Encontrándose todavía en Argentina, en Marzo de 1936, mientras visitaba Rosario (provincia de Santa Fe), Don Orione les escribe a los bienhechores y amigos de la Obra en Italia contándoles sobre la apertura del Colegio Boneo y todas las acciones que estaba llevando adelante en nuestro país, agradeciéndoles por toda la ayuda que recibía de ellos e invitándolos como siempre a "¡Hacer el bien a todos, hacer el bien siempre, el mal a nadie!"
Esa carta llamada "El himno de la caridad, el más hermoso himno que se pueda cantar sobre la tierra" fue grabada por el mismo Don Orione en un disco que posteriormente se envió a Italia para que se reproduzca por la radio y de esta manera poder llegar con su propia voz a todas aquellas personas que constantemente le brindaban su apoyo.
Queremos compartir con todos nuestros bienhechores y amigos ese audio en donde lo podemos escuchar al Santo de la Caridad pedirnos que "Sintamos, oh hermanos, el grito angustioso de tantos otros hermanos nuestros, que sufren y anhelan a Cristo; vayamos a su encuentro como buenos Samaritanos, sirvamos a la verdad y a la Iglesia, en la caridad"
https://www.youtube.com/watch?v=j2Q6NphGqb4
El himno de la caridad
La conocida página de san Pablo (1 Cor 13, 1-8a) fue de imprescindible referencia en la vida de don Orione. [ VIDEO ]
“Nuestro
Dios es un Dios apasionado de amor, Dios nos ama más que un padre a su
hijo, Cristo Dios no ha dudado en sacrificarse por amor a la humanidad.
En el más miserable de los hombres brilla la imagen de Dios. Quien le
da a un pobre, le da a Dios y tendrá, de la mano de Dios, la recompensa.
Oh, que la Providencia nos mande a los hombres de la Caridad. Como un
día, de las piedras, Dios ha suscitado a los hijos de Abraham, así
suscite la legión y un ejército, el ejército de la caridad, que colme de
amor los surcos de la tierra, y calme finalmente a la afanada
humanidad.
Seamos apóstoles de caridad, de amor puro, amor alto y universal,
hagamos reinar la caridad con la dulzura del corazón, con el hecho de
compadecernos, de ayudarnos mutuamente, dándonos la mano para caminar
juntos. Sembrar con mano abierta, sobre nuestros pasos, obras de bondad y
de amor, enjuguemos las lágrimas de quien llora.
Sintamos, oh hermanos, el grito angustioso de tantos otros hermanos
nuestros, que sufren y anhelan a Cristo; vayamos a su encuentro como
buenos Samaritanos, sirvamos a la verdad, a la Iglesia, a la Patria, en
la caridad.
¡Hacer el bien a todos, hacer el bien siempre”.[8]
Mientras vibraba comentándo el himno de la caridad, don Orione observó “a partir de Cristo, la religión inspiró la caridad y con ella se fundió de tal manera, que el cristianismo sin caridad no sería otra cosa que indigna hipocresía”.
Don Orione evoca siempre la unidad vital entre la caridad en las palabras, caridad en el corazón, caridad en las obras, porque “la caridad tiene hambre de acción, es acción que sabe de eterno y de divino”.[9] “Eviten las palabras: tenemos los bolsillos llenos de palabras”[10]
Escribe: “Amemos a los hermanos, seamos misericordiosos. La caridad nos exige no apartarnos en una cómoda autosuficiencia, sino sentir y tener compasión activa por los dolores y necesidades de los demás, de los cuales no debemos mantenernos separados, mientras son una sola cosa con nosotros en Cristo. Mihi vivere Christus est”.[11]
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