SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


miércoles, 27 de marzo de 2024

ANGELO RONCALLI Y DON ORIONE 28 MARZO


1921: Don Orione se reúne con el joven sacerdote Angelo Roncalli, futuro Juan XXIII, visitando la
parroquia de Ognissanti, en Roma.conoció personalmente  un lunes de Pascua, 28 de Marzo de 1921, en la Parroquia de Todos los Santos. Estaba fascinado con su simplicidad y sabiduría.

 

Angelo Roncalli

1924, 28 de marzo, viernes: el P. Ernesto Buonaiuti, destacado exponente del modernismo italiano, sufre una segunda excomunión y suspensión a divinis por decreto de la entonces Sagrada Congregación Suprema del Santo Oficio. [Cf. AAS 16 (1924), 159-160]

Ernesto Boniuti


martes, 26 de marzo de 2024

¡¡ ADELANTE, CON DIOS Y CON MARÍA!!!

 


Publicado en la revista “La Piccola Opera della Divina Provvidenza” (1934). Texto fundamental para comprender la profundidad del celo apostólico de Don Orione, que no admite ni mediocridades ni apatía. Los cristianos tienen que ponerse al servicio de la Iglesia y de la patria por la causa del bien.

Amigos, con la vista en las alturas trabajaremos con más ahínco; trabajaremos cada vez más y mejor, pro aris et focis: por la Iglesia y por la Patria.

Y si nos quedamos dormidos ¡despertemos y el Señor nos inundará con su luz! Revistámonos de la armadura completa de Dios, para poder resistir valientemente el mal y hacer el bien: robustezcámonos en el Señor y con su fuerza poderosa. ¡Y adelante con los santos esfuerzos y cansancios!

Gracias a Dios, nos sentimos a los pies de la Iglesia, y avanzamos por la buena senda: ¡trabajar! ¡Trabajar!

Acción, amigos, acción católica como la quiere el papa, como la quieren los obispos: amor a Dios, a la Iglesia, celo, oración, diligencia en el bien, para nuestra salvación y la salvación de los hermanos.

¿Son tiempos nuevos? Fuera temores, y vacilaciones: marchemos a la conquista de los tiempos con ardiente e intenso espíritu de apostolado, y de Sana e inteligente modernidad. Lancémonos a nuevas formas, a los nuevos métodos de acción religiosa y social, bajo la guía de los obispos, firmes en la fe, pero con amplitud de criterios y de espíritu. Nada de espíritus tristes o cerrados: siempre con el corazón abierto, en espíritu de humildad, de bondad, de alegría. Hay que rezar, estudiar, avanzar. No nos fosilicemos. Los pueblos avanzan: avancemos también nosotros, con la mirada en lo alto, en Dios, con la Iglesia, empujando y no a la rastra.

Que todas las buenas iniciativas se presenten remozadas y modernas, con tal de poder sembrar, implantar profundamente a Jesucristo en la sociedad, y fecundarla en Cristo.

En las manos -y a los pies- de la Iglesia queremos y debemos ser levadura, una fuerza pacífica de renovación cristiana: con la confianza puesta en Dios, queremos restaurar todas las cosas en Cristo. ¡Trabajo! ¡trabajo! Esta es la enseñanza de la historia, el ejemplo de los santos, el mandato del vicario de Cristo, la ley que Dios nos dio. ¡Firmes en la fe, unidos en un solo espíritu, en la integridad doctrinal de la Iglesia, florezca incesantemente en nosotros la verdad en la dulce y diligente caridad! Pongamos toda nuestra actividad al servicio de la religión y de la patria: miremos sólo y siempre el honor de Dios, el bien de la Iglesia, la salvación del prójimo. Con humildad y fervor llevemos a todas partes la impronta viva y luminosa de nuestra fe y de la doctrina de Cristo: ¡Trabajemos! Trabajemos!

¡Adelante, con Dios y con María! ¡Que cada día sea como el primero: adelante, siempre adelante en las obras de bien!

Con renovado vigor y con la fe viva creciente, fe siempre más ardiente y más grande, trabajemos incansables, en la construcción del reino, en la difusión de la caridad de Cristo, y en la salvación de las almas. ¡Almas, y almas!

lunes, 25 de marzo de 2024

DON ORIONE SE OCUPA DE CADA UNO DE SUS HIJOS

 

 

El P. Genesio Poli, en su libro Don Orione e o Brasil (São Paulo, 1990), cuenta en la pág. 10: “... los primeros misioneros... eran: el P. Carlos Dondero que era director en San Remo, el Hno. Carlos Germanó y el Sr. Julio, despensero en el Instituto de San Remo, sin compromisos religiosos”. Agrega que este último, luego de unos meses en la misión se fue y nunca más se supo de él. A mediados de 1914, Don Orione envía al P. De Paoli como refuerzo y asistente de las Hermanas de la Madre Michel. Del Hno. Germanó, religioso con votos que también se fue; hay una carta de Don Orione a la Madre Michel, de junio de 1914 donde lo describe como un huérfano del terremoto, con votos religiosos, y le pide encarecidamente que trate de ir a Mar de Espanha: “Vea si puede hablar con el más joven de los tres: Carlos Germanò. Era un hijo mío querido, un huérfano calabrés que ahora tiene 22 años, Religioso nuestro y ya con los santos votos. De las cartas de Dondero todavía no me queda claro que ya no esté allí. Pero si ya no estuviera, búsquemelo usted (apenas pueda) – y muéstrele esta carta mía y entréguele lo que le doy a usted expresamente para él”

El 14 de setiembre 1914. del mismo año le escribe al P. Carlos Dondero: “Me entero con gran dolor que Carlos ya no está con Uds. y le escribo que vuelva con Uds. Y agrego la presente como carta de presentación ante Uds. y de aceptación de parte mía y de parte de ustedes (...) (Scritti 103, 132).

