SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


domingo, 15 de diciembre de 2024

HACIA LOS BELLOS TIEMPOS DE LA IGLESIA

 


Hacia los bellos tiempos de la Iglesia

De los escritos de Don Orione. (16 de diciembre de 1921)

“Felices los ojos que vean unirse el Occidente y el Oriente para dar lugar a los mejores días de la Iglesia”, proseguía el gran Obispo.

¡Nada podrá resistir a la caridad de Jesucristo y de su vicario: ¡a la caridad de los obispos y sacerdotes que darán todo lo que poseen, y su propia, vida para ser sacrificios divinos del amor de Dios entre los hombres! Y será una caridad ilustrada, que no rechazará ni la ciencia ni el progreso, ni nada de lo que es noble y haya signado la elevación de las generaciones humanas.

Caridad alegre que nunca se turbará y que, por ser veraz y auténticamente de Dios, no despreciará a la razón sino que le dará el lugar de honor que le corresponde; y le dará más importancia a la razón de la que le han dado hasta ahora muchos de los que parecían o se decían sus defensores, cultores, y hasta adoradores. Una caridad “que no cierra puertas”, como diría nuestro Dante; una caridad divina, que edifica y unifica en Cristo; que surge de las raíces de la revelación; que saldrá de la boca de la Iglesia santa y apostólica de Roma y bajará del cielo, como río viviente, porque brota del corazón mismo de Jesús crucificado, e inaugurará, caracterizará, la época más importante, más cristiana, y más civilizada del mundo.

¡Y habrá cielos nuevos y una tierra nueva! Y la cruz brillará en el cielo de las inteligencias, y dará a los pueblos nueva luz y esplendor de vida y de gloria: brillará con luz suave e inextinguible, como Constantino la viera brillar en el firmamento de las batallas.

Y aunque la vida siempre habrá de ser una lucha constante por la virtud, la bondad, el perfeccionamiento, se transformará en un ágape fraterno en el que todos den, en lugar de reclamar.

Y cada uno tendrá un corazón que vivirá de Dios, y se sentirá y será obrero de Dios: feliz de dar la vida por la justicia, por la verdad, por la caridad, por Jesucristo, que es Camino, Verdad, Vida, Caridad, y habrá un solo rebaño bajo la guía de un solo Pastor: Cristo Señor y Redentor nuestro, el cual, en su vicario, el Papa, “el dulce Cristo en la tierra”, reinará con tanta gloria que desbordará todo pensamiento humano y toda esperanza de los buenos, y toda la tierra verá que el único verdaderamente grande es nuestro Señor Jesucristo. ¡Y el Papa no será sólo el “padre del pueblo cristiano”, como dijera san Agustín (Ep!50), sino el Padre del mundo entero, hecho cristiano; todo el mundo se apoyará en él, girará en torno a él y obtendrá vida, salvación y gloria sólo de él. Es cierto que parece imposible, todo esto, y una locura; y no será el hombre el que lo hará, el que pueda realizarlo, sino la mano de Dios. Será la misericordia infinita de Jesús, venido por nosotros, pecadores: será la divina e infinita caridad de Jesús crucificado que quiere que su redención sea copiosa: que los hombres tengan vida, y la tengan en abundancia. ¡Y será esa la hora de Dios, el gran día de Jesús, Señor, Salvador y Dios nuestro! Y Jesús derrotará al mundo así: en la caridad, en la misericordia.

Destruyamos incesantemente el egoísmo, y crezcamos en amor a Dios y a los hermanos: crezca Dios en nosotros de tal manera que ya no seamos nosotros los que vivamos sino él, y llenemos la tierra con un ejército nuevo: un ejército de víctimas que derroten a la fuerza: un ejército de sembradores de Dios, que siembran su propia vida, para sembrar y cultivar a Jesús, el Señor, en el corazón de sus hermanos y del pueblo; formemos un ejército grande, invencible: ¡el ejército de la caridad, bajo la guía de Jesucristo, de la Santísima. ¡Virgen, del Papa, de los obispos! El ejército de la caridad devolverá a las extenuadas masas humanas la vida y la luz fuerte y suave de Dios, capaz de revitalizar al mundo todo, y todas las cosas serán restauradas en Cristo, como dijo san Pablo

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