SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


jueves, 16 de noviembre de 2023

MONSEÑOR FRANCISCO VINCENTIN SU ENCUENTRO CON DON ORIONE

 

Del testimonio de Mons. Francisco Vicentín, primer arzobispo de Corrientes, para la causa de beatificación de Don Orione. Tomado el 17 de noviembre de 1964.

Encuentro con Don Orione

            Conocí a Don Orione en 1934, cuando vino a la Argentina para el Congreso Eucarístico Internacional. Me lo encontré luego, durante una audiencia con el Nuncio Apostólico, Mons. Filippo Cortesi. Yo también estaba presente. Mons. Cortesi estaba preocupado por las condiciones del Santuario de Itatí y pensaba de confiarlo, para el cuidado espiritual, a una Congregación religiosa. Enseguida pensó en Don Orione, a quien él conocía bien. Don Orione acepto con gusto la llamada del Nuncio y acogió la propuesta que le fue hecha de aceptar aquel Santuario, diciendo: “Yo estoy aquí en presencia del representante del Santo Padre y, aun cuando no pueda disponer de muchos religiosos, este es para mí una orden del Señor”, y cayendo de rodillas delante del Nuncio, “como haría – continuo – en la presencia del Señor”. A causa de esto, después de alrededor de dos años, fue mi huésped en Corrientes por poco tiempo. Recuerdo que antes de retirarse a su habitación quería hacer una visita al Santísimo en una iglesia vecina, y luego retomar su viaje a Itatí a la mañana siguiente bien temprano.

La fe de Don Orione

            Sobre la fe de Don Orione quiero recordar algunas palabras suyas, las cuales demuestran la fe firme que él tenía: “Si no hiciésemos – decía – todo aquello que podemos, el Señor está obligado a hacer el resto”. Advertí también en él una devoción filial a la Virgen: en Itatí sé que estuvo rezando por largo tiempo delante de la imagen de la Virgen y sé también que frecuentemente tenía en sus labios estas expresiones: “La Santa Madonna” (La Virgen Santa) y algunas veces “La Madonnina” (La Virgencita”).

El Cottolengo de San Miguel

            A propósito de la caridad de Don Orione quiero recordar que, a poca distancia de Buenos Aires y precisamente en San Miguel, un señor visito al Siervo de Dios buscando consejo sobre cosas que reguardaban a su conciencia. Don Orione lo escucho pacientemente, pero cuando aquel señor le aludió que estaba por abrir una casa de mala fama, Don Orione tuvo un arrebato de indignación y le dijo: “¡Esto no!”. Entonces el señor le ofreció aquella casa a Don Orione, quien de aquella casa de pecado hizo una casa de caridad. Este hecho me lo conto el mismo Don Orione. Tuve también ocasión de visitar algunas veces algunas casas de caridad, como el Cottolengo de Claypole, y he notado, admirándolos, que sus religiosos conservan el espíritu de caridad hacia los asistidos que su fundador misma tenia y el cual quería se inspirasen sus hijos.

Pobreza y servicio a los pobres

            En las instituciones fundadas por Don Orione, que pude visitar, siempre me ha impactado la pobreza que las distinguían y el espíritu de pobreza que animaba al personal encargado de los asistidos

Don Orione, un verdadero hombre de Dios

            De cuanto he podido conocer de Don Orione, es mi firme convicción que el Siervo de Dios haya practicado las virtudes cristianas en modo verdaderamente heroico. Él era un verdadero hombre de Dios.

La fama de Santidad




            Con toda seguridad puedo afirmar que Don Orione gozaba en Argentina, y todavía goza, de fama de santidad. Muchas veces tuve ocasión de escuchar este juicio de varias personas directamente. Personalmente yo estoy más que convencido de la santidad de Don Orione y espero verla pronto reconocida y proclamada solemnemente por la Iglesia…

Fuente: Sacra Congregatio Pro Causis Sanctorum, Beatificationis et canonizationis servi Dei Aloisii Orione sacerdotis professi fundatoris Congregationis Filiorum Divinae Providentiae et Parvarum Sororum Missionariarum a caritate. Positio super virtutibus, Roma, Postulazione della Piccola Opera della Divina Provvidenza, 1976, 639-640.

Traduccion y titulos: P. Facundo Mela FDP

Y... AQUEL 17 DE NOVIEMBRE .... UN SINGULAR ENCUENTRO



EN ARGENTINA LA VIRGEN DE LA GUARDIA

 Don Luis Orione había viajado a la Argentina por invitación de Mons. Silvani, a quien había conocido en Italia. En la carta de invitación le decía: “Aquí hay para elegir. "pero venga, venga pronto, en noviembre, que en Argentina es el mes de la Virgen María y de las flores. Aquí no hay nada para los pobres, no hay nada para los niños abandonados, para los desamparados…”

Monseñor Francisco Alberti, Obispo electo de La Plata, le costea el viaje y se encarga de conseguirle una buena residencia, lo más cercana posible a la capital argentina; desde hacía unos meses, Don Orione se encontraba en Brasil, acompañando a sus religiosos que años atrás habían comenzado una misión allí. De modo que al recibir la carta, acepta la propuesta, incluso con la idea de participar de la peregrinación anual de italianos al Santuario de Luján, a la que también había sido invitado. Todo se pone en marcha rápidamente y el día 8 de noviembre se embarcó en la nave inglesa “Deseado”, pero por inconvenientes con su pasaporte, debió quedarse en Montevideo.
La tan inesperada como breve estadía de Don Orione en Uruguay, le sirvió para conocer al Arzobispo de Montevideo, Mons. Juan Aragone, quien le propuso lugares para comenzar su obra allí. Este ofrecimiento, si bien no pudo ser aceptado por escasez de personal religioso, quedaría como una puerta abierta muy interesante hacia una futura presencia de la Obra en aquel país.

