En 1931 el Papa Pío XI dedicó el día 11 de octubre a la "Maternidad de María" cómo recuerdo de que 1.500 años antes,en 431, el Concilio de Éfeso había proclamado a María cerdadera Madre de Cristo.Con el correr de los años, se estableció en Argentina se eligíó que el domingo posterior o anterior a esa fecha que se celebre siempre el tercer domingo de octubre
Durante su
visita al Santuario de Itatí (Corrientes, Argentina), el 27 de junio de 1937,
Don Orione expresa su amor a María, la Gran Madre. Lo compartimos para celebrar
el Día de la Madre en Argentina.
¡María!
María Santísima!
¿No eres tú
"el segundo nombre"?
¿Hay algún
nombre más suave y más invocado
después del
nombre del Señor?
¿Hay alguna
creatura humana,
alguna
mujer, alguna madre más grande,
más santa,
más piadosa?
Nuestras
madres pasan, mueren;
María,
Madre de nuestras madres,
es la gran
Madre que no muere.
Han pasado
veinte siglos,
y está hoy
más viva
que cuando
cantó el Magnificat
y profetizó
que todas las generaciones
la
llamarían bienaventurada.
María
perdura, vive y permanece,
porque Dios
quiere que todas las generaciones
la sientan
y tengan como Madre.
María es la
gran Madre
que
resplandece de gloria y de amor
en el
horizonte del cristianismo;
es guía y
consuelo para cada uno de nosotros:
es Madre
poderosa y misericordiosísima
para todos
los que la llaman e invocan.
Es la Madre
misericordiosa y santísima
que siempre
escucha los gemidos del que sufre,
siempre
dispuesta a escuchar nuestras súplicas.
Es Dios
quien la hizo tan grande:
“el
Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas” [Luc 1, 49]
y la hizo
grande porque la vio tan humilde,
“El miró
con bondad la pequeñez de tu servidora” [Luc 1, 48]
y la hizo
grande,
llena de
gracia,
bendita
entre todas las mujeres,
toda pura e
inmaculada,
porque la
eligió por Madre,
y, como
tal, quiere que sea honrada
por sobre
toda la creación.
Y el honor
rendido a Ella
sube hasta
su Hijo, el hombre-Dios,
Jesús,
nuestro Señor.
Esta es
nuestra fe en María, nuestro culto
y nuestro
dulcísimo amor
a la Virgen
Santa, a la Madre de Dios
Nosotros
vamos a Jesús por María.
Los
pastores buscaron a Jesús,
y lo
encontraron en los brazos de María.
Los Reyes
Magos vinieron desde una región lejana
buscando al
Mesías,
y lo
adoraron en los brazos de María.
Y nosotros,
pobres pecadores,
¿dónde
podremos encontrar ahora y siempre a Jesús?
¡Hijos
míos, lo encontraremos y adoraremos
en los
brazos y en el corazón de María!
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