggi Di Don Orione
108. Don Orione. La scelta dei poveri più poveri, o. c., p. 144-146.
109. Don Orione nella luce di Maria II, p. 775.
