SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


martes, 24 de diciembre de 2024

¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

  


 

Amados míos, la Pequeña Obra de la Divina Providencia debe ser como una Familia en Jesucristo. Estrechados por la caridad, unidos de corazón indivisible en este cuerpo moral que es nuestra Congregación, ¡oh! ¡cuántas ayudas mayores tendremos de la mano de Dios, y cómo nos sentiríamos contentos, felices y fuertes! La Congregación prosperará y será bendecida por el mérito de todos los que contribuirán a mantener la unión y la paz porque nuestra fuerza, oh amadísimos, está en la unión, cuyo vínculo es Cristo. ¡Oh! con que alegría y expansión del corazón entonces cantaremos el “Ecce quam bonum et quam incundum habitare fratres in unum!”.

La caridad está toda dirigida al bien de la Iglesia y de las almas, esta es la divisa de los discípulos de Cristo y de la Iglesia. San Pablo escribió: “La fe, la esperanza, la caridad: la más grande de las tres es la caridad”. Tratemos, entonces, con ardor de tener a la caridad, Este es el camino a seguir, hijos míos, que vale inmensamente más que cualquier otra cosa. El espíritu de la Pequeña Obra es el espíritu de caridad: que la más humilde caridad guíe nuestros pasos, oh hermanos míos: in ómnibus cháritas!

Aquí debo terminar, pues mi carta no les llegaría para Navidad, deberé ser breve. Yo le ruego humildemente al Niño Jesús que quiera infundir en mi y en todos ustedes la dulcísima caridad suya; y en la caridad de Cristo los abrazo, ¡oh mis amados Sacerdotes, in osculo sacto, y les doy el Feliz Navidad! Dios sabe cuánto los pienso y cuanto los amo: recuérdenme en el Altar, especialmente en la Santa Noche. Y a ustedes, mis Clérigos y mis buenos Ermitaños, alegría, esperanza y corona mía, ¡Feliz Navidad!

¡Feliz Navidad a las Hermanas de las varias Familias Religiosas! A todos y a cada uno me encomiendo yo y la Congregación, a cada uno y a todos, desde los más ancianos y desde el más pequeño, mando Augurios con la santa bendición de Navidad y todo voto de bien para el Año Nuevo.

Adiós, oh mis queridos hermanos e hijos, y ustedes, buenas Hermanas, rueguen por mi: recuerden al padre lejano. ¡Yo rogaré tanto por ustedes! Démonos una cita a los pies de Jesús: allá nos encontraremos unidos siempre en la íntima unión de la caridad: ¡y juntos alrededor de Jesús, quam bonum et quam jucundum habitare fratres in unum!

¡Que nuestra alegría y unión sean completas en el Corazón de Jesús en la tierra, en el Corazón de Jesús en el cielo! Nuestros Hermanos de aquí y las Hermanas se encomiendan vivamente a sus oraciones, los saludan y les manden los más santos Augurios. Ellos me tratan con mucha caridad, respeto sin fin e indulgencia: ¡ayúdenme a rogarle a Dios que los compense mucho! Que el Señor de la caridad y de la paz nos de El mismo, continuamente su caridad y su paz. ¡Que el Señor y la Santa Virgen estén con todos ustedes!

Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Los bendigo una vez más: ¡vivamente en Cristo humildes y fieles a los pies del Papa y de la S. Iglesia, y Feliz Navidad! Los bendigo en el Niño Jesús y en María Inmaculada. No nos cansemos de hacer el bien y consumirnos en la caridad del Señor: ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad!

Vuestro afectuosísimo.

Sac. Luis Orione

de la Divina Providenci

"La bondad vence siempre:tiene un culto secreto aún en los
corazones más fríos,más
solitarios y alejados.El amor vence al odio,el bien vence al mal,la luz
vence a las tinieblas y qué son frente a la luz de esta santa noche de
navidad?:Nada!.Realmente nada frente a Niño Jesús!.Jesús permanece y
vence pero en la misericordia".Feliz y Santa
Navidad

lunes, 23 de diciembre de 2024

MÍSTICA NOCHE DE NAVIDAD CARTA 1920


Fragmento de la carta "Regalo de Navidad" escrita por Don Orione en 1920. Aquí, la contemplación de la Navidad se hace poesía. 

¡La claridad celestial

de esta mística noche de Navidad

atrae hasta a las almas más alejadas

-peregrinos descarriados o perdidos-,

como la luz de la casa paterna

en la oscuridad del bosque!

 

Oh, luz divina del Niño Jesús!

suave y santa bondad de Dios

y de la Iglesia de Dios!

 

Hermanos,

obremos con la bondad del Señor,

y así no tendrán que tener miedo

de que se pierda la obra que realizan:

toda palabra buena es un soplo de Dios:

todo acto, santo y grande,

de amor a Dios y a los hombres,

es inmortal!

