En el día de San Pedro y San Pablo .Don Orione festejando el jubileo en el año 1933.
San Luis Orione decía: "La finalidad principal de
nuestra Congregación es vivir del amor al Papa y difundir,
especialmente entre los pequeños, los humildes y el pueblo, el más
dulce amor al Papa, y la obediencia plena y filial a su palabra y sus
deseos. Sobre nuestras frentes tenemos que llevar escrito con orgullo el
nombre del Papa; sobre nuestros corazones tiene que estar grabado el
nombre bendito del Papa; nuestra vida tiene que estar consagrada al Papa
y a la Iglesia Santa de Jesucristo"
Cada 29 de junio, en la solemnidad de San Pedro
y San Pablo, apóstoles, recordamos a estos grandes testigos de Jesucristo y a
la vez ,hacemos una solemne confesión de fe en la Iglesia una, santa, católica y apostólica .Ante todo es
una fiesta de la catolicidad en su unidad a través de la fe.
Pedro, el amigo frágil y apasionado de Jesús
,es el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia: “Tú eres
Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”(Mt 16,16).Aceptó con humildad
su misión hasta el final, hasta su muerte como mártir.
Pablo, el perseguidor de Cristianos que se
convirtió en Apóstol de los gentiles, es un modelo de ardoroso evangelizador
para todos los católicos porque después de encontrarse con Jesús en su camino,
se entregó sin reservas a la causa del Evangelio
"Desde el río Paraná, 29 de junio de 1937. En viaje a
Rosario de Santa Fe.
Es la fiesta del apóstol San Pedro, fiesta del Papa. Desde
ayer a la una de la mañana estoy navegando por el Paraná, a eso de las seis de
la tarde espero llegar a Rosario, donde permaneceré esta noche y parte del día
de mañana. Veré a Mons. Caggiano; veré a los nuestros, hablaré con cada uno y
con todos, los saludaré in Domino también en nombre de los que dejé en el Chaco
e Itatí; luego una escapada a Bs. As. y adelante, para la última visita a las
otras casas. Estoy bien y ayer pude descansar: por el Paraná se viaja bien, si
hay buen tiempo.
En todas partes hoy se ora por el Papa, se enaltece al Papa,
se mira con inmenso amor a Roma y al Papa, "dulce Cristo en la
tierra". Y yo en medio del río Paraná pienso en los hermanos e hijos que
dejé ayer en medio de la noche en los extremos confines de la Argentina, frente
al Paraguay; en los que están en el Chaco, en los que veré esta noche en
Rosario, en los que están en la Pampa, en Mar del Plata, y en otros puntos de
esta república; en los del Uruguay y el Brasil; en los de Albania, Rodas,
Inglaterra, Polonia; y en Uds. que están en Italia. Hoy, todos unidos conmigo,
distantes pero no divididos, desperdigados pero todos unidos en la fe común y
el mismo amor de hijos fieles, hoy nos consolamos mutuamente, rezamos todos
juntos por el Papa, celebramos y honramos a Jesús y al Apóstol Pedro en nuestro
Papa Pío XI.”
EL PAPA, MI AMOR MAS DULCE Y MAS GRANDE
..."Mírame, Señor, a mí y a mis hermanos según la grandeza de tu bondad y la multitud de tus misericordias... Protege y conserva el ánimo de tu mínimo siervo en medio de tantos peligros de la vida caduca; y, con la ayuda de tu gracia, guíalo por el camino de la paz a la patria de la luz perpetua. Así sea" (Imit. Chr. 1. 3, 59).
En este suspiro de toda alma y en la divina armonía de nuestras almas, que es la mutua y fraterna caridad, les ruego, hijos y hermanos míos, que me perdonen por amor a Dios mi gran ignorancia y negligencia y todas mis faltas contra ustedes y los malos ejemplos que les he dado, todo sufrimiento y toda amargura que pueda haberles causado, no sólo durante este año que está por terminar sino durante toda mi vida; les pido humildemente perdón como lo haría si estuviese cerca de la muerte.
Y ahora los abrazo espiritualmente "in osculo sancto" a todos y cada uno, y los animo a la práctica de la virtud, hijos míos, que son mi alma: Y los exhorto a tener siempre grandísima confianza en la Divina Providencia, y a amarse, hijos míos, a amarse unos a otros, y amar mucho a las Almas, las Almas!, buscando especialmente a los humildes y pequeños abandonados.
Este es el deseo ardiente de mi alma; pero, primero, mi amor más dulce y mayor es el Papa, o sea Cristo: el Papa, para mí y para ustedes, es el mismo Jesucristo: "el dulce Cristo en la tierra", decía Catalina de Siena. Amar al Papa es amar a Jesucristo. De ahí que tenemos que considerar como una gracia muy particular el desgastar, consumar y dar la vida humildemente y fidelísimamente, a los pies de la Iglesia y por la Santa Iglesia, por los Obispos y por el Papa.
Y así, los Hijos de la Divina Providencia, con la ayuda de Dios, crean, esperen, luchen, sufran y amen: fieles a la acción interior y misteriosa del Espíritu y de aquella eterna Verdad que nos hace libres; guiados por el magisterio auténtico, viviente y único infalible de la Iglesia, una, santa, católica, apostólica y romana; en un espíritu de amor, de comunión suave, sagrada, fraterna!
