4 de junio, fiesta de la Virgen de Monte Mario, la estatua de María "Salus Populi
Romani", que desde el punto más alto de Monte Mario se ve y bendice
la ciudad.
La "Madonna", la estatua de 9 metros se encuentra sobre un pedestal de
18 metros de altura, es uno de los símbolos de la historia reciente de
Roma. Fue colocada en la colina de Monte Mario como el
cumplimiento de un voto popular, durante la Segunda Guerra Mundial,
promovido por Don Orione y alentado por Pío XII, para lo cual reunió a
más de un millón de firmas . El voto se expresó públicamente frente a la efigie sagrada de Nuestra Señora del Amor Divino, exhibida en la iglesia romana de San Ignacio. Donde el 11 de junio, después de la liberación, el Papa Pío XII, en agradecimiento a la impredecible conclusión feliz de la ocupación militar de Roma, fue a celebrar la misa en dicha iglesia, frente a la venerada imagen, y dijo: "Hoy estamos aquí no sólo para pedirles sus favores celestiales, sino sobre todo para agradecerles por lo que ha sucedido, en contra de las predicciones humanas, en el interés supremo de la Ciudad Eterna y sus habitantes. Nuestra Inmaculada Madre ha salvado una vez más a Roma de peligros inminentes muy graves. Inspiró, a quienes tenían su destino en sus manos, sentidos particulares de reverencia y moderación; en los acontecimientos cambiantes, e incluso en medio del inmenso conflicto, hemos sido testigos de una seguridad, que debe llenar nuestros corazones de tierna gratitud a Dios y a su Madre pura.»
En 1953, se colocó en el Monte Mario colina,
la bella imagen de la Virgen "Salus Populi Romani", obra del escultor judio Arrigo Minerbi, protegido y salvado por la comunidad Orionina del Distrito Appio.
En su discurso del 24 de junio de 2010,el Papa Benedicto XVI al visitar a la Madonnina del Monte Mario dijo :
Los Orioninos quisieron que fuera grande y que fuera
colocada en lo alto, dominando la ciudad, para rendir homenaje a la santidad
excelsa de la Madre de Dios, la cual, humilde en la tierra, «fue exaltada, por
encima de los coros angélicos, en el reino de los cielos» (Gregorio VII, A
Adelaida de Hungría) y, al mismo tiempo, para tener un signo familiar de su
presencia en la vida cotidiana. Que María, Madre de Dios y Madre nuestra, esté
siempre en la cima de vuestros pensamientos y de vuestros afectos, amable
consuelo de vuestras almas, guía segura de vuestras voluntades y sostén de
vuestros pasos, inspiradora persuasiva de la imitación de Jesucristo. Que la
Madonnina —como les gusta llamarla a los romanos— en el gesto de contemplar
desde lo alto los lugares de la vida familiar, civil y religiosa de Roma,
proteja a las familias, suscite propósitos de bien y sugiera a todos deseos de
cielo. «Mirar al cielo, rezar y luego adelante con valentía y trabajar. Ave
María y ¡adelante!», exhortaba san Luis Orione. de Don Orione vivió lúcida y apasionadamente la tarea de
la Iglesia de vivir el amor para que entre en el mundo la luz de Dios (cf. Deus
caritas est, 39). Dejó esa misión a sus discípulos como camino espiritual y
apostólico, convencido de que «la caridad abre los ojos a la fe y enciende los
corazones de amor a Dios». Seguid esta línea carismática iniciada por él,
queridos hijos de la Divina Providencia, porque, como él decía, «la caridad es
la mejor apología de la fe católica», «la caridad arrastra, la caridad mueve,
lleva a la fe y a la esperanza» (Verbali, 26 de noviembre de 1930, p. 95).En su voto a la Virgen, los romanos, además de prometer oración y devoción, se comprometieron también en obras de caridad recuerda don Orione— es preciso estar «llenos de la caridad dulcísima de nuestro Señor» (Escritos, 70, 231) mediante una vida espiritual auténtica y santa. Sólo así es posible pasar de las obras de caridad a la caridad de las obras, porque —añade vuestro fundador— «las obras sin la caridad de Dios que les infunda valor ante él, no valen nada» (Alle PSMC, 19 de junio de 1920, p. 141).y Don Flavio Peloso superior general de la Obra Don Orione expresó: " A la Madonna se le prometió una obra de culto y una obra de caridad "," Por
esta razón, la Congregación aceptó durante la guerra el cuidado de
los niños huérfanos y mutilados en dos grandes edificios en Via della
Camilluccia, que fue sede de las actividades para la juventud de la
Littorio italiano.
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