El 17  de septiembre de 1914, del mismo mes (Scritti 103, 133; cf. G. Poli, Os filhos de Don Orione no Brasil, 1985) le escribe al propio Germanò: “Recibí tu carta del 24 de agosto, ¡que me dio un profundo dolor! ¡No puedo expresar el disgusto que siento en el corazón! Había recibido tu primera carta, (...) Mi querido Hijo, ¿por qué me quieres dar este dolor? Mi queridísimo Carlos, no abandones a Don Orione, que te ha querido y te quiere más que un padre”. El joven se fue a lo de un hermano suyo que estaba en Brasil, luego se casó. Quizás hubiera aceptado volver a Italia, como le proponía Don Orione en varias cartas, hasta 1919; pero ya había empezado la guerra de 1914-1918 20 NdE: el diálogo referido es una recreación literaria realizada por el autor.

MARTES SANTO


En el Evangelio del Martes Santo , Jesús anticipa a sus discípulos la traición de Judas y las Negaciones de San Pedro. El texto es de San Juan: ... Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. El Martes Santo continúa con las celebraciones de la Semana Santa cristiana, que conforme va acercándose los días de los principales cultos siguen su reflexión acerca de diversos pasajes de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret.

domingo, 24 de marzo de 2024

HACERSE UNO CON EL OTRO


 nos dice Don Flavio Peloso.


Comparto un recuerdo y una palabra de Don Orione.

Ciertamente La Providencia quería y documenta la historia de que durante los años de reconstrucción después del terremoto, Don Orione se dedicó más a Mesina que a Reggio. Quería multiplicarse. "También me gustaría venir – escribió el 10 octubre 1909 en Mons.. Cottafavi que lo invitó a Reggio -. ¿Qué es lo que quieres? Por la mañana ya es de noche, y por la noche ya es de mañana, y mi vida es una rueda. Sin embargo, tengo mucha salud y una voluntad de hierro: siento a Dios que me ayuda casi de una manera visible. Ahora voy a tratar de centúplicarme: orad por mí!"

Y mientras tanto se contentó con llegar allí con el deseo, con proyectos:"¿Sabes que voy a poner en Reggio? Así que en Reggio me gustaría poner el oratorio festivo y una escuela religiosa con gimnasio, pero que la escuela de religión estaba hecha seriamente para los estudiantes jóvenes. Es su ciudad; ¿Qué hay de eso? ¿Eres feliz? ¿Ves que no me voy de Calabria, y que también soy calabres? [18]

De hecho Don Orione se dedicó a Reggio y estuvo presente allí en los años siguientes, después de la primera emergencia, forjó una amistad santa y fructífera con el P. Gaetano Catanoso y Salvatore De Lorenzo. La fruta más duradera y merecida es la Obra Antoniana delle Calabrie, profundamente inscrita en el corazón y la historia de Reggio. En ella continúa incluso hoy la presencia de sus religiosos, como en Tre Mulini continúa la presencia de las monjas.

Con razón, a los calabreses de hoy, Don Orione repite:"¿Ves? No me voy de Calabria, y también soy calabres".

LUNES SANTO

 El Lunes Santo es el segundo de los días de la Semana Santa, cuyo comienzo tiene lugar el Domingo de Ramos, y durante la cual los cristianos conmemoran la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. El Lunes Santo es un día crucial, no tanto en los festejos y liturgias, sino en su significado histórico. Es llamado "Lunes de Autoridad" porque Jesús manifiesta ante el pueblo y la naturaleza su poderío. Jesús expulsa a latigazos a los mercaderes del Templo de Jerusalén.

jueves, 21 de marzo de 2024

MARÍA CONSUELO DE LOS AFLIGIDOS Y SIGNO DE UNIDAD

 



1) Santo Padre Francisco

 

Celebrar a María es, en primer lugar, hacer memoria de la madre, hacer memoria de que no somos ni seremos nunca un pueblo huérfano. ¡Tenemos Madre! Y dónde está la madre hay siempre presencia y sabor a hogar. Dónde está la madre, los hermanos se podrán pelear pero siempre triunfará el sentido de unidad. Dónde está la madre, no faltará la lucha a favor de la fraternidad. Siempre me ha impresionado ver, en distintos pueblos de América Latina, esas madres luchadoras que, a menudo ellas solas, logran sacar adelante a sus hijos. Así es María. Así es María con nosotros; somos sus hijos: Mujer luchadora frente a la sociedad de la desconfianza y de la ceguera, frente a la sociedad de la desidia y la dispersión; Mujer que lucha para potenciar la alegría del Evangelio. Lucha para darle «carne» al Evangelio.

