Se llama monumento de Semana Santa a la capilla o
altar donde se reserva la hostia consagrada, desde el Jueves al Viernes Santo
La tradición pudo tener origen de la antigua
disciplina eclesiástica según la cual muchos días y en especial los viernes, no
se consagraba y entonces se solían reservar en un lugar a propósito hostias
consagradas en los días anteriores, ya para Viático de los enfermos, ya para
comulgar el sacerdote en dichos días. Por esto el Jueves consagra el celebrante
dos hostias de las cuales consume una y otra se lleva en procesión solemne y se
reserva en el Monumento hasta el día siguiente Viernes en el que no se consagra
y por cuya razón se llama aquella misa, de Presantificados, es decir, de objetos
santificados anteriormente.
Además, la ceremonia de depositar el Cuerpo del Señor
con la solemnidad que ahora se practica sirve para mover a los fieles a
considerar las angustias y trabajos que padeció del Jueves al Viernes.
Simboliza también el tiempo que Jesucristo estuvo en el sepulcro, etc.

éste es un tiempo personal de silencio y oración, la propuesta es la siguiente: Este tiempo que hemos estado en casa, seguramente nos ha ayudado a conocernos un poco más, a estar al corriente de nuestros límites y cualidades; de las cosas lindas y aquellas menos lindas. Queremos, ahora, conocernos un poco más desde dentro. Queremos compartir con quien tengo en casa, la fe que he vivido en mi existencia. Es un hermoso ejercicio de empatía.
Iluminados por el texto del evangelio de Juan, podemos expresar en voz alta y compartir nuestra experiencia de fe con los demás: ¿Recuerdo en que ocasión sentí que Jesús me lavó los pies a mí? ¿En qué momento especial de mi vida, me sentí completamente liberado de aquello que me entristecía, me ensuciaba, o ensuciaba a quienes estaban a mi lado? O también, ¿en qué ocasiones me sentí dócil instrumento en manos de Jesús para servir a mis hermanos? Después que hayamos compartido nuestras experiencias, a continuación, podemos unirnos juntos, rezando algunos fragmentos del Salmo 136 (135).
Concluimos haciendo la señal de los cristianos: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Fuente: extracto Triduo Pascual padre Fernando Fornerod
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