"Ceñidos los lomos" y teniendo en la mano las "lámparas encendidas": con la mirada y los corazones hacia arriba, a la Virgen celestial, caminen confiados por el camino recto del Señor: y crecerán en todo, hasta llegar a Aquél que es nuestra Cabeza, o sea, Jesucristo. - Por la Iglesia y por el Papa subamos hasta Cristo!
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En Lettere di Don Orione, I, pp. 458 ss. Encontramos en esta carta de Navidad de 1922 los temas preferidos de Don Orione: el Papa y la Iglesia.
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Jesús.
Papa. Almas. María. Cuatro palabras que son un todo un programa. Don
Orione las escribía al inicio de sus cartas, documentos y de sus
escritos programáticos fundamentales. Son un resumen de las notas
características de su espiritualidad. Las relaciones que se establecen
entre ellas, hacen que la espiritualidad, centrada en Jesús y María, sea
la única fuerza de la praxis orionita.
A su vez, la relación
Papa-pobres, marca el estilo y horizonte de toda acción y pasión
pastoral. En particular, último binomio, hace que todo cristiano,
discípulo del Señor como María, cifre el seguimiento de su Maestro en la
búsqueda y en el servicio de todo hombre “desamparado” de la
Providencia del Padre. Los “desamparados” son hoy, como dice nuestro
Papa Francisco, los “descartados”. Es decir, todas las personas que
sufren algún tipo de exclusión de comunidad humana; en cualquiera de sus
formas. Hoy ellos forman pueblos enteros. A esa frontera, y más allá
aun, la Iglesia es llamada a vivir el amor como realidad de una nueva
condición: ser casa, comunión, en una palabra: comunidad.
A lo largo
de su vida, Luis Orione buscó y trabajó para asegurar la libertad de la
persona y de la misión del Santo Padre. Evidentemente esta experiencia
influyó en la centralidad que esta figura tiene en el carisma orionita.
No menos, lo hizo también su experiencia de la caridad hacia los pobres:
los sirvió siendo él mismo pobre. Ambas realidades, lo llevaron a
comprender que el Papa, necesita la libertad suficiente para manifestar
el amor de Jesús por cada hombre y por todos los pueblos.
El
Resucitado llama a Pedro a seguirlo, asumiendo también la entrega de la
Cruz, (Jn 21,22). Don Orione también quiere asociarse a este seguimiento
petrino haciéndose un instrumento de la Iglesia. Para que el hombre
“desamparado” y los pueblos que marchan “como ovejas sin pastor”,
sientan que Cristo los ama, en el servicio sin límites de Pedro “dulce
Cristo en la tierra”.
Por ello, para Don Orione, la Iglesia es
depositaria, no de una esperanza utópica y alienante: ella es portadora
de la respuesta que en Cristo ilumina el sentido de la historia. En una
palabra, los pobres, los desamparados, los pueblos descartados,
encontrarán en la Iglesia, de la que Pedro es el primer servidor, la
experiencia de ese amor que libera y salva.
Fidelidad al papa y caridad
Nuevamente
Juan hacia el final de su Evangelio manifiesta en un modo estupendo la
vocación a la que Pedro ha sido llamado por Cristo. Entendemos el
ministerio del Papa como un confirmar y conservar la fe de la Iglesia, y
de entregarla pura e íntegra a las futuras generaciones. Sin embargo,
en la escena evangélica, esto se afirma con un cierto matiz: para Juan
el amor a Cristo expresa la más alta y profunda madurez de la fe en él.
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». (Jn 21,15). Pedro es
llamado a testimoniar un amor especial por la Iglesia: el amor de Jesús
por ella.
La antigua polémica de la exaltación de la autoridad del
Papa, confundida con la defensa de la libertad de la Iglesia, y de una
visión universalista de la sociedad, se resuelve en el modelo de una
Iglesia centrada en la comunión. El Papa para Don Orione, es el primer
testigo de la diaconía de la caridad. Y en él, la Iglesia entera está
llamada a seguir esta experiencia: ella atraviesa todas las realidades
ministeriales del Pueblo de Dios. Marca la dirección, el sentido y la
fuerza con la que deben ser vividas.
Luis Orione para su familia
quiso dos votos para sus religiosos y religiosas: el de fidelidad al
Papa y el de caridad. Ambos expresan el completo espíritu de su carisma,
y manifiestan de modo admirable los aspectos esenciales del misterio de
la Iglesia.
Papa Francisco, al presentarse por primera vez a la
multitud en Plaza San Pedro, lo hizo usando la expresión de Ignacio de
Antioquía: soy el obispo de la Iglesia de Roma; la que preside en la
caridad.
Hoy como ayer, los que formamos parte de esta Familia
Orionita, sentimos renovada nuestra vocación y misión: amar a todos,
para ser Iglesia, con un amor verdadero y grande: el de Jesús. ○
P. Fernando Fornerod Revista Don Orione N 57, marzo 2013
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