 

La bondad vence siempre:

tiene un culto secreto

aún en los corazones más fríos,

y más solitarios y alejados.

 

El amor vence al odio;

el bien vence al mal;

la luz vence a las tinieblas!

Todo el odio y todo el mal,

y las tinieblas todas de este mundo,

¿qué son frente a la luz

de esta noche de Navidad?

Nada! realmente nada

frente a Jesús,

frente al Niño Jesús!

 

Consolémonos y exultemos en el Señor!

Los males de la tierra

no tienen que hacernos perder

la efusión del Corazón de Dios;

la victoria final será suya,

del Señor!

Y el Señor vence siempre en la misericordia!

 

Todo pasa:

¡sólo Cristo permanece!

¡Es Dios, y permanece!

Permanece entre nosotros para iluminarnos,

para consolarnos,

permanece en su vida terrenal,

para darnos su misericordia!

 

¡Jesús permanece y vence,

pero en la misericordia!

domingo, 22 de diciembre de 2024

SALUDO NAVIDEÑO DE DON ORIONE AÑO 1922

 


Compartimos un saludo navideño que Don Orione le envió a sus religiosos en 1922, pidiéndoles a ellos (y a todos nosotros) estar unidos en el corazón de Jesús. ¡Feliz Navidad

 Queridísimos hermanos míos de la Divina Providencia:

¡En el Nombre bendito de Dios!

De regreso a Italia, con la mente y el corazón que me parecen más iluminados y dilatados por la caridad de Nuestro Señor Jesucristo Crucificado, y mientras ya me apresto a volver a cruzar el océano, si así quiere la bondad de Dios, llego a ustedes, queridísimos hermanos míos, como hermano y padre que los ama en el Señor, para hacerles los augurios más afectuosos y los votos más santos con la alegría de las próximas fiestas natalicias. Son votos y augurios que expreso todos los días con el alma, con esta alma que vive tanto de su vida, de sus alegrías y de sus dolores, y que todos los días reza en el altar del Señor, pero que con más fervor aun rogará por ustedes la Noche beatísima de Navidad.

¡Cuánto hubiera querido escribirles a cada uno por separado en esta ocasión! Pero ustedes mismos comprenderán que me hubiera sido imposible. Por lo que, abrazándolos a todos espiritualmente, me resulta gracia suavísima escribirles a todos juntos, con ese dulce afecto de hermano y de padre en Cristo, que sólo Dios conoce.

Les diré que hasta me parece muy hermoso tenerlos aquí a todos delante y en el corazón, todos en el altar, reunidos en esta dulce Navidad alrededor de Jesús Niño, y decirles a todos la misma palabra de caridad, que tan suavemente nos une; de esa caridad que tiene tan largos brazos que no ve ni montes ni mares, ni límites ni barreras de nacionalidad, sino que nos aglutina a todos - como dice la Escritura que sucedió con los corazones de Jonás y de David- y hace de todos nosotros un solo corazón y un alma sola, por la vida y por la muerte y más allá, porque en la caridad se sirve de Dios y el hombre se eterniza.

¿Hay acaso gozo más sentido, consuelo más elevado y espiritual, vida más sublime, paz y felicidad mayor, que la santa caridad del Señor y Dios Nuestro Jesucristo? ¡Qué dulce es amarnos en Jesucristo!

Pero en estos días de Navidad, en los cuales las almas cristianas sienten los puros gozos de la fe y de la caridad de Jesús y la mística poesía que exhala del Pesebre, al que llegan peregrinando los pobres, los simples, los pastores, y sobre el cual vuelan y festejan los ángeles, en medio de la luz y del canto del Gloria, y anuncian la paz de Dios a los hombres de buen voluntad; en estas gozosas solemnidades no solo mando augurios de todo bien, de toda consolación celestial, a todos y a cada uno de ustedes, hermanos e hijos míos y corona mía, sino que mientras formulo los más fervientes votos por ustedes, pongo a los pies de Dios una gran oración, que es amor de caridad: la misma oración que Cristo elevó por sus discípulos y apóstoles antes de dejarlos: “Padre Santo, cuídalos, el Nombre que tú me diste, para que sean uno, como nosotros” (Jn. 17, 11).

Haz, oh Señor, que seamos una sola cosa con ti, que todos estemos siempre con ti, en tu adorable Corazón.

Niño Jesús, Jesús Amor, danos tu dulce bendición. Amén.

Don Luis Orione

Fuente: Padre Facundo Mela, fdp http://loqueyorecibi.blogspot.com.ar/

sábado, 21 de diciembre de 2024

NIÑO JESÚS, DANOS TU DULCE BENDICIÓN

 


En tiempo de Nochebuena y Navidad compartimos una carta de Don Orione quien pide por todos nosotros: “Niño Jesús, Jesús Amor, danos tu dulce bendición”.

