En tren de despertar el interés popular y recoger ayudas para la obra de construcción del santuario, Don Orione tiene ocurrencias geniales. Quiere colocar en lo alto del santuario, resplandeciente y bien visible desde todas partes, para que hasta los más distraídos no tengan más remedio que verla y elevar su pensamiento a ella, una gigantesca imagen de María. Para ello lanza una gran campaña popular del cobre. Es decir, de ollas viejas y rotas, espumaderas, cucharones, trozos de cobre en desuso. Comienzan a llamarlo "el cura de las ollas ro t a s "
Bienvenido el sobre nombre -dirá contentísimo-; basta servir a María.
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