La imagen de la Virgen
de Itatí es una talla en madera que mide un metro con
veintiséis centímetros de altura. Tiene sus manos juntas
en posición de oración, viste un manto azul y túnica
blanca, y se considera realizada por una artista indígena
de una de las tantas reducciones que jalonaban el Alto Paraná.
Se cree que la imagen de
la Virgen de Itatí fue traída de la reducción de Ciudad
Real, provincia de Guayrá. Los franciscanos emigraron hacia
el sur debido a los constantes ataques de los indígenas,
llevando consigo la imagen de la Virgen y así llegaron a la
región de Yaguarí, donde estaba la Reducción de otro
franciscano, fray Luis Gámez. En ese lugar levantaron un
oratorio y colocaron a la Virgen, pero un ataque de aborígenes
hostiles destruyó el lugar, y la imagen de la Virgen
Inmaculada desapareció de allí.
Según la tradición la
imagen habría sido encontrada en el curso del alto Paraná,
no lejos del puerto de Santa Ana, por un grupo de indios.
Estos vieron a la Virgen Inmaculada sobre una piedra (Itatí
en guaraní significa "punta de piedra") rodeada
de una luz muy brillante y acompañada de una música
sobrenatural. Fray Luis Gámez ordenó el inmediato traslado
de la figura a la reducción, pero la imagen volvió a
desaparecer en dos ocasiones, retornando a su lugar cerca
del río.
Los religiosos
comprendieron cuál era la voluntad de la Santa Madre, y se
dispuso el traslado del asentamiento a esos parajes. En 1615
(1580 según otras versiones) el puerto de Santa Ana quedo
abandonado, y el fray Luis de Bolaños funda la nueva
reducción a ala que da el nombre de "Pueblo de Indios
de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí".
Con el tiempo, el lugar comenzó a conocerse simplemente
como Itatí, y el fray Luis de Gamarra, párroco el lugar,
fue el primero en dar a conocer los milagros de la Virgen.
En la Semana Santa de
1624 tiene lugar la primera transfiguración de la Virgen,
que duró varios días. Gamarra relata en un documento de la
época: "... se produjo un extraordinario cambio en su
rostro, y estaba tan linda y hermosa que jamás tal la había
visto". Las transfiguraciones se repitieron a lo largo
de los años, y en ocasiones también se oyó esa música
sobrenatural de la que habían hablado los indígenas que
encontraron la imagen.
Los milagros y las
curaciones son incontables, pero quizás el más increíble
y espectacular haya ocurrido en 1748. En ese año hubo un
gran malón que buscaba destruir y saquear el poblado, pero
cuando los indios llegaron a las puertas de Itatí, se abrió
ante ellos una ancha y profunda zanja que les impedía el
paso. Ante este hecho se retiraron despavoridos, y los
habitantes del lugar acudieron entonces a la capilla
agradecer a su Patrona.
El 16 de julio de 1900,
la imagen de la Virgen de Itatí fue solemnemente coronada
por voluntad el Papa León XIII. Fue entronizada con el
nombre de Reina del Paraná y reina del Amor. El 3 de
febrero de 1910, el Papa Pío X creó la Diócesis de
Corrientes, y el 23 de Abril de 1918, la Virgen de Itatí,
fue proclamada Patrona y Protectora de la misma. Su fiesta
se celebra el 9 de Julio.
El Santuario de Itatí,
a orillas del Alto Paraná y a 70 kilómetros de la ciudad
de Corrientes, en la República Argentina, es uno de los más
importantes de América. Cada año alrededor de 2 millones y
medio de fieles, no sólo de Argentina, sino también de
otros países sudamericanos, se dirigen a la gigantesca Basílica
a dar testimonio de su devoción y amor por Nuestras Señora
de Itatí.
Memoria de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, monte
en el que Elías consiguió que el pueblo de Israel volviese a dar culto
al Dios vivo y en el que, más tarde, algunos, buscando la soledad, se
retiraron para hacer vida eremítica, dando origen con el correr del
tiempo a una orden religiosa de vida contemplativa, que tiene como
patrona y protectora a la Madre de Dios.
Desde los
antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los
Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima
Virgen.
ORACIÓN
Virgen santísima del Carmen; yo deseo que todos sin excepción se cobijen
bajo la sombra protectora de tu santo Escapulario, que todos estén
unidos a Ti, Madre mía, por los estrechos y amorosos lazos de esta tu
querida Insignia. ¡Oh hermosura del Carmelo! Míranos postrados
reverentes ante tu sagrada imagen, y concédenos benigna tu amorosa
protección. Te recomiendo las necesidades de nuestro
Santísimo Padre, el Papa, y las de la Iglesia Católica, nuestra Madre,
así como las de mi nación y las de todo el mundo, las mías propias y las
de mis parientes y amigos. Mira con ojos de compasión a tantos pobres
pecadores, herejes y cismáticos como ofenden a tu divino Hijo, y a
tantos infieles como gimen en las tinieblas del paganismo. Que todos se
conviertan y te amen, Madre mía, como yo deseo amarte ahora y por toda
la eternidad. Así sea
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