Sembrar donde nadie quiere ir
Recordemos que viene invitado para predicar en la peregrinación de los italianos a Luján, pero su barco llega retrasado. Entonces la Virgen de la Guardia lo sorprende esperándolo en una iglesia abandonada, en Victoria, a las afueras de Buenos Aires. Unos días después, el 16 de noviembre, llega a Luján para rezar a la Patrona de la Argentina y poner todo a sus pies.
Es decir, llega por María, lo recibe María y va al encuentro de María. No se entiende a Don Orione sin su amor a la Virgen. El mismo Don Orione no concebía vivir sin la Madre de Dios como su guía y protectora. Por eso iba por la vida con la confianza de aquel que sabe que tiene una Madre incondicional, que no abandona nunca a sus hijos.
Aquel 16 de noviembre de 1921, Don Orione visitó por primera vez el Santuario de Luján y ese mismo día le escribía al Dr. Caratti, quien estaba vinculado al diario “El Pueblo”: “…ayer estuve en La Plata y esta mañana a los pies de N. S. de Luján, la amabilísima Madre, en cuyas manos me he vuelto a poner una vez más, a mí mismo y la causa de los huérfanos”.2 Al día siguiente, Don Orione le escribió a Mons. Grassi, obispo de Tortona: “Estuve en el Santuario de Luján y le mando un simple recuerdo con amor de hijo. He puesto mi vida en el corazón de Jesús Crucificado, y no querría nunca dejar de darla por la Santa Madre Iglesia y los huérfanos: estos son mis grandes amores, por la divina gracia”.
3- 88. Mela, F., Silanes, J. D., “Estuve en el Santuario de Luján…”. El amor y la devoción de San Luis Orione a la Virgen de Luján, Buenos Aires, PODP, 2014, pág. 3 (Scritti 45, 172).
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