En Don Orione, para decirlo con el “Documento de
Puebla” siempre se dió “Una Opcion Preferencial por los Pobres”. Se siente
identificado con los obreros, los campesinos, los más marginados; ellos son los
“tesoros de la Iglesia”, los “preferidos de Cristo”
Su acción se desplegó entre el pueblo pobre y no sólo
lo motiva la situación de miseria moral y material que éste vivía sino también
su profundo convencimiento de que los pobres son los nuevos protagonistas de la
historia, son los que harán el mundo que viene, y lo harán con Cristo o sin
Cristo, de allí su grito angustioso: “¿Qué
hicimos por el pueblo?, y su consigna: “Es necesario ir al pueblo,
sacrificarse, matarse, pero hacerlo cristiano...”
“... ¡Hagámonos apóstoles! El mundo necesita
apóstoles. Cuántos se hubieran salvado de haber encontrado un apóstol con el
pecho pletórico de la caridad de Dios y de ¡os hombres. ¡Hagámonos apóstoles!.
¡Trabajemos y oremos!... Los buenos podrían trabajar más. Ninguno debe
encerrarse en su casa, ninguno debe conformarse con mirar desde la ventana, con
la nariz apoyada en los vidrios, al que se precipita de cabeza en la ruina: eso
sería crueldad, egoísmo. ¡Dios está con nosotros! Si la casa se Incendia ¿nos
quedaremos mirando? El trabajo es la gran ley constitutiva del género humano:
¡Laboremus! ¡Laboremus! Trabajamos para salvar a todos. ¡Hagámonos apóstoles!”
(“La Va¡ Staffora”, de Cegni, 15.51.1919).13
Por tanto su Instituto tendrá como destinatario a los
más humildes, él lo dejó escrito de puño y letra y así quedó consignado en el
artículo más importante de nuestras Constituciones:
“…Quede, por tanto, bien determinado que la Pequeña
Obra... “Es para los pobres”, en ¡os cuales ve y sirve a Nuestro Señor
Jesucristo…”
“Con cada obra de misericordia”: El medio por excelencia
para evangelizar a los pueblos es la Caridad (lo hemos visto en el cap. III),
particularmente en su aspecto misericordioso.
Convencido que es el Amor el motor de la historia y no
el odio se lanza con todas las fuerzas de su ser y mediante múltiples obras
concretas a proclamar este mensaje de Amor. Frente a las ideologías, ya sea la
“liberal” (despreocupada de los pobres) o la “marxista” (con su propuesta
revolucionaria violenta), Don Orione porta un mensaje -concretizado en sus
fundaciones- de amor y fraternidad:
“…En Nombre de la Divina Providencia, he abierto los
brazos y el corazón a sanos y enfermos, de cualquier edad, de cualquier
religión, de cualquier nacionalidad: a todos he querido dar, el pan del cuerpo,
el bálsamo divino de la fe, pero especialmente a nuestros hermanos que más
sufren y que están abandonados. Tantas veces he sentido a Jesucristo junto a
mí, tantas veces lo he como vislumbrado, a Jesús, en los más rechazados y en
los más infelices…”15
Su obra cumbre es el llamado “Pequeño Cottolengo”,
destinado a los pobres más pobres, a los abandonados y marginados por la
sociedad cada día más materialista y consumista; su único apoyo es la Divina
Providencia.
En el Pequeño Cottolengo (obra de madurez) Don Orione
ha logrado una síntesis vital, concreta y palpable de la acción de la
Providencia en el mundo, testimonio preclaro de la fuerza del Evangelio que es
la fuerza del Amor.
“Con la intención de ayudar a consolidar, dentro de la
Santa Iglesia, la unidad de los hijos con el Padre, y fuera de dia, reconstruir
la unidad desgarrada con el Padre”:
La reconstrucción de la UNIDAD es la meta definitiva
de todo su proyecto, puesto que es el último fin de la Divina Providencia (plan
de Dios). Esa unidad ha de darse primeramente en el interior de la Iglesia y
luego en todo el mundo.
Él lo formula con la frase “Instaurare omnia in
Christo”, todas las cosas han de ser unificadas en Cristo, en una sola Cabeza,
bajo un solo Pastor.