Queridísimos hermanos míos de la Divina Providencia:

¡En el Nombre bendito de Dios! De regreso a Italia, con la mente y el corazón que me parecen más iluminados y dilatados por la caridad de Nuestro Señor Jesucristo Crucificado, y mientras ya me apresto a volver a cruzar el océano, si así quiere la bondad de Dios, llego a ustedes, queridísimos hermanos míos, como hermano y padre que los ama en el Señor, para hacerles los augurios más afectuosos y los votos más santos con la alegría de las próximas fiestas natalicias.

Son votos y augurios que expreso todos los días con el alma, con esta alma que vive tanto de su vida, de sus alegrías y de sus dolores, y que todos los días reza en el altar del Señor, pero que con más fervor aun rogará por ustedes la Noche beatísima de Navidad.

¡Cuánto hubiera querido escribirle a cada uno por separado en esta ocasión! Pero ustedes mismos comprenderán que me hubiera sido imposible. Por lo que, abrazándolos a todos espiritualmente, me resulta gracia suavísima escribirles a todos juntos, con ese dulce afecto de hermano y de padre en Cristo, que sólo Dios conoce. Les diré que hasta me parece muy hermoso tenerlos aquí a todos delante y en el corazón, todos en el altar, reunidos en esta dulce Navidad alrededor de Jesús Niño, y decirles a todos la misma palabra de caridad, que tan suavemente nos une; de esa caridad que tiene tan largos brazos que no ve ni montes ni mares, ni límites ni barreras de nacionalidad, sino que nos aglutina a todos - como dice la Escritura que sucedió con los corazones de Jonás y de David- y hace de todos nosotros un solo corazón y un alma sola, por la vida y por la muerte y más allá, porque en la caridad se sirve de Dios y el hombre se eterniza. ¿Hay acaso gozo más sentido, consuelo más elevado y espiritual, vida más sublime, paz y felicidad mayor, que la santa caridad del Señor y Dios Nuestro Jesucristo?

¡Qué dulce es amarnos en Jesucristo! Pero en estos días de Navidad, en los cuales las almas cristianas sienten los puros gozos de la fe y de la caridad de Jesús y la mística poesía que exhala del Pesebre, al que llegan peregrinando los pobres, los simples, los pastores, y sobre el cual vuelan y festejan los ángeles, en medio de la luz y del canto del Gloria, y anuncian la paz de Dios a los hombres de buen voluntad; en estas gozosas solemnidades no solo mando augurios de todo bien, de toda consolación celestial, a todos y a cada uno de ustedes, hermanos e hijos míos y corona mía, sino que mientras formulo los más fervientes votos por ustedes, pongo a los pies de Dios una gran oración, que es amor de caridad: la misma oración que Cristo elevó por sus discípulos y apóstoles antes de dejarlos: “Padre Santo, cuídalos, el Nombre que tú me diste, para que sean uno, como nosotros” (Jn. 17, 11).

Haz, oh Señor, que seamos una sola cosa con ti, que todos estemos siempre con ti, en tu adorable Corazón.

Niño Jesús, Jesús Amor, danos tu dulce bendición.

Amén.

DON ORIONE

 

viernes, 20 de diciembre de 2024

DELANTE DE JESÚS

 

 
Nuestro Padre fundador mientras era joven custodio de la catedral de Tortona (1891-1893), fue pobre entre los pobres y rico de tiempo para el Señor. De aquel período llegó a nosotros una poesía y un hermoso texto con notas poéticas de creyente enamorado. Este último fue publicado años más tarde. En la intimidad; en el silencio se produjo un encuentro que lo fortaleció en los momentos de sacrifico y dolor por abrazar la virtud:
Delante de Jesús
Solo ..., de noche, en la iglesia extensa y oscura!
                   Un profundo silencio envuelve todas las cosas.
                   Las sombras descienden desde lo alto;
                   Allá, al fondo, cerca del altar, una lámpara …;
Es una luz pálida, serena.
De tanto en tanto, un soplo …, y un tenue haz de luz va hasta el muro,
besando la figura de un querubín.
Y el ángel, con esa gentil caricia parece confusamente moverse, y desprenderse, como si una ola de celestial amor lo reanimara.
Se reza bien, de noche, delante de Jesús.
Calla el mundo, callan los deseos,
Callan los irrisorios sueños de la fantasía.
La paz del Señor se difunde en toda el alma,
[una] paz grande, profunda; y alrededor silencio y paz, paz, paz.
¡Eres bienaventurada, oh lámpara humilde,
que vigilas consumiéndote delante de mi Dios.
Tú, que eres familiar a este ambiente saturado de amor que rodea el Corazón de Jesús, dime si conoces sus ardientes latidos, sus inenarrables dulzuras.
Ven, oh luz bendita, penetra mi corazón, hasta el fondo, en los rincones secretos … háblame del dulce Jesús ¡del Jesús amor!
Tu suave voz reanimará mi espíritu,
Y hará crecer la virtud, el sacrificio
¡Oh dulcísimo Jesús!
Oh si en mi corazón una perenne llama de amor
emulase la lámpara que en el mechero vela para Ti,
Intensamente, ¡hoy … mañana … siempre!
Este tipo de soledad es intimidad; porque es presencia de Jesús: percibida, gozada y anhelada. No se permanece en el ser sin estos silencios. Porque en el silencio la presencia del Otro lo transforma en encuentro. Y nuestra vida religiosa; nuestra misión surgen de este encuentro con el Otro. Sin esta experiencia de encuentro, nunca abrazaremos las convicciones personales: para quién ser y mucho menos para quién hacer nada en nuestras vidas.
En efecto, difícilmente uno pueda soportar el qué y el cómo si no sabe a quién le ha dicho ese sí. Uno nunca sabe qué dice cuando dice que sí; y también ignora las implicancias de lo dicho. Solamente sabemos, cristianamente hablando, a quién le decimos que sí (“Pedro le dijo: «Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido»Lc 18,28–). Necesitamos entonces, encontrarnos profundamente con ese tú a quien le hemos dicho que sí, por que el “qué” lo sabremos más adelante: en el despliegue histórico de nuestra existencia.
[...] El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. [...] María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho».Y el Ángel se alejó.
[...] Simeón [...] dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón.
[...] Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre

