SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


viernes, 28 de febrero de 2025

SIERVO DE CRISTO Y DE LOS POBRES


¡Almas y Almas!

Buenos Aires, 1º de marzo de 1937.

A mis beneméritos Benefactores y Benefactoras del Pequeño Cottolengo Genovés.

¡Que la paz esté siempre con nosotros!

Se que también este año se reunirán para la fiesta de San José oh mis Benefactores y Benefactoras de Génova. Y sabe Dios con qué placer quisiera encontrarme con ustedes, como en otros años, pero es necesario tener aún un poco de paciencia y luego tenderé la alegría de verlos nuevamente a todos, si así Dios lo quiere, como espero.

Cuando luego sepan las razones de esta tardanza, no sólo ninguno se lamentará más, tal vez más de uno dirá: "¡podía quedarse allí aún!"

Pero, oh Buenos Amigos, hoy voy a confirmarles la noticia de que vuelvo y que estoy con un pie en la escalinata del buque. Me detendré un poco en Brasil, más no pasarán más tantos meses y me sabrán ya en Italia. ¡Les daré una sorpresa! Pero, también en esta reunión de ustedes quiero estar presente, en espíritu por lo menos.

Es hermosa la reunión de ustedes en la vigilia de San José: en la fiesta y bajo los auspicios de San José se ha abierto en Génova el Pequeño Cottolengo y San José no es sólo el celeste Proveedor de nuestros pobres, sino también el Santo del Cottolengo, el cual era llamado por todos "Don José": José Benito Cottolengo.

Ahora, como si estuviese delante, dejen que les dirija mi más cordial saludo en el Señor, y que les agradezca, mis amados Benefactores y Benefactoras, por todo ese bien que han hecho a nuestros pobres del Cottolengo Genovés.

¡Que Dios los recompense ampliamente por ello en esta y la otra vida!

¡Aquel que le da a un pobre por el amor de Dios, se lo da a Dios mismo!

Y dejen que les diga que yo sentía que la Obra del Pequeño Cottolengo en Génova no sufriría por mi alejamiento, más se consolidaría y acrecentaría No podía ser de otro modo ya que el Pequeño Cottolengo de Génova no es obra mía, sino de la Divina Providencia.

Cuando partí puse a todos los pobres en las manos de la Santa Virgen y partí tranquilo, sabiendo bien, que el Pequeño Cottolengo, después del Cielo, sería sostenido por la caridad de ustedes y que mis amados Benefactores y Benefactoras de Génova seguirían favoreciéndolo. Y a medida que se prolongaba mi permanencia, comprendías más que por el Pequeño Cottolengo de Génova la Divina Providencia deseaba servirse de ustedes y no de mí, para sus fines siempre justos, sapientes y santos, y también para humillar a mi gran soberbia. Y así demostrar también, ya sea a los amigos como a los contrarios, si los hubiera, que el Cottolengo Genovés no es obra mía, sino obra del Señor: que va adelante, y hasta mejor, conmigo ausente y lejano por años enteros, porque está sostenido por la mano de Dios, por la protección celeste de María Santísima, de San José y de San José Benito Cottolengo, el santo de los infelices y abandonados.

Y también para mostrar que está válidamente confortado y ayudado por la benevolencia y caridad de ustedes, oh mis buenos, inolvidables Genoveses, que tienen un modo de ser un poco arrogante, pero poseen un corazón de oro, un corazón grande, más grande que su mar.

Pues, si el Pequeño Cottolengo se ha difundido y extendido también a Sud América y otros lugares, esto se debe, en gran parte, al ejemplo edificante de caridad hacia los pobres que ustedes han dado.

Cierto es, oh Genoveses que mucho han aprendido de ustedes las personas beneméritas, que en los Pequeños Cottolengos, aquí y en otros lugares, se ocupan de los pobres más infelices y más abandonados: ¡su ardor, su espíritu de cristiana caridad, el margen y magnanimidad del corazón de ustedes ha hecho escuela!

