La tan inesperada como breve estadía de Don Orione en Uruguay, le sirvió para conocer al Arzobispo de Montevideo, Mons. Juan Aragone, quien le propuso lugares para comenzar su obra allí. Este ofrecimiento, si bien no pudo ser aceptado por escasez de personal religioso, quedaría como una puerta abierta muy interesante hacia una futura presencia de la Obra en aquel país.
A los pocos días, Mons. Alberti, lo recibe en audiencia en La Plata y le ofrece hacerse cargo de la capellanía de Victoria, que pertenecía a la Parroquia Ntra. Sra. de Aranzazu de San Fernando. En efecto, el templo había terminado de construirse en 1913, a partir de un terreno donado a fines del siglo XIX. Su inauguración como capilla la había tenido en mayo de 1920, pero el P.Maximino Pérez –párroco del San Fernando- no podía atenderla en forma regular por falta de sacerdotes.
Su aspecto se había transformado ese día. El dolor de muelas que hasta ese momento lo tenía a mal traer es como si hubiese desaparecido de un plumazo, y el fervor alegre vuelve a animar su espíritu inquieto y emprendedor, que le hace decir: “Vine a la Argentina con la intención de edificar una iglesia a la Virgen; pero la Virgen fue más diligente que yo y me la da ya hecha. Cuando partí de Génova prometí consagrarle todas mis obras en América y ahora me siento feliz de verla honrada aquí” esta advocación de la Virgen inspiraba en él una devoción profunda a tal punto que deseaba desde hacía tiempo levantarle un santuario en su querida Tortona (Italia), cosa que más tarde lograría.
Al encontrarse con esa imagen el 17 de noviembre de 1921, comprendió que ése era el lugar indicado para comenzar su obra en estas tierras y aceptó el ofrecimiento sin dudarlo un instante. Dios se lo estaba señalando y la realidad misma del lugar lo movía a compromiso: "Victoria tendrá unas 400 almas y los domingos concurren a Misa entre 50 y 60 personas. Una de las razones por las que preferí Victoria a otros lugares bajo varios aspectos mucho mejores, fue precisamente porque éste se me presentó como un pueblo completamente abandonado…La población está formada en su mayor parte por ferroviarios, gente que no es estable, que generalmente está inscripta en el registro de los partidos más avanzados; Algunos padres arrancaron de las manos de sus hijos las medallitas que les hemos regalado nosotros… Hasta hoy no tengo dinero, pero la Virgen Santísima lo mandará, porque eso también es necesario y Ella lo proveerá. Dios no nos abandonará, si somos suyos y si vivimos humildes y pobres", comentó en una de las cartas que enviara a sus hermanos sacerdotes que permanecían en Italia.
La providencial presencia de aquella bella imagen había tenido que ver con la iniciativa de don Francisco Cervetto, vecino destacado de la incipiente comunidad, quien la había mandado traer desde Génova. Lo que seguramente jamás habría imaginado es que al poco tiempo un santo se inclinaría extasiado a los pies de esa imagen de la Virgen y que el templo, recientemente inaugurado, habría de ser puesto, algún día, bajo su advocación.
Al padre Sterpi –su colaborador más directo en Italia– le envió una carta pidiéndole que le envíe cuanto antes un grupo de religiosos a fin de atender las nuevas necesidades que se planteaban. A uno de sus sacerdotes que estaban en Italia, el padre José Zanocchi, le había escrito lo siguiente: "Querido Don Zanocchi, me has preguntado si ahora que murió tu padre puedes venir tú también a las misiones. Pues sí, la tuya es una verdadera inspiración de Dios... ¡Reza y prepárate...!".
No hay comentarios:
Publicar un comentario