Ejemplos de esta experiencia abundan en la vida de nuestro padre Don Luis Orione


jueves, 19 de diciembre de 2024

DON ORIONE: PROMOTOR DEL PESEBRE VIVIENTE


Inspirándose en San Francisco de Asís, el santo tortonés organizó en los años treinta espectaculares representaciones sacras del misterio navideño, manifestaciones de fe y de arte que atrajeron a decenas de miles de personas.

P. Flavio Peloso

“Cuando vayan a Umbría, tendrán la gracia de ir a Greccio. Yo fui allí muchas veces. San Francisco, habiendo regresado de Palestina y todavía enfervorizado por la visión de los lugares santos, quiso que también en Italia se hiciera el Pesebre viviente. Nosotros debemos volver a los primeros tiempos, al primer Pesebre, y se hará el bien” (Scritti V, 212).

Al expresarse así es San Luis Orione (1872-1940) aquel que, en tiempos modernos, relanzó la sacra representación del Pesebre viviente realizada por San Francisco por primera vez en la Navidad del 1223, en Greccio, con la ayuda de la población de la zona y de Giovanni Velita, señor de aquellos lugares. Con el Pesebre viviente, el “Pobrecillo de Asís” y, recientemente, el “Santo de la Divina Providencia” intentaron recrear la mística atmósfera del Nacimiento de Belén, para ayudar a ver con los propios ojos donde nació Jesús.

La continuación de los Pesebres vivientes se debe a la original inventiva apostólica de Don Orione. “Hemos sido los primeros en suscitarlo: al principio parecía una cosa para reír, ¡pero se ha hecho el bien!” (Parola VII, 166), confiaba el santo tortonés.

Algunas notas históricas sobre los Pesebres vivientes organizados por Don Orione en los años treinta nos ayudarán a reconstruir aquellas singulares manifestaciones religiosas y sobre todo su espíritu.

Después de un primer Pesebre viviente realizado en la ciudad de Bra (Cúneo) en el 1925, bien logrado pero de carácter local, en diciembre de 1930, Don Orione decide promover la iniciativa en la ciudad de Tortona confiriéndole el acento de gran manifestación popular. Desde este año, muchos “Pesebres vivientes” se sucederán en diversas ciudades de Italia.

En Tortona, los periódicos locales avisaban que “el 6 de enero un coro de 150 ángeles precederá a los pastores y a los reyes magos; ellos cantarán melodías celestes, los reyes magos tendrán un numeroso séquito de caballeros y de sirvientes, según la costumbre oriental”.

La novedad fue recibida con entusiasmo por los pobladores, incluida toda la vasta región del Piemonte, Lombardía y Lígure. Don Orione se encargó personalmente con la sagacidad de un estratega y la ingenuidad de un niño. En Tortona se reunieron de todas partes miles de personas para asistir a la pintoresca representación sacra.

La campana de Belén fue colocada en el patio, detrás del nuevo santuario de la Virgen de la Guardia, por entonces todavía en construcción. Gran parte de los protagonistas del Pesebre viviente eran los mismos clérigos (seminaristas) de la congregación, “jovencísimos clérigos –observó el diario “Corriere della sera” del 27/XII/1930– que cotidianamente llevaban la cal y los ladrillos, con evangélica devoción, para la construcción del Santuario que Don Orione ha querido dedicar a la Virgen de la Guardia” .