 

2)   De los escritos de Don Orione [1]

 

EL CORO DE LOS 500

Tomado de la Parola del 26 de marzo de 1933, Don Orione en el almuerzo así se dirigía a sus seminaristas.

“¡Bien!Escuchen… Me gustaría sentir aquellas “aclamaciones” cantadas por ustedes en la fiesta de la Virgen de la Guardia… Pero, se sabe, pero no sólo me gustaría sentir su coro, que, por grande que sea, es siempre un pequeño coro… Quisiera sentir estas aclamaciones cantadas por un coro de al menos 500 voces, allá en la plaza de la Catedral… (murmullos)

Seguro!... Quinientas voces que cantan la gloria de Dios, a la Virgen María, al Papa, a las Autoridades, a la Patria, a todo el mundo!... (hilaridad)

¿No les parece una linda cosa?... Creía que estarían contentos y sin embargo se asustan enseguida. ¡Qué gente de poca fe!... (hilaridad)

Aquellos que estaban cerca le dijeron: -Pero no hay ni en todas las casas de Tortona 500 voces!... ¿cómo?... (Contesta con brío) ¿No hay 500 voces?... ¿Y qué están haciendo en este mundo las Hermanas de San Bernardino?... (vivísima hilaridad de todos, rumorosa y cordial, Don Sterpi mueve la cabeza… Don Orione impertérrito prosigue)

Por la Virgen, debemos hacer también ésto. Seguro!... Los tortoneses, ya están habituados a estas cosas; me han tenido siempre como un poco loco: pueden añadir también ésta… (hilaridad). Por la Virgen no nos debe avergonzar pasar por locos y hacer locuras. Los otros van a las plazas a hacer saltar el oso y para vender sus mercaderías de tienda, de verduras, etc. o también de bobadas, con tal de vender y hacer plata. Y nosotros iremos en vez, para cantar a la Virgen!... Toda nuestra vida, todas nuestras acciones, el estudio, el trabajo, todo debe ser un canto a la Virgen…”

 

3) Oración de los Fieles:

 

Virgen humilde, haz que nuestro arrojo por las empresas espaciales no se convierta en soberbia y autosuficiencia, sino un himno de alabanza y agradecimiento a Dios

Ruega por nosotros, María

Acrecienta nuestro sentido de responsabilidad, para que cuanto más crezca el poder de los hombres, tanto más se extienda su responsabilidad

Ruega por nosotros,  María

Haz que los pueblos ricos y sus gobernantes no se olviden, a causa de la carrera espacial, de los pueblos subdesarrollados, mientras nosotros exploramos el espacio, viven en la miseria y el hambre.

Ruega por nosotros, María


[1] DOLM Vol. III, pág. 1708

lunes, 11 de marzo de 2024

12 DE MARZO DE 1940, ULTIMO DIA DE VIDA DE DON ORIONE

 

Martes 12 de marzo. Como en los días precedentes, don Orione se levanta a las 6. Va a la capilla y, después de media hora de meditación, se dispone para la celebración. La encargada de la sacristía, María Teresa Wasescha, le ha preparado la casulla blanca, en la memoria litúrgica de San Gregorio Magno. Don Orione hubiera querido celebrar con la casulla violeta, siendo martes de Cuaresma, pero inmediatamente accede: “Dejemos, dejemos así”.

           Cuenta Don Terenzi: "Asistí a su misa, ayudada por Modesto. Procedía con lentitud, tosió varias veces y se lo veía agitado. Dio la comunión a Modesto y a otras personas de la casa.Participan en la celebración las Hermanas, el personal de la casa y algunos residentes de la Villa Santa Clotilde: en total, cerca de 20 personas. Al hacer la genuflexión, don Orione se apoya con fuerza en el altar.
        Regresó a la sacristía después de la Misa y entonces fui para oficiarla yo. Modesto debió salir por un momento. Entonces él, al ver que me revestía solo, me ayudó como un sacristán, sin omitir ninguna ceremonia. Le dije que ofrecía la Misa a la Virgen por él y por sus obras. Me lo agradeció de todo corazón. Mientras tanto, Modesto tardaba y yo hacía lo posible para retrasarme porque comprendía que si no me ayudaría en la misa. Pero lo advirtió y dijo: - Vamos, vamos ¡venga que yo lo ayudaré en la misa!

         - Padre, por favor. Vaya a sentarse. Está cansado.

         - Qué va... venga, venga. Yo lo ayudo.

         Y me obligó a salir.

         Para no cansarlo puse el bonete sobre la grada del altar, en vez de dárselo a él. Pero se inclinó y lo recogió del suelo, lo tomó y apoyó sobre la mesita. Yo, mientras tanto, hice señas a las hermanas, para que llamaran a alguien. Y dije:

         - Padre, vaya a sentarse. Me ayudarán las hermanas.

         - Vamos, vamos. ¡Comience!

         Se arrodilló en el suelo con las manos juntas, compuesto como un sacristán y siguió ayudándome hasta el Evangelio. Finalmente llegó Modesto y entonces consintió en dejarle el puesto, pero fue a arrodillarse al primer banco - muy incómodo - y se quedó inmóvil, arrodillado, durante toda la misa. Luego salió y se retiró a su habitación a escribir".