Que Dios los premie en la tierra y en el cielo.

Se entiende que, para perfeccionar el Pequeño Cottolengo, falta aún mucho, la obra no está terminada, más solo bosquejada y tiene aún muchas imperfecciones, pero ustedes saben que ningún hombre carece de defectos, y así las Instituciones: también ellas se forman de a poco.

Yo, que he conocido a Don Bosco, a Don Rua, etc., les puedo decir que, en esos tiempos, la Congregación Salesiana no estaba tan ordenada como lo está ahora. Había muy buen espíritu y el buen espíritu vale por muchas cosas.

Si en el Pequeño Cottolengo y en nuestras personas, ustedes, mis Benefactores, ven que hay aún tantas carencias, no deben descorazonarse ni enfriarse por ello, más, como ustedes aman de sincero amor a esta obra de fe y de caridad, ustedes deben rezar por nosotros y ayudarnos con sus consejos para mejorar cada cosa, y a nosotros mismos, ante todo.

Por gracia divina, nosotros queremos, en gran humildad, amar y servir a Jesucristo en los pobres más necesitados y queremos servir a los pobres con el más grande y dulce espíritu de caridad. Con la ayuda de Dios y escuchando los buenos consejos de todos, queremos que el Pequeño Cottolengo responda, siempre más y siempre mejor, a su fin santo, al fin para el cual Dios, Padre misericordiosísimo, lo ha suscitado.

Desde lo profundo de nuestra nada, oh queridos Benefactores y Benefactoras, nosotros elevamos el espíritu y el corazón al Cielo, queremos confiar en Dios, tener en Dios la confianza más filial, una confianza sin límites y bien sabemos que haciendo así no iremos mal, confusos; quien confía en Dios no va confundido siempre.

Ni, por nuestros defectos, queremos descorazonarnos, sin defectos no hay nadie. Nosotros caminaremos adelante, a los pies del Señor y de la Santa Iglesia, orando y confiando en la Divina Providencia y en el corazón de ustedes, siempre lleno de caridad, oh amados Benefactores, confiados en el buen Dios, que vencerá todas nuestras miserias y triunfará en nosotros, sus pobre hijos y trapos.

Nosotros no deseamos nada más que amar al Señor, en fidelidad y sacrificio total de todos nosotros, esperando en El, deseosos de perfección en su santo servicio y en la caridad, amar a Dios y a los pobres. Y queremos in Domino, no empequeñecernos, sino pensar en grande, porque Dios es grande, y amar a todos de amor santo y grande, y no perdernos en pequeñeces.

Y así, in domino y como buen hermano en Cristo, los exhorto a ustedes, oh Amigos, Benefactores y Benefactoras del Pequeño Cottolengo Genovés, a no dejarse nunca, nunca agriar el corazón, si tal vez hubiese quien, aún con la intención del bien, tratase de sembrar cizaña, desconfianza, crítica, disminuyendo en ustedes el espíritu de caridad y robándoles la dulzura del corazón, pues esto no sería nunca según el espíritu del Señor, Y ahora los saludo en el Señor, oh amadísimos Benefactores y Benefactoras e invoco del Señor sobre ustedes la mas consolante gracia y bendición, sobre ustedes y sobre sus familias. Rueguen por mi; por ustedes ruego siempre.

Me es grata esta circunstancia para hacerles los mejores augurios de Feliz Pascua, mientras con los deseos más ardientes apuro el día para poderles expresar personalmente toda mi profunda gratitud.

Vuestro obligadísimo en Jesucristo

Sac. J. Luis Orione

de los Hijos de la Divina Providencia

 

Fuente Cartas Volumen II Don Orione

jueves, 27 de febrero de 2025

¡¡REVÍSTANSE DE LA CARIDAD DE JESUCRISTO!!