El Pesebre fue verdaderamente solemne y conmovedor. El cortejo, en medio de la muchedumbre, terminó, con el canto del “Gloria a Dios en el Cielo”, junto a la campana donde se realizó el acto de adoración a Jesús. Era este el momento que Don Orione –que antes había permanecido discreto entre la gente– reservaba para sí mismo: dar a Jesús para que sea besado por la gente. Aquel era el acto que sintetizaba y coronaba el objetivo de la manifestación popular.

La sagrada representación fue repetida 4 veces en el período de las festividades navideñas. Tuvieron vasta resonancia con entusiastas artículos aparecidos en los diarios Corriere della sera, Gaceta del Popolo, La stampa, Italia y otros periódicos locales.

Al año siguiente, 1931, la iniciativa se tuvo que repetir, por pedido de la gente. La fantasía y la audacia de Don Orione eran impresionantes. Llegó a presentar un pedido a la Casa Real “para obtener algunos dromedarios, por pocos días, con el fin de dar al Pesebre viviente, único en Italia, una vida y un colorido más oriental” (Scritti 77, 122). Otra vez la manifestación resultó grandiosa y devota, con gran concurrencia de gente. Algo que da una idea de la repercusión popular de la iniciativa fue la concesión de la reducción del pasaje en tren “del 50%, desde las estaciones vecinas y desde las estaciones de Turín, Milán, Génova, Piacenza y Bolonia, con validez desde el 5 de enero hasta la medianoche del día 8” (Scritti 53, 129).

Hay que destacar también que “con las ofrendas y colaboraciones recibidas para el Pesebre viviente se dará un almuerzo a 200 pobres. (...) El almuerzo, en el Colegio Dante, será servido por los ángeles y los pastores del Pesebre viviente” (Scritti 89, 126). Éste es el genio de Don Orione: “unir siempre a la obra de culto una obra de caridad” (Scritti 53, 39).

En 1932, el Pesebre viviente, que Don Orione presentó como “una manifestación de fe y de arte verdaderamente grandiosa, única en Italia” (Scritti 62, 36), se realizó en la ciudad de Voghera.

A quienes trabajaban para la preparación del Pesebre viviente el santo sacerdote les recordaba la finalidad: “lograr, por medio del Pesebre viviente de Voghera, hacer un poco de bien, mucho bien. Que aquella multitud de población que vendrá a Voghera pueda sentir pasar sobre sus almas un soplo nuevo, un nuevo espíritu; aquella paz que los ángeles hicieron sentir a los pastores en la bella, misteriosa noche de Navidad. El pesebre viviente es, y debe ser, la escenificación de una página del Evangelio reproducida en vivo” (Parola Vb, 5-8).

El éxito fue superior a las expectativas, como refiere un artículo aparecido en el diario La stampa del 28.XII.1932. “Ha sido un éxito grandioso, y lo demuestra la muchedumbre llegada en número impresionante, sobre todo desde más allá del río Po, y de la zona montañosa, con todos los medios, para ver el Pesebre viviente, y se calcula que otras 40.000 fueron las personas que asistieron a lo largo de la romana Vía Emilia”.

El Corriere della sera, siempre del 28.XII.1932, hace referencia a Don Orione: “Este sacerdote de gran renombre es un típico ejemplo de la humana bondad sin reposo, sin ambiciones, sin orgullos. (...) Don Orione finalmente ha bendecido a la gente que elevó cantos e himnos religiosos, transmitiendo a la escena un significado de viva conmoción y de alta espiritualidad”.

“El cortejo del Pesebre viviente fue abierto por dos trompetistas a caballo –como un resumen de la época– , por un ángel que indicaba la gruta y por otro ángel con la estrella; seguía enseguida la larguísima y multicolor procesión de los ángeles –doscientos– vestidos de seda y con sus alas, que cantaban con gracia celestial unas suavísimas melodías. Luego venían los típicos pastores, algunos tocaban la gaita, otros dejaban regalos al Niño: quesos, palomas, gallinas, pájaros. corderitos, ovejas, fruta; otros, en fin, guiaban dos numerosos rebaños. Y después los pastores simples y llenos de fe, los reyes magos que, guiados por la estrella, venían desde Oriente con su séquito en búsqueda del Niño Jesús. Y un grupo fastuoso de caballos y caballeros que pasa despertando la admiración del público, y va a la plaza de la Catedral, donde tiene lugar el simbólico ofrecimiento de los regalos: la parada en la Municipalidad , que representaba el palacio de Herodes. Aquí todo el cortejo se despliega y se dispone de modo tal que forma un cuadro imponente y estupendo, que tiene como contexto una inmensa muchedumbre, quizá 40.000 personas. Luego se reanuda la procesión y concluye en la gruta ubicada en el Oratorio festivo San Bovo. Aquí Don Orione habla breve, luego bendice a la gente con el Niño”.

