1) De la Catequesis del Papa Francisco (Audiencia General 23/10/2013)
María, modelo de unión con Cristo. La vida de la Virgen fue la vida de una mujer de su pueblo: María rezaba, trabajaba, iba a la sinagoga... Pero cada acción se realizaba siempre en perfecta unión con Jesús. Esta unión alcanza su culmen en el Calvario: aquí María se une al Hijo en el martirio del corazón y en la ofrenda de la vida al Padre para la salvación de la humanidad. Nuestra Madre ha abrazado el dolor del Hijo y ha aceptado con Él la voluntad del Padre, en aquella obediencia que da fruto, que trae la verdadera victoria sobre el mal y sobre la muerte.
Es hermosa esta realidad que María nos enseña: estar siempre unidos a Jesús. Podemos preguntarnos: ¿Nos acordamos de Jesús sólo cuando algo está mal y tenemos una necesidad? ¿O tenemos una relación constante, una profunda amistad, incluso cuando se trata de seguirlo en el camino de la cruz?
Pidamos al Señor que nos dé su gracia, su fuerza, para que en nuestra vida y en la vida de cada comunidad eclesial se refleje el modelo de María, Madre de la Iglesia.
¡Que así sea!
2) De los escritos de Don Orione[1]
Tomamos del Boletín de la Obra de la Divina Providencia, de mayo de 1910, esta elevación mariana, llena de Fe y de calor, que lleva el título “Ave María”
¡Ave María! Con estas palabras, en este lindo mes, todos los pueblos conmovidos te saludan Virgen Bendita: Ave María!
¡Ave María! Cómo es dulce este saludo. Es el saludo de quien anunciaba a las gentes la paz desde mucho tiempo suspirada y llorada; es el saludo que Te anunciaba, junto con aquél el Hijo de Dios, la maternidad de tantas almas afligidas y desoladas que a Ti, Inmaculada, debía presentar el Divino Salvador, lavadas por la pura Sangre de su Hijo Divino.
¡Ave María! Fijando los ojos sobre tu imagen, dulce Madre nuestra, sentimos que Tú eres algo más que una criatura humana: trasunta de tu humano semblante aquella belleza inefable, que es el ornato más fulgurante, creado por Dios para el Paraíso.
¡Ave María! Cuántas herejías sofocaste con tu pie virginal; huyan al fulgor de tus ojos los enemigos inmundos, toda pura; disipa las tinieblas que amenazan confundir a tus hijos; tras el destello de miles de caras, tras las lágrimas y la Fe de una ternura filial acoge, Piadosa, Bella, Clemente, la oración del alma: Salva y santifica a tu pueblo!
3) Oración de los Fieles:
María, templo de la santidad
Ruega por nosotros
María, escalera del cielo
Ruega por nosotros
María, lirio entre espinas
Ruega por nosotros
María, madre de los huérfanos
Ruega por nosotros
María, camino de las que se equivocan
Ruega por nosotros
María, salvación de cuantos esperan en Ti
Ruega por nosotros
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