EL SACERDOCIO Y MARÍA
1) Santo Padre Francisco a los sacerdotes
Es imposible hablar de gratitud y ánimo sin contemplar a María. Ella, mujer de corazón traspasado (cf. Lc 2,35), nos enseña la alabanza capaz de abrir la mirada al futuro y devolver la esperanza al presente. Toda su vida quedó condensada en su canto de alabanza (cf. Lc 1,46-55) que también somos invitados a entonar como promesa de plenitud.
Cada vez que voy a un Santuario Mariano, me gusta “ganar tiempo” mirando y dejándome mirar por la Madre, pidiendo la confianza del niño, del pobre y del sencillo que sabe que ahí está su Madre y es capaz de mendigar un lugar en su regazo. Y en ese estar mirándola, escuchar una vez más como el indio Juan Diego: «¿Qué hay hijo mío el más pequeño?, ¿qué entristece tu corazón? ¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre?»[33].
Mirar a María es volver «a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes»[34].
Si alguna vez, la mirada comienza a endurecerse, o sentimos que la fuerza seductora de la apatía o la desolación quiere arraigar y apoderarse del corazón; si el gusto por sentirnos parte viva e integrante del Pueblo de Dios comienza a incomodar y nos percibimos empujados hacia una actitud elitista… no tengamos miedo de contemplar a María y entonar su canto de alabanza.
Si alguna vez nos sentimos tentados de aislarnos y encerrarnos en nosotros mismos y en nuestros proyectos protegiéndonos de los caminos siempre polvorientos de la historia, o si el lamento, la queja, la crítica o la ironía se adueñan de nuestro accionar sin ganas de luchar, de esperar y de amar… miremos a María para que limpie nuestra mirada de toda “pelusa” que puede estar impidiéndonos estar atentos y despiertos para contemplar y celebrar a Cristo que Vive en medio de su Pueblo. Y si vemos que no logramos caminar derecho, que nos cuesta mantener los propósitos de conversión, digámosle como le suplicaba, casi con complicidad, ese gran párroco, poeta también, de mi anterior diócesis: «Esta tarde, Señora / la promesa es sincera; / por las dudas no olvides / dejar la llave afuera»[35]. «Ella es la amiga siempre atenta para que no falte vino en nuestras vidas. Ella es la del corazón abierto por la espada, que comprende todas las penas. Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolor de parto hasta que brote la justicia… como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del Amor de Dios»
2) De los escritos de Don Orione [1]
Piensen esta tarde, piensen, desde ahora en adelante qué cosa quiere decir levantar un santuario… Quiere decir abrir una casa para la Virgen, una fuente especial y extraordinaria de gracias y bendiciones de la Virgen, quiere decir abrir las puertas a la misericordia, infinita, de la Madre de Dios.
La Virgen es siempre Madre y en todas partes es Madre; pero lo es especialmente en los Santuarios, en sus casas levantadas para Ella por la piedad y el amor de sus hijos…
Los Santuarios son como el oasis en el desierto de esta pobre vida; y los hombres son como peregrinos cansados y heridos, algunas veces, moribundos junto al camino, que allí encuentran consuelo, esperanza en el corazón del espíritu; en el estremecimiento de la vida terrenal y material, los Santuarios son faros que indican camino a las almas en peligro, son fuentes de los cuales surge el agua de la consolación que lleva a la vida eterna.
3) Oración:
Ayuda a tus sacerdotes, María, portadores de tu Hijo a los hombres, sacramentos vivientes de Cristo
Ruega por nosotros, María
Haz que tus sacerdotes sean capaces de amar y de buscar la vida en la donación desinteresada
Ruega por nosotros, María
Haz que tus sacerdotes susciten el amor sobre nuestro camino y susciten la alegría de vivir
Ruega por nosotros, María
Haz que quieran ser, lo más perfectamente posible, la presencia de Cristo en medio de aquellos que son rechazados, no amados, que viven en la pobreza y en la soledad.
Ruega por Nosotros, María
No hay comentarios:
Publicar un comentario