En el 1933, la sacra representación se desarrolla en la ciudad de Novi Lígure el 26 de diciembre y el 6 de enero. Don Orione explicó a sus religiosos: “El Pesebre viviente lo hacemos para reavivar el sentimiento religioso de la gente, porque aquello que cae bajo los ojos permanece más vivamente impreso en la memoria, especialmente de los pequeños y del pueblo. El Pesebre viviente es un gasto, materialmente hablando, pero una ganancia, un activo en los balances del bien. Es una prédica hecha a 30-50 mil personas” (Parola VI, 8).

Las dos manifestaciones fueron retomadas y reunidas en un documental del Instituto Cinematográfico “Luce”.

Giuseppe Zambarbieri, por entonces estudiante del Colegio San Jorge de Novi Lígure y más tarde superior general, asistió a la representación del 6 de enero y comentó: “¡Qué director de escena, Don Orione, en los Pesebres vivientes!”.

Un comentario similar hizo también el escritor y dramaturgo César Meano: “¡Oh qué director de escena aquel Don Orione! Director nato aquel sacerdote piamontés. Desde el ángel principal, que apuntaba la estrella a los pastores, hasta Gaspar, Baltasar y Melchor, yo modestamente hombre de teatro, sentía la mano segura que aquel hombre extraordinario había transmitido como una porción de su alma a todos. ¡No lo perdía de vista! Se destacaba por más de que buscaba confundirse con la masa, con aquella capa y los zapatos color barro, con aquel sombrero de bandido... bueno, tan bueno. ¡Pero los ojos! Llegaban ellos como lámina de luz en el justo tiempo de cada una de aquellas singulares escenas. Pero había un momento en el cual entraba en escena él, todo él. Aquel final, cuando al término de la encantadora parada se llegaba a la gruta, apenas terminada la entrega de los dones. Si bien no era alto de estatura, se elevaba entonces hacia lo alto, hacia lo alto, en la realidad y en la significación y, elevando los brazos, decía pocas palabras: “¡Y ahora los bendigo con el niño!” Así Don Orione elevaba sobre las cabezas del gentío al Cristo Infante, para bendecir y volver a bendecir” (Cart. Meano, ADO).

¿Cuáles eran los secretos, los consejos de Don Orione director de los Pesebres vivientes? Sobre todo, sabía transmitir a todos la idea-mensaje de toda la representación sacra: “El Pesebre viviente debe ser una prédica sin palabras”. Este objetivo lograba inspirar y unificar interiormente los comportamientos de los actores, tan diversos como improvisados.

“Primero: rezar, dar todo de sí mismos, no por vanagloria o por soberbia, sino para representar en vivo una página del Evangelio, y después, hacer un poco de bien. Segundo: quien haga de ángel, de caballero, de pastor, olvídese que es seminarista, y sea ángel, caballero o pastor: en síntesis, haga bien el oficio que hace. Los ángeles tengan los ojos bajos, cara serena, no se rían” (Parola Vb, 5-8).

El santo confiaba en que la preparación espiritual de los protagonistas, “modesto, educado, serio”, expresado en “fervor, intenso ardor y entusiasmo” (Parola Vb, 212), comunicaría a tantos espectadores algo de sagrado, algo de Dios. “El cortejo será dividido así: adelante estarán los ángeles y éstos darán la primera impresión. El éxito del Pesebre en gran parte depende de la primera buena impresión. Vendrán luego los pastores con el rebaño, y los flautistas. Al final la cabalgata de los Magos con su séquito. Habrá 200 ángeles” (Parola Vb, 7-8).

Sobre los mismos principios se basaba también la evaluación de Don Orione, compartida con sus discípulos, acerca del éxito de la manifestación. “El Pesebre viviente es un gasto no pequeño de tiempo y de fuerzas. Días de preocupación en los que estamos obligados a dejar otros trabajos y responsabilidades. Pero, si se parte con el criterio más alto de una ganancia espiritual, vale la pena hacerlo y repetirlo varias veces. Si algo es bueno para los valores morales, entonces vale la pena hacerlo. Es una prédica hecha a 30 / 50 mil personas. Qué buenos frutos se obtuvieron de la jornada de San Esteban, en Novi Lígure. Cuántos hombres, que no besaban desde hacía 30 / 40 años al Niño Jesús, han venido para besarlo. Había más hombres que mujeres. Fue una emoción saludarlos” (Parola Vb, 8-9).

El de Novi Lígure en 1933 fue el último gran Pesebre viviente organizado personalmente por Don Orione. En 1934 partió para América Latina y volvió a Italia en 1937. A su regreso, no pudo realizarlo más, si bien ese era su deseo.

En la vigilia de la Navidad de 1937, animó a sus hijos espirituales a continuar esta manifestación popular de fe y recomendó: “El Pesebre viviente deberá convertirse en una institución de nuestra Congregación y deberemos propagarla en el mundo. Si Dios nos da vida, se lo realizará en Milán. Si yo no estuviese aquí en los próximos años, verán que lo realizaré en América. Sería maravilloso pasar con el Pesebre viviente delante de la Catedral de Buenos Aires: el gobierno tiene mucho aprecio por el Pesebre” (Parola VII, 166).