         Comienzo de la jornada. Las horas de la mañana transcurrieron y la pluma de Don Orione no se detuvo. Escribió muchas cartas, meditadas, quizás sufrientes...Terminada la Misa del P. Terenzi, don Orione permanece un poco en la capilla rezando. Los dos sacerdotes van al locutorio a desayunar. A ellos se les suman el P. Bariani y el P. Ghiglione, provenientes del Internado San Rómulo.

 Don Orione retoma el trabajo. Alrededor de las 11 comienza a llover. Casi al finalizar la mañana viene a visitarlo la Superiora de las Hermanas Carmelitas Descalzas, de un monasterio cercano, donde la mañana del domingo 10 de marzo, el P. Bariani celebró la Santa Misa.

|p3 A mediodía - recuerda Don Terenzi - comenzaron a llamarlo para el almuerzo. Pero no aparecía. Modesto hizo calentar tres veces la sopa y Don Bariani dijo:

         - Pero, Padre ¿en qué se convertirá este pobre arroz?

         - Coman, coman ustedes, no hagan esperar a Don Terenzi.

         Fue necesario obedecerle. Sin embargo, advirtió que Don Bariani y yo comíamos lentamente para esperarlo y nos dijo:

         - Coman, coman tranquilos. No piensen en mí; no puedo suspender. Saben que si voy a comer, pierdo el hilo y luego no lo vuelvo a hallar.

         Finalmente llegó y se sentó a la mesa. Apenas había comenzado la sopa cuando vio que Modesto decía algunas palabras al oído de Don Bariani.

         - ¿Qué sucede?

         - Nada, nada, ¡coma la sopa que se enfría!

         Después de algunas cucharadas:

         - Pero, dígame. ¿Vino alguien?

         - Sí, pero ahora, por favor, esté tranquilo, coma.

         Breve pausa.

         - Pero, ustedes saben que no me gustan las medias palabras; ¿quién es?

         - El canónigo Perduca y el señor Pedevilla (benefactor de Tortona) y un clérigo argentino Ignacio Merino . Pero quédese tranquilo, ya se les ha llevado algo para comer.

         Y, apenas terminada la sopa:

         - Pero ¿qué me hacéis hacer? ¡Este no es modo de recibir a ciertas personas! Abre la puerta y se presenta en la sala de audiencia, donde están sentados los recién llegados.

         - Perdónenme - les dice con gran cordialidad - estoy allá ocupado con un Monseñor de Roma... y él mismo lleva el vino y los vasos hasta que los ve empezar a comer. Luego torna a su mesa.

         - Pero Padre - le dicen - ¡la comida se ha enfriado!

         - ¿Y qué importa? Ahora todo está bien; les dije que estoy ocupado con un Monseñor de Roma...

         - Pero, Padre, yo no soy Monseñor - dice Don Terenzi.

         - ¿Monseñor?... Para la Virgen usted es más que un monseñor. Ahora, cuando terminemos de comer, los presentaré. Terminado el almuerzo, todos juntos van a la capilla para la visita al Santísimo Sacramento. Regresan luego al locutorio, hasta las 16 horas aproximadamente donde el coloquio continúa con vivacidad, sobre varios temas. Don Orione habla casi siempre él. Al terminar la comida se reúnen todos para tomar el café y Don Orione narra episodios lejanos, importantes, respecto al Cardenal La Fontaine y tantos otros; el tiempo pasa y llega la hora de la despedida. ¡Con cuánta premura Don Orione recomienda a sus huéspedes se cuiden en el viaje! Don Perduca, el clérigo Merino y Pedevilla se despiden de don Orione. Don Perduca pide la bendición. Don Orione consiente: “De buena gana te la doy, pero con un pacto: que vos me des la bendición a mí”. Al saludarse, don Orione entrega una carta para don Sterpi: “Querido don Sterpi: el Señor esté siempre con nosotros! ... Estoy bien, no he sentido más ninguna molestia; como con apetito y duermo mucho, nunca he dormido así; siento vergüenza. Todavía no salí porque el tiempo no es bueno; cuando esté lindo iré a visitar a Monseñor Rousset y a Monseñor Daffra, y tal vez me anime a ir hasta la Virgen de la Costa o hasta el Santuario del Sagrado Corazón en Bussana”.

         A fuerza de insistencia, Don Bariani logra, finalmente, que Don Orione se retire y también Don Terenzi decide partir de San Remo a las 20,30. Una vez más, durante el lapso restante, hablan del Santuario del Divino Amor.

         Y Don Orione dice a Don Terenzi: - ¡Cuánto bien hará a su espíritu de obediencia y de comprensión! (refiriéndose a sus monjas, que se encuentran bajo la dirección de las otras religiosas). Así, cuando se encuentren solas, podrán comparar y todo les parecerá más fácil, pensando en el tiempo de prueba. De este modo se cimenta la unión entre ellas y se forman en la verdadera obediencia...

         rogaré a la Virgen para que os envíe personal. Don Bosco decía: 'Es mejor hacer fuego con la leña del propio bosque', y lo decía, precisamente, refiriéndose a los auxiliares y a eliminar las fuerzas extrañas de su obra. A ustedes no les puede faltar personal. Una vez constituido el primer núcleo, cada año, para la época de la peregrinación, otros, al verlos, se les unirán, ¿no lo creen así?

