Una amistad que nos incluye
En el abundante epistolario de San Luis Orione
encontramos varias cartas dirigidas a sus amigos laicos, algunos eran bienhechores
de sus obras de caridad y otros exalumnos de sus instituciones educativas.
Siempre se dirigía a ellos con el cariño de un padre y la libertad de un
verdadero amigo, sobre todo cuando en alguna ocasión tiene que decir algo que
tal vez a su interlocutor no le agrade mucho. A muchos de sus exalumnos los
consideraba no sólo amigos, sino que los trataba como a verdaderos hijos. En el
año 1935 escribe desde Argentina a sus antiguos exalumnos de Italia para
saludar[1]los y contarles el
encuentro con algunos exalumnos que vivían aquí: “Ya desde mi llegada (a la
Argentina) ellos me rodearon de tanto amor, de tanta gratitud, que más de una
vez me sentí conmovido hasta las lágrimas. Varios de ellos han venido desde el
centro de la Argentina trayéndome a sus hijos para bendecirlos; y en el primer
encuentro no pudieron contener las lágrimas de gozo, como si hubiesen visto
otra vez a su padre o a su madre.”P. Gustavo Aime
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