MARÍA Y DON ORIONE
Don Orione tenía una gran fe y un profundo amor por María, siempre recurría a ella en los momentos de alegría y sobretodo en los momentos de necesidad, “acudo a ella para no perderme, después de haber atravesado profundidades” señalaba en uno de sus escritos.
Hablar del amor a la Virgen en Don Orione, significa hablar del modo como él llenaba de María toda su vida. Lo demuestran estas palabras suyas: “Lean sobre mi frente, lean en mi corazón, lean en mi alma, no verán cosa que no lleve escrito: Gracia de María”.
Nuestro fundador veía la acción maternal de María especialmente de dos maneras: como ayuda para realizar la vida del hombre y como ayuda para comprender las señales y los mensajes que Dios le envía. Confirman esto muchos hechos vividos por Don Orione. La invoca cuando su Congregación está en peligro; cuando él no encuentra consuelo y no es comprendido por los hombres; cuando debe abrir una nueva casa; cuando se encuentra afligido por las deudas, etc.
Él desea que cada hijo o hija suya, como todo hombre, se confíe a María, se dirija a ella y la ame como Madre de la Divina Providencia, con la certeza de ser escuchados. “Éste es el camino más breve y más seguro para ir a Jesucristo (...). Si tenemos en cuenta lo que indica el Evangelio, es siempre la Virgen Santísima la que nos muestra a Jesús: nos lo muestra en pañales en Belén, sufriente en la circuncisión, trabajador en Nazareth, evangelizador en Caná a través del primer milagro, y luego muerto por nosotros sobre la Cruz (...). Amando a María se tiene la seguridad de amar a Jesús”.
Seguro que cuando Don Orione preparó sus pocas pertenencias para subir al barco que lo traería a América Latina, preparó sobre todo su corazón misionero. Y como hijo fiel de la Virgen María, a los pies de la Madre de Dios encomendó su partida.
Todos sus comienzos, decisiones e iniciativas las hacía bajo su amparo y guía. Por eso el “¡Ave María y adelante!” para Él y para nosotros es la oración, ayer y hoy, con la que celebramos nuestra identidad como familia dentro de la Iglesia. ¡Tantas veces repetimos los orionitas esta oración! Porque no es solo una frase, una manera de despedirnos o un eslógan. Para los orionitas “¡Ave María y adelante!” es la oración más alegre que aprendimos a rezar de la mano de Don Orione. Al “¡Ave María y adelante!” los orionitas lo decimos, lo gritamos, lo vivimos, lo sentimos, lo anhelamos, lo prometemos, lo esperamos. Vivimos con un ave María en los labios y en el corazón.
Luis Orione tomó esta frase del P. Ludovico de Casoria, pero seguramente que el ave María y adelante en su vida nació mucho antes. Tal vez viene de cuando siendo un niño se escapó de su casa corriendo para ir a una gruta abandonada y asombrado por la soledad de la Madre, se arrodilló y le confió su sueño de ser sacerdote y le prometió reconstruir su gruta. Cuando se puso de pie se marchó con el ave María y adelante en el corazón.
Seguro que luego lo sintió en su alma y en sus sueños cuando un 8 de diciembre de 1886, fiesta de la Inmaculada Concepción, con 14 años, consagró a María Santísima su castidad.
Tal vez Don Orione no decía esta frase completa. Él decía la primera parte “ave María…” y Ella le contestaba como toda Madre conmovida de amor por su hijo… “¡Adelante!”. Adelante mi niño, yo siempre te cuidaré. Adelante hijo, siempre estaré a tu lado. Adelante, siempre te voy a amar.
“Sepan, mis queridos jóvenes, que cada vez que decimos un ‘Avemaría’, se enciende en el cielo una estrella y brilla en honor a la Virgen… estrellas que iluminarán nuestro camino al cielo.
Y que cada día y cada hora de nuestra vida y cada batalla del corazón estén señalados y sellados por nuestra plegaria: ¡Ave, María!...
¡Jóvenes, ave María siempre!
¡Ave María y adelante! ¡Ave María hasta llegar al cielo!”. 1 El “Ave María y adelante”, entonces, es la manera de caminar cada día, con perseverancia, siempre avanzando, siempre con esperanza, un paso a la vez. Para los orionitas el amor a María no es una devoción ocasional, es nuestro oxígeno de cada día, porque de su mano llegamos a Jesús.
ORACIÓN
Recemos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
1- Escrito dirigido a los jóvenes alumnos de los Institutos de la Obra, mayo de 1923, “La Leyenda de Fray ave María”, en: Don Orione, Un Profeta de nuestro tiempo, Buenos Aires, San Pablo, 1998, 65-66.
2- Carta desde el Santuario de Itatí, Corrientes, Argentina, 27 de junio de 1937, “La gran Madre que nunca muere”, en: Don Orione, Un Profeta de nuestro tiempo, Buenos Aires, San Pablo, 1998, 121-122.
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