         Y con respecto a la celebración del segundo centenario (1940) de la Virgen del Divino Amor: "Cumplid con el programa que trazaran los superiores; pero hay que moverse, hay que moverse mucho. Sería necesario que el centenario se distinguiera por la iniciación de algunas de las obras para el nuevo santuario".

         Con respecto al traspaso de la Obra Pía al Santuario: "es difícil. Es una obra grande ¿no? Por lo tanto, rezad. En lugar de pedir una audiencia a Mussolini, ¡haced que él vaya al Divino Amor!...". 

 Las horas de la tarde de don Orione se suceden en la manera acostumbrada: a las 18, el rezo del Santo Rosario; a las 19, cena en el locutorio, en compañía del P. Terenzi, quien ha decidido viajar esa misma noche. A las 20, don Orione le encarga al P. Bariani que acompañe al P. Terenzi a la estación de San Remo

         "Eran casi las 20 - cuenta Don Terenzi -. Hora de despedida. Don Orione se preocupó de que Don Bariani preparase el automóvil para acompañar a Don Terenzi a la estación. Estos tres llegarían a la Casa Madre de Tortona alrededor de las 22.30 para informar a don Sterpi sobre la mejoría de salud del fundador, y justamente en aquel momento don Orione, en San Remo, se estaba muriendo.   Se levantaron de la mesa y fueron a la habitación de al lado. Don Terenzi le pidió que escribiese una bendición para las Hijas del Divino Amor. Don Orione escribió, sobre una tarjeta postal de San Remo:

         '12/3/1940 ¡Ave María y adelante! ¡Ave María y adelante! A las hijas de la Virgen del Divino Amor. Don Orione. Una bendición grande y rueguen por mí'. La puso en un sobre y escribió la dirección: 'A las religiosas, hijas de la Virgen del Divino Amor. Roma".

         Cuando Don Terenzi se despidió, Don Orione lo abrazó:

         - Padre, ¿qué me dice?

         - ¡Creced en el amor a la Virgen y esparcidlo por todas partes!

|p4 Al quedar solo se puso nuevamente a escribir. Escribió a Don Zanocchi: "Estoy acá sólo por algunos días, por orden de los médicos, para mejorarme... Estoy mejor. Finalmente no podéis lamentaros de que no os envío personal. Les mando buen personal de espíritu y bien preparado...".

         Se detuvo, quedó pensativo, meditando sobre la esperanza que le era más querida: guiar personalmente a los misioneros a los pies del Papa, antes de la partida, para que recibieran su bendición. El recuerdo del Papa le resultó particularmente dulce en ese momento: fue un 12 de marzo del año anterior, cuando Pío XII fue coronado en San Pedro con un rito de incomparable belleza y serenidad.

         Don Orione volvió a pensar en aquellos momentos que le parecieron cercanos, tangibles . Durante una hora, la habitación solitaria se pobló de presencias grandes, vivas y extraordinariamente consoladoras...

         Luego Don Orione retomó la pluma y escribió a un benefactor: "En realidad hubiera debido recomenzar mi actividad; pero vine acá únicamente para conformar a tanta buena gente. Estoy resignado; pero, gracias a Dios, espero poder retomar pronto mi modesto trabajo para la niñez necesitada de fe y de un oficio que les proporciones el pan, y para nuestros queridos pobres...".

         Eso escribía a las 21 horas del día 12 de marzo... Dios le permitía una gran realidad: la consigna "morir de pie" se haría realidad y gracia. Y por un don particular Dios le permitió, en aquellos últimos momentos de su vida, olvidar cuanto había intuido tan claramente durante semanas y meses: que la muerte crecía en él a grandes e inexorables pasos. Pero él debía morir de pie y casi ignorando los lazos y los límites de la muerte corporal. De pie, con su ilimitada confianza en Dios, con un abandono tan pleno que ya no necesitaba hacer las cuentas con la vida y con la muerte. La vida y la muerte se habían convertido en una sola cosa y se resolvían en una realidad: amor y servicio.

         Se dispuso a rezar las oraciones nocturnas; ya había rezado el rosario antes de cenar. Entró en su habitación, se arrodilló. Había sido una jornada intensa, con visitas queridas, de consejos útiles, de contactos epistolares - ¡muchas cartas! - y todas las palabras habían sido dichas por Cristo y para Cristo; para Don Orione estaba implícito y era perentorio y natural que se dijeran todas las cosas para el bien y al servicio de Cristo.

Detrás de una estampita, con fecha 12 de marzo 1940, don Orione escribió: “Señor, quiero hoy y siempre reinar en tu paternal corazón y en los brazos de la santa Madre Iglesia, Madre de los santos y también Madre de mi alma”. No se excluye que éste sea el verdadero último escrito de San Luis Orione.

         Sonó el teléfono y Don Orione respondió; era la voz, tan conocida, de un hombre de negocios y también político, Aquiles Malcovati. En esos momentos, la voz de Aquiles Malcovati simbolizaba lo mejor del apostolado de Don Orione; ya mencionamos sus conversaciones anteriores y vimos cómo sintetizaban las características más sobresalientes del don concedido a Don Orione para afrontar a las almas.

