"Secreto Martirio".
El párroco de Lonigo (Vicenza) con una intervención quizás también bien intencionada, pero concretamente no correcta, quería cerrada la casa-oratorio de Don Orione, la primera presencia de la Pequeña Obra en el Véneto (1908-1912); ya bien encaminada y querida por la gente. Fue para Don Orione una obediencia-"holocausto" de un verdadero bien. Leamos esta carta escrita a Don A. Caldana, cuando la decisión ya estaba prácticamente tomada. Será muy claro.
"Me han referido a mí, su hermano, que es su deseo que mis pequeños hermanos de la Divina Providencia dejen Lonigo; solo que Usted no querría que esto se supiese y le causara molestias. Ahora yo voy a Usted en el Señor, como ya he ido cuando Nuestro Señor me ha llevada hacia Usted, y le digo: si así lo desea, enseguida in Domino lo complazco, y todos partirán silenciosa y humildemente, y ninguno jamás sabrá nada, ni ahora ni después, porque así le agrada al Señor que se haga entre nosotros, hijos de su Iglesia, como entre buenos hermanos.
Solo le suplico in Domino, (y digo no ofenderlo, ya que le escribo con sincero afecto en Jesús Crucificado, y en Su amor me parece amar verdaderamente a Usted y a Su pueblo) que antes de responderme, se recoja un poco en sí mismo y con Nuestro Señor, durante una hora delante de Él en el Santísimo Sacramento, a fin de que la decisión que tome esté llena de caridad y de Dios, y sea tal que en punto de muerte no le vaya a dar tormento; y yo haré lo mismo, y luego haré lo que Dios le inspirará.
Y, de alguna manera, quiera rogar por mí, como yo lo haré por Usted. Et Deus charitatis et pacis sit semper nobiscum!". (72)
Este es uno de aquellos casos en los cuales se presenta a la persona el dilema entre una existencia también exteriormente buena y eficaz en el bien, pero en la cual, en el fondo, se busca un cierto éxito de sí; y una existencia de servicio en la obediencia, "en cruz y crucificados con Cristo", reconociendo efectivamente el primado absoluto de Dios en la propia vida. Uno se encuentra como "crucificado" entre la exigencias del bien y las exigencias de la obediencia, y de ello sale sólo por la experiencia interior que le hace conocer que hay una única voluntad de Dios que hay que discernir en Su "voz" de Dios que manda en los superiores (y en los eventos de la vida) y en aquella que pide servirlo en los hermanos. (73)
Es necesaria la compañía interior de Dios para entrar en el misterio de la cruz, que es misterio de obediencia, que es adoración de Su siempre buena y eficaz voluntad, que es sacrificio de sí, que es resurrección y santificación.
En un escrito, rico de sabiduría teológica y ascética, Don Orione desarrolla profundamente su reflexión sobre el "hacer la voluntad de Dios". Algunos pasajes.
"¿Qué es la voluntad de Dios? Diría que es Dios mismo. Fuera de la voluntad de Dios (sapientísima, santísima, óptima) no se tiene más bien, sino ilusión de bien.
En la conformidad a la Voluntad de Dios reside toda la virtud y la felicidad de las almas cristianas. Voluntad de Dios, paraíso mío.
La conformidad a la voluntad de Dios es el único camino de la paz y de la felicidad. Transforma en bien todos los males, en felices aventuras todas las calamidades; en la Voluntad de Dios debemos descansar siempre, más aún, gozar.
En la vida cristiana nunca se hace mucho, sino cuando se hace mucho la voluntad de Dios, con radiante indiferencia. Fiat, ¡fiat Voluntas tua!". (74)