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misa en Capilla Ntra Sra de Itati Ba.Maria Cristina |
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Capilla San Blas |
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Domingo de Ramos en Capilla Sagrado Corazón |
DOMINGO DE RAMOS
Las palmas benditas recuerdan las palmas y ramos de olivo
que los habitantes de Jerusalén batían y colocaban al paso de Jesús, cuando lo
aclamaban como Rey y como el venido en nombre del Señor.
Las palmas benditas no son cosa mágica. Las palmas benditas
que recogemos cada Domingo de Ramos en las Iglesias Católicas significan que
con ellas proclamamos a Jesús como Rey de Cielos y Tierra, pero -sobre todo-
que lo proclamemos como Rey de nuestro corazón.
Y ¿cómo es ese Reinado de Jesús en nuestro corazón?
Significa que lo dejamos a El reinar en nuestra vida; es decir, que lo dejamos
a El regir nuestra vida. Significa que entregamos nuestra voluntad a Dios, para
hacer su Voluntad y no la nuestra. Significa que lo hacemos dueño de nuestra
vida para ser suyos.
Así el Reino de Cristo comienza a estar dentro de nosotros
mismos y en medio de nosotros, pues el Reino de Cristo va permeando
paulatinamente en medio de aquéllos -y dentro de aquéllos- que acogen la Buena
Nueva, es decir, su mensaje de salvación para todo el que crea que El es el
Mesías, el Hijo de Dios, el Rey de Cielos y Tierra. Así nos preparamos
adecuadamente para cuando Cristo venga glorioso entre las nubes a establecer su
Reinado definitivo.
Los súbditos de ese Rey, su pueblo, somos todos los que
hayan cumplido la Voluntad de Dios, todos los santos, todos los salvados por la
sangre de ese Rey derramada en la cruz.
Por todo esto, Jesús nos enseñó a orar así en el Padre
Nuestro: “venga a nosotros tu Reino”. Y por eso en cada Misa, después de que el
pan y el vino son transformados en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, toda la
asamblea anuncia la muerte de Jesús, proclama su resurrección gloriosa y
terminamos la Aclamación Eucarística diciendo todos a una voz: “Ven Señor
Jesús”. Y con esta frase, que es la última de toda la Sagrada Escritura,
estamos pidiendo la pronta venida de Jesús para instaurar su Reino definitivo,
en el que seguirá siendo el Rey.
fuenteDiscipulos misioneros
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