Con una carta, fechada el 3 de julio de 1903, invitaba a su hijo para esta ocasión:
“A mi querido
hermano de la Obra de la Divina Providencia, doctor Gaspar Goggi, Bettole de
Tortona. En nombre de Nuestro Señor Jesucristo, tengo el dulce consuelo de
invitarte a los santos Ejercicios Espirituales de los miembros de la Obra de la
Divina Providencia, que se harán en la casa de San Remo, dirigidos por Monseñor
Daffra.
Después de los
santos Ejercicios se tendrá la primera reunión de la Obra a la cual estás cordialmente
invitado. Así nos encontraremos juntos – reunidos con las otras casas a los pies
de Nuestro Señor Jesús Sacramentado y de nuestra querida Virgen en el noviciado
de la Obra, un lugar de paz – para cuidar de la salud de nuestra alma según
nuestra vocación y a rezar por la aprobación y consolidación de nuestra mínima
Congregación, acompañados por un veneradísimo y piadosísimo obispo y bendecidos
por el Papa. Te avisaré el día establecido para ir a San Remo y te ruego que no
faltes.
Para ganar
tiempo, te adjunto mientras tanto, un esquema de las materias principales, de
las cuales me parece que se deben tratar en la reunión. Examínalo bien y que sea
objeto de meditación; luego, tras consultar al Señor, manda por escrito a Don
Sterpi (Convictorio San Romulo-Sanremo) aquellas otras materias que tu creas in
Dominio deban discutirse, y que no están comprendidas aquí. Y además, enviarás
por escrito y con solicitud, aquellos apuntes y observaciones de importancia,
que estimes oportuno hacer para nuestro bien y el de la Obra (…)
Te recomiendo
por lo tanto, ofrecer a nuestro Señor todas tu oraciones y obras buenas, con el
fin de que, por los méritos infinitos de su pasión y muerte, por la intercesión
de Nuestra Santísima Madre María, de san José y de los santos Apóstoles Pedro y
Pablo, de San Miguel Arcángel, de San Marciano, y de todos los ángeles y santos
nos quiera bendecir a nosotros y a la Obra de la Divina Providencia en la cual,
por su divina misericordia, nos ha llamado a trabajar por la gloria de su santa
Iglesia, por nuestra salud y la de nuestro prójimo.
Que María
Santísima Inmaculada nos obtenga la gracia de corresponder a los designios de
Dios, de convertirnos a todos en fuego de Jesús y trabajadores de su gloria y de
la voluntad de la santa Iglesia, especialmente en estos tiempos infelices en
los cuales Jesucristo es tan poco amado y la santa Iglesia tan perseguida y
afligida. Oh hermano mío queridísimo, te bendigo en el amor de Jesús, del Papa,
de las almas. La bendición, la caridad, la paz de Nuestro Señor esté siempre
contigo. Amén.”
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