Finalmente, la noche del domingo 13 de noviembre de 1921 Don Orione desembarca en el puerto de Buenos Aires. Lo recibe Mons. Silvani, y lo acompaña hasta la casa de los Padres Redentoristas, anexa a la Iglesia de las Victorias, en pleno centro de Buenos Aires. Allí se traslada con sus sueños a cuesta, con incertidumbres y expectativas alimentadas a base de una gran certeza: Dios sabía muy bien lo que estaba haciendo…
 también se habla de ofrecerle un orfelinato en Mar del Plata, una colonia agrícola en Pergamino…
A los pocos días, Mons. Alberti, lo recibe en audiencia en La Plata y le ofrece hacerse cargo de la capellanía de Victoria, que pertenecía a la Parroquia Ntra. Sra. de Aranzazu de San Fernando. En efecto, el templo había terminado de construirse en 1913, a partir de un terreno donado a fines del siglo XIX. Su inauguración como capilla la había tenido en mayo de 1920, pero el P.Maximino Pérez –párroco del San Fernando- no podía atenderla en forma regular por falta de sacerdotes. 

Cuatro individuos atraviesan los pórticos de madera de una iglesia, prácticamente en estado de abandono, ubicada en un pueblo de la provincia de Buenos Aires, llamado Victoria.
 Una vez en su interior, echan a caminar muy lentamente por la nave central, rumbo al altar mayor, intentando observar con detenimiento cada detalle del edificio. Es el mes de noviembre de 1921.

De pronto, uno de ellos que es sacerdote, se separa del resto, y hasta parece haber perdido la compostura. Se lo ve como exaltado primero, conmovido y arrodillado después, frente a una imagen de la Virgen, elevando los brazos y, diciendo en alta voz: “¿Es que no lo ven?; ¡Es la Virgen de la Guardia!”… palabras encendidas que salen de la boca de este sacerdote, no tan conocido hasta ese momento, cuyo nombre es Luis Orione.
Su aspecto se había transformado ese día. El dolor de muelas que hasta ese momento lo tenía a mal traer es como si hubiese desaparecido de un plumazo, y el fervor alegre vuelve a animar su espíritu inquieto y emprendedor, que le hace decir: “Vine a la Argentina con la intención de edificar una iglesia a la Virgen; pero la Virgen fue más diligente que yo y me la da ya hecha. Cuando partí de Génova prometí consagrarle todas mis obras en América y ahora me siento feliz de verla honrada aquí”
esta advocación de la Virgen inspiraba en él una devoción profunda a tal punto que deseaba desde hacía tiempo levantarle un santuario en su querida Tortona (Italia), cosa que más tarde lograría.

 Al encontrarse con esa imagen el 17 de noviembre de 1921, comprendió que ése era el lugar indicado para comenzar su obra en estas tierras y aceptó el ofrecimiento sin dudarlo un instante. Dios se lo estaba señalando y la realidad misma del lugar lo movía a compromiso: "Victoria tendrá unas 400 almas y los domingos concurren a Misa entre 50 y 60 personas. Una de las razones por las que preferí Victoria a otros lugares bajo varios aspectos mucho mejores, fue precisamente porque éste se me presentó como un pueblo completamente abandonado…La población está formada en su mayor parte por ferroviarios, gente que no es estable, que generalmente está inscripta en el registro de los partidos más avanzados; Algunos padres arrancaron de las manos de sus hijos las medallitas que les hemos regalado nosotros… Hasta hoy no tengo dinero, pero la Virgen Santísima lo mandará, porque eso también es necesario y Ella lo proveerá. Dios no nos abandonará, si somos suyos y si vivimos humildes y pobres", comentó en una de las cartas que enviara a sus hermanos sacerdotes que permanecían en Italia.

  Fueron testigos de aquel singular encuentro entre el Padre Orione y la imagen de la Virgen, Monseñor Maurilio Silvani, secretario de la Nunciatura Apostólica; el presbítero Maximino Pérez, párroco de San Fernando y el Dr. Tomás R. Cullen Crisol, conocido vecino de Victoria.
La providencial presencia de aquella bella imagen había tenido que ver con la iniciativa de don Francisco Cervetto, vecino destacado de la incipiente comunidad, quien la había mandado traer desde Génova. Lo que seguramente jamás habría imaginado es que al poco tiempo un santo se inclinaría extasiado a los pies de esa imagen de la Virgen y que el templo, recientemente inaugurado, habría de ser puesto, algún día, bajo su advocación.
Inmediatamente, escribió a su Obispo de Tortona, contándole las novedades y explicándole que “es Dios el que me empuja a hacer lo que hago, a pesar de tantas dificultades e incomprensiones… es la Virgen que me lleva a hacer obras que no son mías”. Sólo así se explica cómo un hombre que estaba enfermo del corazón y que tenía dificultades para caminar a causa de una lumbalgia, continuara extendiendo sus esfuerzos hasta el máximo y realizando cosas que desde fuera pudieran juzgarse como insensatez

Al padre Sterpi –su colaborador más directo en Italia– le envió una carta pidiéndole que le envíe cuanto antes un grupo de religiosos a fin de atender las nuevas necesidades que se planteaban. A uno de sus sacerdotes que estaban en Italia, el padre José Zanocchi, le había escrito lo siguiente: "Querido Don Zanocchi, me has preguntado si ahora que murió tu padre puedes venir tú también a las misiones. Pues sí, la tuya es una verdadera inspiración de Dios... ¡Reza y prepárate...!".