Defender el don de la vocación
El año próximo, más que nunca, tenes necesidad de la ayuda
divina; que Dios dirija, hermano, tus pasos y llene tu corazón. Tendrás que
luchar, tendrás que decidir sobre tu vocación, y posiblemente tendrás que decir
adiós al Oratorio. Pero no llores, mi querido hermano. Si entras al seminario
con los demás jóvenes de Pontecurone sigue firme e indestructible en tu vocación,
no caigas ante las adulaciones del mundo y no te dejes arrastrar por el amor de
los parientes que se desvanece en la tumba. Persevera en tu vocación; ahora y
siempre el Señor está contigo; ¿Quién estará contra ti?.
Trataras con corazones depravados y corruptos que buscaran
corromperte: huye, ahora de tus compañeros y después y siempre, de las
serpientes venenosas. Donde sea, tu conducta sea un ejemplo de conducta
inocente, de costumbres limpias e inmaculadas. Donde sea, defiende con valor la
causa de la Santa Sede de Pedro: sea el Papa tu estrella y el centro de todos
tus amores. Recuerda que fuiste admitido en nuestra compañía y cerca del
sagrario, el altar de María, fuiste en aquel instante dedicado y consagrado de
manera especial y muy particular a los deseos del Sumo Pontífice que tendremos
que apoyar con los derechos de la iglesia, a costa de nuestra sangre.
El mundo suele arrastrar a los que flaquean y titubean;
Augusto querido, aspira a ser hombre de principios firmes e inmovibles:
dondequiera que estés, se constante, mantente firme. No sigas la corriente, no
hagas lo que hace la mayoría; apártate de todo lo que sea terreno, apártate de
todos, y hacete santo. Serás feliz, hermano, si –conocidas las miserias de esta
miserable vida- das una patada a todas las ambiciones…
Don Orione
De la carta del 27-10-1890
Empeño por las vocaciones
El espíritu de Dios, que es espíritu de caridad celestial,
debe llevar a cuidar en los jóvenes las santas vocaciones religiosas y
sacerdotales, porque muchas acciones pastorales en los pueblos y en las obras
no florecen si no es por el sacerdocio y la vida religiosa. ¿Qué haremos
nosotros que estamos ya viejos y casi gastados si no tenemos continuadores? Yo
pienso día y noche, y no gimo tanto por las miserias humanas, sino por ver la
crisis que hay en la Iglesia en el tema de las vocaciones.
¡Ah!, San Vicente de Paul se vendió para rescatar a un
esclavo, y nosotros ¿Nos quedaremos indiferentes y fríos en el trabajar por dar
a la iglesia y a las almas buenos sacerdotes que continúen el apostolado de
Jesucristo, por dar a nuestra congregación hijos y santos, que continúen la
obra iniciada por nosotros con la ayuda que Dios nos ha dado, y luchadores de
la fe y la caridad al servicio de la iglesia y de las almas?
Gran parte de nuestra caridad debemos ejercitarla en
cultivar las vocaciones. Recemos a Dios para que nos mande buenas vocaciones y
que suscite “Samueles” para el santuario. Las vocaciones se cuidad con la
piedad, con la oración, con el buen ejemplo, con los santos sacramentos, con la
pureza de vida, con la institución de pías congregaciones, con la devoción a la
Virgen Santísima.
Pero hay que andar con mucho tacto, con mucha delicadeza,
con mucha prudencia, también en el hablar; primero debemos renovar y
transformar en la caridad el corazón de nuestros jóvenes, renovarles y
transformarles en Jesucristo, y debemos arder nosotros en la caridad de Jesús,
queremos que después ardan ellos; todo se reanimara, si llevamos encendida en
las manos y en el corazón, alta y bien alta, la lámpara de la caridad de Jesús.
Un gran número de almas se alzara a nuestro alrededor para
dar un fecundo y maravilloso esplendor a la iglesia de Jesucristo Nuestro Señor,
si así lo pedimos y lo trabajamos.
Yo os suplico en Cristo, queridos hijos míos, no quedarnos
cortos en lo que Dios quiere de nosotros acerca del cuidado de las vocaciones, así
como la atención a seminaristas y aspirantes, para nuestra santificación y para
la salvación de muchas almas, de muchas multitudes de almas.
Don Orione
De la carta del 02-05-1920
http://donorionegrande.blogspot.com.ar/
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