La pobreza -consecuencia de la guerra- y el analfabetismo contribuyeron a la distancia entre la Biblia y la comunidad cristiana.
En 1920 el Papa Benedicto XV, con motivo del 15º centenario de la muerte de San Jerónimo, nos invitó a buscar en las Escrituras comida y apoyo a la vida espiritual. En 1943 Pío XII publicó la encíclica "Divina aflicción Spiritu": fue un comienzo de renovación que daría lugar al Concilio Vaticano II. La encíclica se refería a la lectio divina:
En este ambiente, Luis Orione, se formó, y desarrolló su ministerio pastoral. La relación con la Biblia no era como la entendemos hoy: Él nos invita principalmente a conocer el Evangelio porque, a través de él, entramos en comunión con Jesús. En una carta, escrita por Buenos Aires el 23 de octubre de 1935, dirá:
"Nuestro estudio supremo debe estar meditando sobre la vida de Jesucristo. Las enseñanzas de Jesucristo valen más que todas las enseñanzas, y la oración es de todas las filosofías la más sublime, y de todas las ciencias la que más instruye; es ciencia por excelencia, es lo que hace feliz y feliz al hombre..."
Debemos reconocer -dice el P. Flavio Peloso- que Don Orione hizo la Sagrada Escritura y la Palabra de Dios, su alimento espiritual vital y que evidentemente su cultura bíblica fue la de las primeras décadas de la década de 1900.
Luis Orione nos enseña acerca de la lectura orante del Evangelio.
A Leer el Evangelio en espiritualidad orionita
En lectura continua: recomiendo, a mis seres queridos, la lectura y el estudio asiduos del Santo Evangelio..."
Don Orione nos invita a una lectura continua del Evangelio: esta es una de las características fundamentales de La Lectio Divina.
La invitación a una lectura continua y diaria del Evangelio fue renovada por el Concilio Vaticano II y está dirigida a todo el pueblo de Dios: laicos, religiosos y sacerdotes.
"Lee y estudia la "Escritura" asiduamente... "Recuerden que la lectura debe ir acompañada de oración para que el diálogo de Dios con el hombre se realice..." (D.V. 25)
B. Estudio evangélico
Don Orione siente la necesidad de dar a conocer el Evangelio:
"... Pero para vivir el Evangelio es, en primer lugar, necesario conocerlo: conocerlo bien y luego, con la ayuda de Dios, vivirlo, al Santo Evangelio, vivirlo en espíritu y forma. Sólo entonces seremos verdaderos cristianos..."
Pero, ¿Qué tipo de estudio pide Don Orione?
El estudio bíblico y académico es sin duda importante y ayuda mucho, pero ese no es el tipo de estudio al que nos referimos.
Hay muchos métodos para estudiar el Evangelio, pero don Orione señala uno práctico, que debe conducir a la vida, a la práctica concreta. Por esta razón, el estudio "orionita" del Evangelio no puede descuidar dos aspectos principales: el texto bíblico y la situación actual. Estas dos dimensiones "sirven a la mejor asimilación del mensaje, nos permiten releerlo en el momento histórico actual y discernir la respuesta que debemos ofrecer a la Palabra que Dios nos dirige"
El estudio de la situación actual permite una lectura significativa de la Palabra de Dios en el contexto en el que vivimos. "La Palabra debe iluminar los diferentes acontecimientos de la historia para que en ellos podamos escuchar el llamado de Dios. Al mismo tiempo, las diferentes situaciones históricas nos permiten descubrir la actualidad perenne del mensaje que Dios nos transmite y el significado que tiene para nosotros hoy...
La Biblia debe ayudarnos a descubrir nuestra identidad personal y comunitaria, como cristianos, y a tomar una posición frente a los diferentes acontecimientos y situaciones de nuestro mundo"
El estudio del texto bíblico debe ayudar a entender mejor el mensaje. Puede ser importante tener en cuenta tres niveles de análisis de texto
- Nivel literario: Prestar atención a las características literarias del texto.
- Nivel histórico: Considere el contenido. Es necesario tener en cuenta las características históricas a las que se refiere el texto y en las que fue redactado.
- Nivel teológico: Reflexiona sobre lo que Dios dice a través del texto, descubre su mensaje religioso.
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