II Día
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2) De la Homilía del Santo Padre Francisco (01/01/2020)
«Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer» (Ga 4,4). Nacido de mujer: así es cómo vino Jesús. No apareció en el mundo como adulto, sino como nos ha dicho el Evangelio, fue «concebido» en el vientre (Lc 2,21): allí hizo suya nuestra humanidad, día tras día, mes tras mes. En el vientre de una mujer, Dios y la humanidad se unieron para no separarse nunca más. También ahora, en el cielo, Jesús vive en la carne que tomó en el vientre de su madre. En Dios está nuestra carne humana.
¨.... Ella es mujer y madre, esto es lo esencial. De ella, mujer, surgió la salvación y, por lo tanto, no hay salvación sin la mujer. Allí Dios se unió con nosotros y, si queremos unirnos con Él, debemos ir por el mismo camino: a través de María, mujer y madre. Por ello, comenzamos el año bajo el signo de Nuestra Señora, la mujer que tejió la humanidad de Dios. Si queremos tejer con humanidad las tramas de nuestro tiempo, debemos partir de nuevo de la mujer…”
2) De los escritos de Don Orione[1]
Cuando era niño, en la novena de la Inmaculada, solamente por aquello que veía realizar alrededor mío en honor de María Santísima, fui un día a una capilla campestre, había ya nieve, a llevar un ramo de flores y después iba a saludar a mi Virgencita y a mantener las flores. Me parecía una ingratitud culpable abandonar la visita a la Virgen sólo porque había nieve. La iba a visitar tanto con buen tiempo como malo…”
Un borrador de San Luis Orione agrega preciosos particulares: “La capillita está fuera del pueblo, allá en medio de los campos, sobre una elevación, junto a una calle, había allí una capillita dedicada a mi querida Virgen. Las guirnaldas estaban prontas; a la madrugada me quedé dormido con la luz encendida, hacía frío… pero yo tenía gran calor… Y pensaba en Ti, querida Madre mía, dulce amor; Madre, suspiro y pálpito de mi vida… Hacía un gran frío, pero yo tenía gran calor… y pensaba… y Te amaba… era grande aquel amor!”
3) Oración de los Fieles
Santa María, tú eres la “llena de gracia”, inmaculada, ni aún desflorada por la sombra del mal
Ruega por nosotros, María
Santa María, tú estuviste lista a la llamada del Padre que acogiste con Fe absoluta y por el amor que tuviste a la entera humanidad, la propuesta de una maternidad virginal
Ruega por nosotros, María
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