Del testimonio de Mons. Francisco Vicentín,
primer arzobispo de Corrientes, para la causa de beatificación de Don Orione.
Tomado el 17 de noviembre de 1964.
Encuentro con Don Orione
Conocí a Don Orione en 1934, cuando vino a la Argentina para el Congreso
Eucarístico Internacional. Me lo encontré luego, durante una audiencia con el
Nuncio Apostólico, Mons. Filippo Cortesi. Yo también estaba presente. Mons.
Cortesi estaba preocupado por las condiciones del Santuario de Itatí y pensaba
de confiarlo, para el cuidado espiritual, a una Congregación religiosa. Enseguida
pensó en Don Orione, a quien él conocía bien. Don Orione acepto con gusto la
llamada del Nuncio y acogió la propuesta que le fue hecha de aceptar aquel
Santuario, diciendo: “Yo estoy aquí en presencia del representante del Santo
Padre y, aun cuando no pueda disponer de muchos religiosos, este es para mí una
orden del Señor”, y cayendo de rodillas delante del Nuncio, “como haría –
continuo – en la presencia del Señor”. A causa de esto, después de alrededor de
dos años, fue mi huésped en Corrientes por poco tiempo. Recuerdo que antes de
retirarse a su habitación quería hacer una visita al Santísimo en una iglesia
vecina, y luego retomar su viaje a Itatí a la mañana siguiente bien temprano.
La fe de Don Orione
Sobre la fe de Don Orione quiero recordar algunas palabras suyas, las
cuales demuestran la fe firme que él tenía: “Si no hiciésemos – decía – todo
aquello que podemos, el Señor está obligado a hacer el resto”. Advertí también
en él una devoción filial a la Virgen: en Itatí sé que estuvo rezando por largo
tiempo delante de la imagen de la Virgen y sé también que frecuentemente tenía
en sus labios estas expresiones: “La Santa Madonna” (La Virgen Santa) y algunas
veces “La Madonnina” (La Virgencita”).
El Cottolengo de San Miguel
A propósito de la caridad de Don Orione quiero recordar que, a poca
distancia de Buenos Aires y precisamente en San Miguel, un señor visito al
Siervo de Dios buscando consejo sobre cosas que reguardaban a su conciencia.
Don Orione lo escucho pacientemente, pero cuando aquel señor le aludió que
estaba por abrir una casa de mala fama, Don Orione tuvo un arrebato de
indignación y le dijo: “¡Esto no!”. Entonces el señor le ofreció aquella casa a
Don Orione, quien de aquella casa de pecado hizo una casa de caridad. Este
hecho me lo conto el mismo Don Orione. Tuve también ocasión de visitar algunas
veces algunas casas de caridad, como el Cottolengo de Claypole, y he notado,
admirándolos, que sus religiosos conservan el espíritu de caridad hacia los
asistidos que su fundador misma tenia y el cual quería se inspirasen sus hijos.
Pobreza y servicio a los pobres
En las instituciones fundadas por Don Orione, que pude visitar, siempre
me ha impactado la pobreza que las distinguían y el espíritu de pobreza que
animaba al personal encargado de los asistidos
Don Orione, un verdadero hombre de Dios
De cuanto he podido conocer de Don Orione, es mi firme convicción que el
Siervo de Dios haya practicado las virtudes cristianas en modo verdaderamente
heroico. Él era un verdadero hombre de Dios.
La fama de Santidad
Con toda seguridad puedo afirmar que Don Orione gozaba en Argentina, y
todavía goza, de fama de santidad. Muchas veces tuve ocasión de escuchar este
juicio de varias personas directamente. Personalmente yo estoy más que
convencido de la santidad de Don Orione y espero verla pronto reconocida y
proclamada solemnemente por la Iglesia…
Fuente: Sacra Congregatio Pro
Causis Sanctorum, Beatificationis et canonizationis servi Dei Aloisii Orione
sacerdotis professi fundatoris Congregationis Filiorum Divinae Providentiae et
Parvarum Sororum Missionariarum a caritate. Positio super virtutibus, Roma, Postulazione della Piccola Opera della Divina
Provvidenza, 1976, 639-640.
Traduccion y titulos: P. Facundo Mela FDP
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