La Congregación orionita ha permanecido sensible a la tradición de los Pesebres vivientes. Continuó organizándolos en todas partes. Entre los recientes vale la pena recordar, en Italia, el Pesebre de Fumo (Pavía), de Pescara, de Bérgamo, de Pietra Lígure, Seregno, Messina. Siempre, tanto en Boston como en Claypole (Buenos Aires) o en Santiago de Chile, como aseguraba Don Orione, “el Pesebre viviente hace un gran bien, y genera una emoción imborrable en el alma” (Parola VII, fuente   Padre Facundo Mela

 

 Don Orione,franciscanamente devoto del misterio de Belén, para Navidad organizará un pesebre  viviente; y lleva por las calles de Tortona y otras ciudades pastores y ovejas, con gaitas y flautas, ángeles, fastuosos reyes magos, derramando emoción entre los niños siempre entusiastas; y entre los grandes enternecidos. La multitud se agolpa junto a la choza y el Niño, mientras suenan las zampoñas y se elevan cantos de gloria.

" Puede que, en algunos oscuros períodos de la vida, parezca que el señor ha sido sepultado; pero -dice Don Orione- el Señor muerto, tarde o temprano resucita, siempre resucita."

A esa resurrección del Señor en el alma de la gente apuntan sus múltiples iniciativas religiosas y populares.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

EL GRAN SECRETO DE LA SANTIDAD

 


 

La caridad no hace nada de indecoroso: ni nunca se agita ni tiene en cuenta los errores que le hacen; vence al mal con el bien. No goza de la injusticia, mas es feliz cada vez que puede alegrarse de la verdad. Disculpa toda cosa, espera toda cosa, soporta todo. Reza, sufre, calla y adora: ¡nunca decae! La caridad no tiene nada de arbitrario, nada de duro; encuentra su felicidad al esparcir e irradiar a su alrededor la bondad, la dulzura, la gentileza, una cosa desea: inmolarse a sí misma para hacer la felicidad y la salvación de los demás, para gloria de Dios.

Toda ciencia humana es insulsa, si la caridad no le da el sabor con el amor de Dios y del prójimo, sin ella, scientia inflat. Primero la caridad y luego la ciencia, oh Hijos míos, ya que esta “destruétur”, más aquella “non iscade mai”, y está enteramente. Es la caridad, amados míos, y sólo la caridad la que salvará al mundo. ¡Beatos aquellos que tendrán la gracia de ser víctimas de la caridad! Hermanos e hijos míos, amemos a Dios hasta hacer de nosotros una hostia, un holocausto de caridad, y amémonos tanto en el Señor: nada le agrada más al Señor, que ha dicho: “Los he amado...: amaos” (Jn. XV, 9 - 10). El gran secreto de la santidad es amar mucho al Señor y a los hermanos en el Señor. Los Santos son el cáliz de amor de Dios y de los hermanos. Amar a Jesús, amarnos en Jesús: ¡trabajar para hacer amar a Jesús y a Su Santo Vicario, el Papa; ¡rezar, trabajar, padecer, callar, amar, vivir y morir de amor a Jesús, al Papa, a las almas!

martes, 17 de diciembre de 2024

CONTEMPLEMOS EL ARBOL DE NAVIDAD



  Don Flavio Peloso ex Superior General de la obra Don Orione, nos invita en este escrito a mirar el burro y el buey del pesebre y a detenernos a contemplar el árbol de Navidad.