Publicado en la revista "L 'Opera de lla Divina Provvidenza"; en este escrito de juventud –tenía 26 años– Don Orione se refiere con entusiasmo al anuncio de la verdad cristiana y al testimonio de la caridad

La Obra de la Divina Providencia (la congregación) comenzó hace siete años, un día de cuaresma en que yo me puse a enseñar le un poco de Catecismo a un niño que se había es capado de la iglesia y estaba llorando.

Así, ese niño fue más bueno y más cristiano, y hoy que está en el servicio militar, si que recordando con gusto aquel día tormento so y feliz al mismo tiempo.

Y detrás de ése, ¡cuántos otros niños fueron más buenos y más cristianos, por el Catecismo y la gracia de Dios!

Ah, la eficacia del Catecismo. Hijos míos ¿saben ustedes qué es y qué importancia tiene el Catecismo? Jesús transformó totalmente la sociedad: en las ideas, las costumbres, las leyes, en todo.

¿Con qué medio visible? Con uno muy sencillo. Escuchen. Un día llamó en su seguimiento a doce pobres pescadores y, después de haber escrito durante tres años el Catecismo en sus mentes y corazones, les dijo: "Vayan e instruyan a todos los pueblos; y enséñenles lo que yo les he enseñado a ustedes, y que sus sucesores hagan lo mismo hasta el fin de los tiempos".

Y ellos lo hicieron, y el mundo se convirtió al cristianismo.

¿Y qué es lo que hace la Iglesia, hoy? Les entrega a los misioneros una Cruz y un pequeño libro, el Catecismo, y los envía en medio de los bárbaros y salvajes, y éstos entran de a miles en las pacíficas carpas de la Iglesia.

Así, con la gracia de Dios y con el Catecismo el mundo se convirtió, y se sigue convirtiendo.

Así como el cristianismo nació y se arraigó gracias a la predicación simple y pura del evangelio, o sea con el catecismo, así ahora lo tenemos que conservar y reavivar entre los pueblos.

¡Oren, hijos míos! Con la oración de ustedes la doctrina de Jesús volverá a entrar en las familias y las escuelas, como primer elemento de educación moral, como la enseñanza más necesaria y la base de todo lo demás.

¡Padres y madres, recen! Nuestra juventud, principalmente en las ciudades, se está desviando de manera preocupante, ¡pero Dios escuchará la voz de ustedes y tendrá piedad de tantos pobres ilusos! ¡Tendrá piedad de las lágrimas de la Iglesia que, como una nueva Raquel, llora desconsolada la masacre de tantos hijos desviados y miserablemente arrastrados por la impiedad! Hijos de la Providencia, esparcidos en tantos pueblos, ¿no podrían durante las vacaciones ayudar a los párrocos en la tarea catequística?

 

¿Quieren atraer a la Iglesia el mayor número posible de niños, entusiasmarlos y hacer todo lo posible por instruir en la suavísima doctrina de Jesús las al mas de sus compañeros?

¿Quieren conocer el secreto para ganarse el afecto de los niños y lograr que los sigan en masa?

El gran secreto es éste: ¡revístanse de la caridad de Jesucristo!

Para implantar y mantener viva la obra del Catecismo basta una sola cosa: la caridad viviente de Jesucristo.

Si los eligen para el al to privilegio de ayudar al párroco en la enseñanza del Catecismo, pidan al Señor que les dé una gran caridad. Esa caridad paciente y benigna, humilde, amable, que to do lo sufre, todo lo es pera, todo lo soporta, y nunca desfallece. (1 Cor 13, 7).

Llenos de esta caridad, salgan a buscar a los niños que, especialmente los domingos, andan por calles y plazas, y con esa cari dad conquístenlos. No se cansen jamás, pasen por al to los defectos, se pan so portar lo y comprenderlo todo.