         Ahora, ignorando las verdaderas condiciones de salud de Don Orione, Aquiles Malcovati le pedía una enésima obra de caridad:

         - Padre, hay una pobre mujer enferma, abandonada por todos..., necesita ayuda... se la debería hospedar de inmediato en algún Pequeño Cottolengo.

         - Está bien, querido amigo. Llévela de inmediato a Génova; yo me encargaré de avisarles.

         Aquiles Malcovati, hombre dedicado ya por entero a las obras de bien; Luis Orione, a menos de una hora de su muerte. "Fue su último 'sí' a los hombres", comentaría luego el Cardenal Siri en 1957, en una espléndida conmemoración.

         Son las 21,30, las 21,40... Don Orione se ha retirado a su habitación y escribe aún un poco más. El apagado murmullo del mar llega hasta la habitación... una respiración monótona y posesiva; quizás, ese murmullo evoca en Don Orione el ritmo del Océano, tantas veces oído y el rumor de otros mares, y el correr de algunos ríos que hacían recordar al mar; ¡cuántas aguas recorrió este pequeño sacerdote que hoy escribió durante tantas horas!

 |p5 Cartas, cartas; por hoy, la última firma. El enfermero Modesto se asoma, le pregunta si necesita algo, le da las buenas noches y Don Orione responde; ¡Que descanse! ¡Loado sea Jesucristo!

         Modesto se retira, pero deja la puerta de la habitación abierta, por una costumbre de cautela que le parece, y en realidad es, sumamente necesaria.  Se retira, dejando semi abierta la puerta que comunica su habitación con la del clérigo Modesto.

         Don Orione se recoge en oración: "Deus charitas est".

         La unión con su Dios es tan plena que, a pesar de distracciones y ocupaciones, permanece inmutable; pero es evidente que no bien callan las voces del mundo, la intimidad se hace más perfecta todavía: amar, servir, sufrir, he aquí su trinomio predilecto; la disponibilidad del alma se mantiene siempre ilimitada y vivísima. Es la "manera", la consigna de la unión que Dios le concede a su siervo Luis y que éste, durante tantos y tantos años acepta y concreta del modo más profundo: amar en la alegría, en el sufrimiento, en los desprecios, en la satisfacción, amar muriendo, muriendo de pie...

         Todo es amor, todo es gracia.

         Son, aproximadamente, las 22,30.

         Modesto escucha un quejido. Acude.

         - Mira - le pide Don Orione, con serenidad - ¿no sería necesaria una inyección?

         - Enseguida, Señor Director.

         Prepara ampolla y jeringa, pero Don Orione agrega:

         - ¡Espera un poco!...

         Se queda con la mirada fija adelante.

         - Y, Señor Director, ¿le damos la inyección?

         - No, parece que ya pasa...

         Pero la frente se le cubre de sudor, los ojos se nublan, el rostro es cadavérico. Modesto propone las gotas de coramina y Don Orione responde: - sí, sí... Bebe en tres sorbos, agitado. Modesto insiste en hacerle la inyección; responde que sí pero se sofoca y hay que sentarlo en la cama, con la espalda apoyada en dos almohadas. El enfermero corre a llamar a Don Bariani;en la planta alta, cuando regresa, encuentra a Don Orione intentando descender del lecho. Lo acomoda como puede, le da oxígeno. Llega Don Bariani; mientras tanto, también acude la superiora de la casa, Sor Rosario, y pregunta si puede entrar. Don Bariani, conociendo al enfermo, dice primero que no; pero como el enfermo se agrava, la llama: -Entre, hagamos algo... está muy mal. Sor Rosario se precipita, está por acercarse a Don Orione, que tiene la cabeza apoyada en el pecho del enfermero Modesto; pero cuando él la ve, la mira con ojos bondadosos y le pide, con un gesto de la mano, que se aleje .La Superiora obedece y se arrodilla detrás de la puerta. Unos instantes después, Modesto la invita a entrar.

          Un sudor frío desciende por la frente reclinada de Don Orione. El enfermero, para aliviarlo, acerca el sillón y lo sienta envuelto en mantas, abre el tubo de oxígeno, intenta dárselo al moribundo, a quien sostiene con su brazo derecho.Don Orione murmura: “El doctor, el doctor...”. El P. Bariani corre al teléfono, pero no logra contactar a nadie. Don Bariani se precipita a buscar un médico. Corre hacia afuera y va en auto a buscar al Dr. Panizzi, pero no lo encuentra porque aquella noche está prestando servicio fuera de casa . Don Orione está en los umbrales de la muerte. Un sudor frío cae abundante de su frente. Don Orione pide que le sequen la frente. El clérigo Modesto, ayudado por Sor M. Rosaria, lo limpia con varios pañuelos.  Unos momentos antes de morir, pareciera que don Orione buscara algo, tal vez el Crucifijo.  A pesar de la angustia física, se lo ve perfectamente sereno, con los ojos vueltos hacia el cielo: Luego cruza las manos sobre el pecho, eleva los ojos al cielo, y casi sin respiración exclama:

         - ¡Jesús, Jesús!...

         Luego, vuelve los ojos hacia el enfermero: es una mirada de gratitud que él no olvidará nunca.

