Don Orione, se preocupo desde siempre por los jovenes que no tenían muchas habilidades para los estudios y quiso ocuparlos dandoles herramientas, un oficio, para que puedan desenvolverse en la vida y asi surgen las colonias agrícolas como la Colonia Agrícola San José, en la Nunziatella,( escrito el 7 de febrero) el tema de las colonias agrícolas quedó como una manera de proteger y ayudar a jóvenes en situaciones de gran necesidad.
El 24 de mayo
de 1901, Monseñor Luigi, de los marqueses Misciatelli, pidió a Don Albera -
superior de la Colonia San José - que fuera a su oficina del Vaticano y le dijo
que deseaba fundar, de su propio peculio, una colonia agrícola semejante a la
Balduina. La casa y el terreno comprados por él pasarían a ser propiedad de la
Obra orionina.
Monseñor
Misciattelli se había dedicado a las obras de apostolado, y quería poner al servicio
de Dios los muchos bienes heredados de su familia.
Don Albera
pidió tiempo, informó a Don Orione, y, obtenido el consentimiento, acordó con
Misciattelli la compra de otro terreno en la zona ubicada entre Monte Mario y
la Via Cassia para la fundación de una colonia agraria que habría de unirse a la
que ya se encontraba en funcionamiento, colindante y similar, la de los
"traperos".
La vasta
zona que hoy se encuentra entre las más espléndidas de Roma por su elegancia
residencial y por la cantidad de casas modernas situadas a la vera de la Via Trionfale,
era entonces campiña de terrenos quebrados, de verdes prados y bosques,
recorrida por escasas calles transitables y salpicada de unas pocas viejas villas,
alguna en venta. No hubo otra dificultad, en consecuencia, más que la elección.
En un
primer momento pensaron en Villa Stuart, edificio entre viejo y restaurado, que
tiene ahora el mismo aspecto de entonces, ubicado en un lugar desde el cual se
dominaba todo el panorama, Roma entera al pie del contrafuerte verde desde el cual
se levanta (actualmente es sede de una las clínicas más encantadoras - es la
palabra adecuada - de la ciudad). Sin embargo, Don Orione y Don Albera
prefirieron, por diversas razones, la villa del Cardenal Domingo Jacobini,
vacía después de la muerte del purpurado, el 1º de febrero de 1900.
Don Albera
la compró por encargo y a nombre de Monseñor Misciattelli, que tuvo por entonces
un encuentro con Don Orione, definió los proyectos y puso manos a la obra;
agregó un ala, adaptó la sala de recepción de la vieja casa para que cumpliera funciones
de capilla y dio comienzo a la nueva iglesita.
Dedicó la
casa a Santa María del Perpetuo Socorro – nombre tan querido por San Alfonso
María de Ligorio - y fijó la fecha de la inauguración para el día de la fiesta
de San Luis Gonzaga: ese año el 23 de junio.
fuente: Vida de Don Orione Papasogli
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