La devoción a los ángeles tiene su origen en la liturgia como en la oración privada. Siempre aparecen sujetos a Dios, creados por Él para que sean sus mensajeros y guías para los hombres, ningún ángel debe ser venerado de manera superior a Dios, La fiesta de los Ángeles Custodios se celebra desde el año 1.608.
"Ángeles del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y glorifíquenlo eternamente" Dn 3,58
La fiesta del 29 de septiembre nos asociaba a los
ángeles en aquello que es lo fundamental de su vocación. Pero la Memoria de los
Ángeles Custodios nos trae también el recuerdo de otra función de los ángeles:
la de mantener cerca de los hombres una presencia fraternal. En efecto: «Dios,
en su Providencia amorosa, se ha dignado enviar para nuestra custodia a sus
santos ángeles». El Antiguo Testamento evoca con frecuencia la intervención de
algún ángel para guiar a los patriarcas en sus peregrinaciones o para proteger
al pueblo de Dios cuando éste entra en la tierra de Canaán; y el Salmo 90 nos
hace cantar: "A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en sus
caminos. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la
piedra". También Jesús hablaría de esa asistencia, de los ángeles. Al
recordar la dignidad de los niños, declara: «Sus ángeles están viendo siempre
en el cielo el rostro de mi Padre cele...stial». Por consiguiente, apoyándonos
en sus propias palabras, le pedimos al Señor que nos veamos «Siempre defendidos
por la protección de los ángeles Y gocemos eternamente de su compañía».«Dios te
enviará a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos», dice el salmo
91. Antes, a los niños, después de enseñarles a rezar a Dios y a la Virgen
María, se les enseñaba a invocar todas las noches al ángel de la Guarda,
hermano mayor espiritual, compañero aventajado por la visión de Dios, tutor,
guía, centinela, escudo, discretísimo e invisible maestro en los peligros
cotidianos, aliento, aguijón, consejo, confidencia. Y esa figura angélica -
venerada en la Iglesia por lo menos desde hace quince siglos -, acoplada a
nuestra debilidad como un plus sobrenatural de sostén y ayuda, aunque hoy se
quiera relegar a la nursery, junto con mitos vigorosos y consoladores de hadas
y enanos buenos, sigue siendo un punto de la fe para chicos y grandes.
Delegados celestiales junto a nosotros, para creer en los custodios se necesita
la fe que hace niños; nos los imaginamos etimológicamente como mensajeros de
Dios, radiantes y halados, con una hermosura que no es de este mundo,
incondicionales del alma, dulces e inflexibles como un amigo que nos quiere
bien, soplando, como apuntadores a lo divino, las inspiraciones más altas. «Fuerte
compañía - el poeta enmendaba la jaculatoria popular - que no nos desampara ni
de día ni de noche, atentos a cada segundo, porque todos son preciosos, de
nuestra titubeante existencia, interviniendo en ella con misteriosos aletazos
que nos desconciertan. Y sabiendo que al fin nos va a presentar ante el Señor
con la serena sonrisa del trabajo bien hecho (y en silencio) para que podamos
llegar de su mano a la Ciudad de la Luz
ÁNGELES CUSTODIOS: "Voy a enviar un ángel delante de ti, para que te cuide en el camino y te conduzca al lugar que te he preparado. Pórtate bien en su presencia y obedécelo" (Ex 23, 20-21a) En la foto vemos a un Ángel de la guarda, talla en madera policromada de origen guaraní misionero del Siglo XVIII. Se encuentra en la Iglesia Matriz de Colonia del Sacramento, Uruguay.
fuente P. Miguel Berriel Perille
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