         - Voy, voy... ¡Jesús! ¡Jesús!

         Reclina la cabeza. Son las 22,45 del 12 de marzo de 1940 .Apoya la cabeza en el brazo del clérigo enfermero y muere. Son las 22.45 del martes 12 de marzo 1940. En el preciso momento de la muerte están presentes el clérigo Modesto Schiro y Sor M. Rosaria Baiardi.

Al darse cuenta de la muerte, Sor M. Rosaria comienza a llorar y sale sollozando para advertir a las hermanas. El enfermero Modesto, mientras tanto, coloca dos almohadas a los lados del cuerpo de don Orione para que la espalda y la cabeza se mantengan erguidos. Recoge todo lo que se encuentra sobre la mesa y lo pone en la valijita de la correspondencia. Después retira las sábanas de la cama.

En este momento llega el P. Bariani con un joven doctor, recientemente recibido. El doctor se sienta junto al cuerpo, le toma el pulso y confirma la muerte. Luego regresa a pie a su hotel. El P. Bariani sale de la habitación para avisar  telefónicamente a los hermanos de Tortona, Génova y San Remo.

 El enfermero Modesto logra acomodar el cuerpo de don Orione en la cama y colocarle la sotana. Llega el canónigo, Padre Gazzaniga, se pone a los pies de la cama y rocía el cuerpo con agua bendita. Luego, con la ayuda de Sor M. Rosaria, de María Teresa Wasescha y de una señora, residente del Hogar de ancianos, el clérigo Modesto procede a revestir el cuerpo de don Orione con los ornamentos sacerdotales: amito, alba, cíngulo, estola y casulla violeta. Unen las manos de don Orione con una cinta blanca, a la altura del codo, para poderle colocar el Rosario.

 Mientras tanto el P. Bariani, salido para avisar a los hermanos, trata de llamar por teléfono a Tortona, pero inútilmente, porque de noche las líneas inter urbanas están desconectadas.

 Alrededor de las 23 horas, y habiendo sido avisados por teléfono, llegan del Internado San Rómulo, el P. Ghiglione con los clérigos tirocinantes Eugenio Manduca y Attilio Ruggeri. Se sacan los muebles de la habitación y, a ambos lados del cuerpo de don Orione, bien vestido y ordenado, se colocan dos candelabros.

 l P. Ghiglione hace llamar a todas las Hermanas para que puedan participar de aquel solemne momento. Están presentes: Sor M. Rosaria Baiardi, Superiora de la comunidad, Sor M. Signum Crucis Ensabella, Sor M. Eufrosina Cremasco, Sor M. Dominga Lapadula y la entonces novicia del segundo año Sor M. Priscilla Di Berardo. Todos comienzan a rezar.

No habiendo podido llamar por teléfono a Tortona, el P. Bariani decide ir inmediatamente en auto para llegar a Casa Madre y dar la noticia a los hermanos.  

domingo, 10 de marzo de 2024

CRÓNICA DEL ADIOS, ¿CÓMO VIVIÓ LOS DÍAS ANTERIORES A SU MUERTE?






Don Orione regresó de América Latina el 24 de agosto de 1937, cansado y con diversos problemas de salud relacionados con el deterioro de la edad.

Una alarma preocupante se produjo cuando, durante la noche del 9 de febrero de 1940, sufrió un violento ataque de angina de pecho con sensación de asfixia. Don Camilo Bruno le llevó el "Viático" y luego la "Unción de los enfermos". Tras recibir atención médica inmediata, fue declarado fuera de peligro recién al día siguiente. Se decidió el traslado de su cámara frigorífica a la “sala del reloj”.

Siguieron días de gran preocupación por las repetidas crisis respiratorias y anginas de pecho. Hermanos y médicos coinciden en la oportunidad de un período de descanso en el clima templado de San Remo. ¿Pero cómo preguntarle?

Están a cargo el profesor Manai de Alessandria y el doctor Codevilla.

- “He oído que tienes dos casas en San Remo. Es una Providencia, ya ves. Necesitamos ir a San Remo para pasar allí unas semanas de convalecencia".

- “¡En San Remo no!”.

Al ver la sorpresa de los dos médicos ante tan clara negativa, Don Orione explica: "Quiero estar entre los pobres". Y luego, pensativo, pregunta:

- “Perdóneme, es un sacerdote el que le ruega que sea explícito. Di la verdad: ¿estoy al final de mis días?”.

- “No, no, ¿por qué esta pregunta?”.

- “Porque, si ese fuera el caso, yo también quiero sacarme de esta habitación demasiado lujosa y morir en la pobreza. Soy un hijo pobre del campo, mi padre era pavimentador de carreteras, toda mi familia era pobre... No pertenezco a aquí."

“Pero ¿dónde quieres ir?”.

- “Si quiero salir de aquí, quiero ir a morir entre los pobres, al instituto Borgonovo. Hay muchos niños allí sin nadie, abandonados, recogidos por la Providencia. Quiero morir rodeada de esos niños, en una casa que vive y practica la pobreza".

El doctor Codevilla no puede contener las lágrimas y el profesor también tiene lágrimas en los ojos.

A solas con Don Bariani, Don Orione pregunta si Don Sterpi está al tanto de esa propuesta.

