DON ORIONE
experimentó el anhelo misionero desde los
comienzos de su apostolado. Hizo de él la esencia de su programa y encomendó a
sus hijos proseguir con este compromiso.
Él mismo fue misionero en América, y a su
muerte, tanto los religiosos como las religiosas continuaron abriendo nuevas
formas de presencia en distintos países de Europa, América, África y Asia.
Junto a esta forma de misión que la Iglesia
denomina "ad gentes", que implica fundamentalmente el hecho de
"salir" de las propias fronteras, existen otras formas de misión que
realizan las distintas comunidades orionitas.
En primer lugar, la apertura misionera que se
da a partir de las mismas obras de la familia orionita, que dan nuevas
respuestas a las necesidades de los hermanos.
También, las misiones populares, y visitas casa por casa, organizadas por las comunidades parroquiales dentro de sus radios de influencia. A éstas, se suman, las numerosas experiencias realizadas por grupos misioneros de parroquias, capillas y colegios de Don Orione, en distintas regiones del país más necesitadas.
Por último, el indispensable apoyo a los
misioneros que están fuera del país a través de la oración y de la ayuda
material. Así, la Obra Don Orione en Argentina, que se fue constituyendo a
partir de la presencia de misioneros, en su mayoría provenientes de Italia, ya
cuenta con numerosos religiosos -varones y mujeres- argentinos brindando un
servicio de misión en distintos países del mundo.
La corresponsabilidad
ad gentes anima la misionariedad congregacional.
El impulso misionero desarrolla y enriquece la catolicidad de la Iglesia
y de la Congregación. “La participación a la misión universal es un signo de la
madurez de fe y de vida cristiana que da frutos. Así el creyente expande el
límite de su caridad, manifestando la solicitud por aquellos que son lejanos,
como por aquellos son cercanos: reza por las misiones y por las vocaciones
misioneras, ayuda a los misioneros, sigue sus actividades con interés y, cuando
vuelven, los reciben con aquella alegría con la cual las primeras comunidades
cristianas escuchaban de los apóstoles las maravillas que Dios había hecho
mediante sus predicaciones. (Hc 14,27)" (RM 77c).
Sin pasión misionera – de la cual los misioneros ad gentes son el signo
más claro – es fácil caer en la introversión apostólica, verdadera asfixia de
la comunidad cristiana y religiosa. Lo dice con absoluta claridad Benedicto
XVI: “ la nueva evangelización es lo contrario de la autosuficiencia y del
replegarse en sí mismo, de la mentalidad del “status quo” y de una concepción
pastoral que retiene como suficiente el
continuar haciendo como se ha hecho siempre. Es tiempo que la Iglesia llame las
propias comunidades cristianas a una conversión pastoral en sentido misionero
de sus acciones y de sus estructuras.”
EL PAPA FRANCISCO
A los misioneros: sin alegría no hay misión
El misionero necesita la alegría del Evangelio: sin ella, no se hace misión, se anuncia un Evangelio que no atrae: lo dijo el Papa a una delegación de Institutos Misioneros de origen italiano.“Ayuden a mantener viva en el pueblo de Dios la conciencia de ser constitucionalmente ‘en salida’, enviados a llevar a todos los pueblos la bendición de Dios que es Jesucristo”.El Pontífice pidió que ayuden a “recordar que la misión no es obra de individuos, de "campeones solitarios", sino que es “comunitaria, fraterna, compartida”.
Redescubrir la mística
"El misionero vive la valentía del
Evangelio sin demasiados cálculos, a veces incluso andando más allá del sentido
común, porque está impulsado por la confianza depositada exclusivamente en
Jesús", dice Francisco, subrayando que hay una "mística" de la
misión que necesita ser redescubierta:
Hay una mística de la misión, una sed de comunión con Cristo a través del testimonio, que los Fundadores han experimentado y que los ha llevado a entregarse totalmente. Es necesario redescubrir este misticismo en toda su fascinante belleza, porque conserva para siempre su extraordinario poder
No hay comentarios:
Publicar un comentario