El árbol y el pesebre en nuestras casas favorecen el clima de religiosidad y de intimidad familiar de la Navidad, recuerdo histórico y celebración sacramental del nacimiento de Jesús.
Benedicto XVI definió el árbol “símbolo significativo del Nacimiento de Cristo, porque con sus ramas siempre verdes hace referencia a la permanencia de la vida”.
Parece que esta simbología se remonte al obispo San Bonifacio, cuando en el siglo VII cortó de raíz una gran encina donde debía cumplirse el rito del sacrificio de un niño. Con la sorpresa de todos, caído el árbol, de una rama brotó un abeto. San Bonifacio explicó al pueblo que el abeto, siempre verde, era el árbol de la vida y representaba a Cristo.
Es de Pablo Coelho la simpática historia que les cuento.
En un bosque, en la cima de una colina, vivían tres árboles. Un día comenzaron a discutir acerca de sus deseos y esperanzas.
El primer árbol dijo: “Espero convertirme un día en el cofre que contenga un tesoro. Podría ser llenado de oro, plata o piedras preciosas. Podría estar decorado con labrados artísticos y ser admirado por todos”.
El segundo árbol dijo: “Yo espero convertirme en una nave poderosa. Quisiera llevar reyes y reinas a través de los mares hasta los ángulos más recónditos del mundo. Quisiera que por la fuerza de mi casco cada uno se sintiese protegido”.
El tercer árbol dijo: “Yo quisiera crecer hasta convertirme en el árbol más alto y recto de todo el bosque. Toda la gente me vería sobre la cima de la colina y admirando mis ramas contemplaría los cielos y a Dios viendo cuán cercano estaría de El. Sería el árbol más grande de todos los tiempos y todos se recordarían de mí.”
Transcurrieron algunos años y cada árbol rezaba para que sus deseos se concretasen. Algunos leñadores pasaron un día cerca de los tres árboles. Uno de ellos se acercó al primer árbol y dijo: “Este parece un árbol muy resistente; lograré seguramente vender su leña a algún carpintero”. Y comenzó a cortarlo. El árbol era feliz porque sabía que el carpintero lo transformaría en un cofre precioso.
Llegando al segundo árbol, un leñador dijo: “Éste parece un árbol resistente, creo que lograré venderlo a alguna fábrica naval”. El segundo árbol estaba feliz porque sabía que estaba por convertirse en una poderosa nave.
Cuando los leñadores se acercaron al tercer árbol, éste estaba asustadísimo porque sabía que si sería cortado sus sueños no se habrían realizado jamás. Uno de los leñadores dijo: “No tengo decidido aún qué haré de mi árbol. Pero por lo pronto lo cortaré”. Y rápidamente lo cortó.
Cuando el primer árbol fue entregado al carpintero fue transformado en un contenedor de alimentos para animales. Fue llevado a una gruta y lo llenaron de paja. Eso no era ciertamente lo que el árbol había deseado.
El segundo árbol fue cortado y transformado en una pequeña barca de pesca. Y sus sueños de convertirse en una poderosa nave y transportar reyes y reinas habían terminado.
El tercer árbol fue cortado en largas tablas y abandonado en la oscuridad.
Los años pasaron y los árboles olvidaron sus sueños.
Sucedió un día que un hombre y una mujer llegaron a la gruta. La mujer dio a luz y el recién nacido fue colocado en un recipiente para alimento de los animales que había sido hecho con el primer árbol. El hombre había deseado construir una cuna para el niño, pero fue aquel comedero a convertirse como tal. El árbol advirtió la importancia de este hecho y comprendió que había acogido el más grande tesoro de todos los tiempos.
Años más tarde, algunos hombres estaban sobre la barca de pesca que había sido construida con el segundo árbol. Uno de los hombres estaba cansado y se durmió. Mientras se encontraban en el mar, un temporal violento los sorprendió y el árbol pensó no ser lo suficientemente robusto para protegerlos. Los hombres despertaron al hombre dormido que, poniéndose de pie, dijo: “Paz”. La tempestad se aplacó inmediatamente. En ese momento el segundo árbol entendió que estaba transportando al Rey de reyes en su barca.
Finalmente, un tiempo después, alguien vino y tomó al tercer árbol convertido en tablas. Fue cargado por las calles al mismo tiempo que la gente escupía, insultaba y golpeaba al Hombre que lo cargaba. Se detuvieron en una pequeña colina y el Hombre fue clavado al árbol y levantado para morir en la cima de la colina. Cuando llegó el domingo, el tercer árbol se dio cuenta que él fue lo suficientemente fuerte para permanecer erguido en la cima de la colina y estar tan cerca de Dios como nunca, porque Jesús había sido crucificado en él.
En este cuento, la historia de cada árbol es asumida y valorizada en la historia de Jesús. Más allá de la metáfora, nuestra vida vale, no es una “pasión inútil”, porque el Hijo de Dios, que vino a habitar en medio nuestro, la salvó uniéndola a sí en un destino de vida eterna.
Felicidades, queridos niños y jóvenes que frecuentan escuelas, iglesias y oratorios de la Congregación: cultiven bellos sueños y esperanzas elevadas para vuestro futuro y confíenlas, con la oración, al Señor que los ha querido en el mundo para algo de muy grande, divino y eterno.
Felicidades, queridos ancianos y enfermos: nosotros no sabemos lo que Dios nos ha reservado, pero sabemos que El siempre nos ama, como un padre y una madre, y no cae ninguna hoja sin que Dios lo quiera.
Felicidades, queridos amigos y bienhechores: cada árbol del cuento tuvo lo que quería pero no del modo que habían imaginado. Cuando dan una hora de tiempo, una donación, una sonrisa, una oración, sepan que sirven para que “venga su Reino”.
Felicidades queridos cohermanos y cohermanas religiosos y religiosas en camino sobre los pasos de Don Orione: adelante con confianza en la Divina Providencia también cuando los acontecimientos nos sorprendan: Dios siempre tiene un plan y todo conduce al bien de aquellos que son amados por el Señor.
¡Feliz Navidad a todos! Sepamos que los caminos de Dios no siempre son nuestros caminos, pero Sus caminos son siempre los mejores. ¡Ave María y adelante!
¡Feliz Navidad!
P. Flavio Peloso