- “Señor director, usted sabe que no se puede hacer nada sin informar a Don Sterpi”.

Don Orione lo entiende. ¿Por qué evitar la invitación de don Sterpi que para él tiene el valor de la obediencia? La obediencia bien vale el sacrificio.

 6 DE MARZO

Es la fiesta de San Marziano. Don Orione se levanta y celebra misa, luego se dirige a la catedral para rezar en la urna del santo. Pide a quienes la acompañan: "Vamos a saludar a la Virgen". Y lo llevan al santuario de la Madonna della Guardia.

Al mediodía almuerza con sus hermanos; sobre la mesa, frente a él, le muestran la antigua estatua de la Virgen de la Divina Providencia, la del primer cerro de San Bernardino.

7 DE MARZO

En el Paterno de Tortona, Don Orione está listo para partir hacia San Remo. Llama a Giuseppe Zambarbieri y le pide que ordene el registro de misas.

8 DE MARZO

Por la mañana, mientras se viste, comenta: "Mi pobre sotana, ya no aguanta más, como mi vida".

Va a visitar al Obispo, sube nuevamente las escaleras del episcopio, testigos de muchos afectos y proyectos de su vida.

Luego, va a San Bernardino, reza en el Santuario, visita a los pequeños probandos, a los clérigos, a las Pequeñas Misioneras de la Caridad y a los ciegos Sacramentinos: hay un saludo y una buena palabra para todos.

Por la tarde se encuentra con los once clérigos que recibirán el diaconado al día siguiente y les dice: "Sintiendo que nos faltan las fuerzas y que se nos escapa la vida, nosotros, los ancianos, podemos encontrar consuelo en miraros a vosotros, a quienes confiamos el Evangelio, la cruz. , la estola, el altar, todo...".

Después de las oraciones de la tarde, en la capilla del Paterno, dice las últimas "buenas noches", paternales, fuertes, dulces y sentidas. Don Orione se conmueve y se conmueven: "Mi vida está unida a un hilo y todos los momentos pueden ser los últimos... ¡No es entre las palmeras donde quiero vivir y morir, sino entre los pobres que son Jesucristo!" .

Casi por acuerdo tácito nadie se mueve de sus escritorios. Don Orione se arrodilla y apoya la cabeza sobre los brazos entrelazados sobre la mesa del altar. Se escucha un silencio lleno de emoción. Varios lloran... Pasan unos minutos. Entonces el canónigo Arturo Perduca sugiere a un clérigo ir a pedirle al Director una bendición para todos.

Don Orione se levanta, recita un Ave María y con un gesto amplio bendice diciendo: "Gratia, misericordia, pax, et benedictio Dei Omnipotentis: Patris et Filii et Spiritus Sancti descendat super me et super vos, et maneat semper nobiscum. Amén". .

Tan pronto como regresó a la habitación, don Orione preguntó, a diferencia de las otras veces, si don Orlandi y sus ayudantes de escribas estaban en Buona Notte, sugiriendo así su deseo de que la parte sustancial de estas palabras de despedida quedaran escritas. ¡Aquí están escritos! Cada Orionina entonces y ahora las tiene escritas en su corazón. Un deseo.

9 DE MARZO

Al amanecer Don Orione celebra misa en el Paterno. Luego se dirige a Don Gatti: "Quiero hacer mi confesión". Vuelve de nuevo a la habitación: al salir entrega la llave al responsable.

Don Orione baja de la habitación. En el pasillo, sacerdotes y clérigos conmovidos están alineados en dos filas; Sonríe a todos, acelera el paso, visiblemente emocionado. Se mete en el coche. En la estación, luego el tren, la soledad. Junto a él permanece el clérigo Modesto Schiro.

Villa Santa Clotilde, San Remo: el pensionista está entre las palmeras, se oye el aliento del mar cerca. Al llegar a Villa Santa Clotilde, la primera visita de Don Orione es a la capilla. Debido a una avería, la luz no funciona. Luego se va a descansar.

Cuando despierta está sereno y casi alegre. Pasa horas y horas en la mesa ocupándose de la correspondencia. De vez en cuando Modesto lo ve detenerse y susurrar: "¡Jesús, Jesús!..". Permanece absorto en oración por un momento, luego la pluma comienza a correr nuevamente.

10-11 DE MARZO

Don Orione sigue el horario comunitario, en la capilla y en la casa. Recibe algunas visitas. Reza y escribe mucho. Modesto Schiro cuenta las cartas que va a echar al buzón. Don Orione, después de su salida de Tortona, escribió unas sesenta cartas: el día 9, día del viaje, escribió unas quince; los días 10, 19; los días 11, 23 y el telegrama al Papa; el día 12, día de su muerte, todavía 4-5, pero escribió poco, habló mucho con don Umberto Terenzi y tuvo otras visitas.

11 de marzo

A las 14.30, Don Umberto Terenzi llega a San Remo, por sugerencia del Padre Pío de Pietrelcina: se encuentra con Don Orione muy festivo y cordial. Intercambian noticias.

Don Orione se retira a escribir hasta las 7 de la tarde.

Durante la cena habla de los graves acontecimientos del momento, especialmente en Polonia. Luego todos se van a dormir.