Octubre es el mes que la Iglesia dedica a la misión, es el momento ideal para iniciar una reflexión sobre su significado y conocer de cerca a los misioneros y sus experiencias.
Ha comenzado el octubre misionero, en el que estamos llamados a ser misioneros y testigos de Cristo, como nos recuerda el Papa Francisco en el mensaje para la próxima Jornada Mundial de las Misiones que se celebrará el penúltimo domingo de octubre: “Como Cristo es el primer enviado, es decir, misionero del Padre (cf. Jn 20,21) y, como tal, es su "testigo fiel" (cf. Ap 1,5), por lo que todo cristiano está llamado a ser misionero y testigo de Cristo. Y la Iglesia, la comunidad de los discípulos de Cristo, no tiene otra misión que la de evangelizar el mundo, dando testimonio de Cristo. La identidad de la Iglesia es evangelizar”.la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra el 22 de octubre de 2023, el Papa Francisco ha elegido el tema que se inspira en la historia de los discípulos de Emaús, en el Evangelio de Lucas (Lc 24,13-35): Corazones ardientes, pies que caminan. A través de la experiencia de estos dos discípulos que, en el encuentro con Cristo resucitado, se transforman en misioneros activos, el Santo Padre recuerda ante todo el valor de la Palabra de Dios para la vida de los bautizados:
“El conocimiento de las Escrituras es importante para la vida del cristiano, y más aún para el anuncio de Cristo y su Evangelio. (…) Jesús es, de hecho, la Palabra viva, la única que puede hacer arder el corazón, iluminarlo y transformarlo”.
En un segundo pasaje de su mensaje el Papa subraya la importancia de la Eucaristía: “Hay que recordar que un simple partir el pan material con los hambrientos en nombre de Cristo es ya un acto misionero cristiano. Más aún, la fracción del Pan Eucarístico que es Cristo mismo es la acción misionera por excelencia, porque la Eucaristía es fuente y cumbre de la vida y misión de la Iglesia”.
Finalmente, con la imagen de los “pies caminantes”, el Papa Francisco recuerda “una vez más la validez perenne de la missio ad gentes, la misión confiada a la Iglesia por el Señor resucitado de evangelizar a cada persona y a cada pueblo hasta los confines de la tierra”.
Aprovecha la ocasión para reiterar el compromiso y el deber del anuncio porque “todos tienen derecho a recibir el Evangelio”. Los cristianos tenemos el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un hermoso horizonte, ofrece un banquete deseable. La conversión misionera sigue siendo el objetivo principal que debemos proponernos como personas y como comunidad, porque la acción misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia”.
No puede faltar la referencia al camino sinodal de la Iglesia, en el que la acción misionera debe realizarse en sinergia en todos los niveles: “La urgencia de la acción misionera de la Iglesia implica naturalmente una cooperación misionera cada vez más estrecha de todos sus miembros en todos los niveles. Este es un objetivo esencial del camino sinodal que la Iglesia está emprendiendo con las palabras clave “comunión, participación, misión“.
La Iglesia cuenta desde hace un siglo con un instrumento pastoral que permite a todas las comunidades participar en esta tarea: son las Obras Misionales Pontificias (OMP), que en el siglo XIX recibieron un nuevo impulso con el objetivo específico de orar y actuar concretamente para apoyar la evangelización en el territorio.
Las OMP continúan este servicio y sobre todo nos instan a orar por todos los misioneros esparcidos por el mundo que evangelizan ante todo con la oración y la presencia entre los pueblos, anunciando con alegría la Buena Nueva de Cristo.
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