Son rían, tengan una palabra afectuosa y amable para con todos, sin hacer diferencias; hijos míos, háganse todo para todos (1 Cor 9, 22) para llevar todas las almas a Jesús. Estén dispuestos a dar la vida por un alma ¡mil vidas por una sola alma! Queridos hijos, con la dulzura de Jesús ganarán y conquistarán todos los niños de su pueblo.

La caridad de Nuestro Señor Crucificado: ¡éste es el secreto, oh almas de mis hijos y de mis hermanos, el arte de atraer y tocar los corazones, y de convertir, iluminar y educar a los niños, esperanza del mañana y delicia del Corazón de Dios!

¡Caridad viviente! ¡Caridad grande! ¡Caridad, siempre! ¡Con caridad lo lograremos todo; ¡sin caridad, nada!

¡Ven, caridad santa e inefable de Jesús, triunfa y conquista los corazones de todos, y enciende ardientemente mi pobre alma!

 


miércoles, 26 de febrero de 2025

FIN ESPECIFICO DE LA OBRA DON ORIONE


El fin especial de la congregación es difundir el conocimiento y el amor de Jesucristo de la iglesia y del papa, especialmente entre las clases humildes; atraer y unir con un vínculo dulce y estrecho, de toda la mente y el corazón, los hijos del pueblo y las clases trabajadoras a la sede apostólica en la cual, según las palabras de San Pedro Crisólogo, “San Pedro vive, preside y hace entrega de la verdad de la fe a quien la pide”

Con la inequívoca y categórica expresión “Quede por tanto bien establecido que la Pequeña Obra es para los pobres”, Don Orione ha querido poner en el fin carismático un vínculo en relación a las personas a las que va dirigida la obra caritativa de la Congregación. El fin eclesial-papalino (“llevar a la Iglesia y al Papa”) a perseguir “mediante las obras de caridad” está determinado, más aún “bien definido” en la elección de los destinatarios: "Nosotros estamos para los más pobres, para los más pobres. Los trapos de la Divina Providencia son para los hijos de las clases humildes más proletarias, más necesitadas… Digo esto e insisto para trazar el surco, y no es la primera vez".

Tiende a este fin, mediante el apostolado de la caridad entre los pequeños y los pobres; con las obras de misericordia espirituales y corporales más aptas para la educación y formación cristiana de la juventud más necesitada y del pueblo, a fin de cooperar modestamente, a los pies de la sede apostólica y de los obispos, a la renovación y unificación en Jesucristo, del hombre y de la sociedad, llevando a la iglesia y al papa el corazón de los niños más abandonados, de los pobres  de la humilde clase obrera: “ad omnia in christo instaurada, ut fiat unum ovile et unus pastor”.

Quede, por tanto, bien determinado, que la pequeña obra, confiada solamente en la infinita bondad y ayuda de la divina providencia, queriendo conformar su vida lo más perfectamente posible al ejemplo dado por el hijo de Dios, “es para los pobres”, en los cuales ve y sirve a Nuestro Señor Jesucristo y quiere fundamentar su acción en la humildad” El mensaje de Don Orione, en el artículo 2 del Capítulo I de las Constituciones, del 22 de julio de 1936, escrito de su puño y letra.

 (hoy en artículo n° 15). de las Constituciones y normas, p.O.D.P., O.C. Págs. 24-25 15 Carta del 24 de junio de 1937; Lettere, Vol. II. Pág. 463

En un escrito muy significativo sobre el fin carismático, después de haber nombrado a los Jesuitas, Escolapios, Barnabitas, Salesianos, Maristas “y otras comunidades similares”, afirma “otra Misión y otro vastísimo campo nos ha abierto la Divina Providencia. Nosotros hemos sido llamados a ser los hijos de la Divina Providencia, la mano de la Divina Providencia, los instrumentos inteligentes de la Divina Providencia para aquellos, para todos aquellos que, careciendo de providencia humana, tienen necesidad, mayor necesidad, de la Providencia Divina”.