Don Orione afirma que aquella “planta nueva y
única”, la Pequeña Obra de la Divina Providencia, que “de año en año va
desarrollándose, a la luz y al calor de Dios para consuelo de millares y millares de cuerpos y
de espíritus” es “obra de Dios” y que “sólo
Esta era la conciencia que Don Orione tenía
respecto a la Pequeña Obra
1.
Católico porque está abierto a todos los pueblos
Se me ocurre a menudo decir que Don Orione
nació italiano y murió católico, o sea universal. Don Orione nació en Italia y
siempre fue orgulloso de su italianidad. Pero más adelante hablaba de
“Argentina, mi segunda patria”, de “Polonia, nación predilecta tan querida para
mí”, de “Brasil, por el que lo que no he podido hacer de vivo lo haré de muerto”.
Y no lo decía por captatio benevolentiae, sino por efecto de su paternidad carismática.
También la Congregación orionita ha nacido en Italia
y se ha vuelto católica, presente ya en muchas naciones del mundo. Hoy ya no se
puede decir que sea más italiana o más argentina, más brasileña o más polaca,
más española o malgache, o filipina. No, es católica. Y eso no depende de los
orígenes o del número de miembros, sino de la cualidad evangélica y católica
del carisma.
Y es válido también para cada uno de nosotros.
Cuando el carisma es asumido espiritualmente, desarrolla siempre una apertura
católica, una tensión hacia la comunión abierta a todos los pueblos. No hay ya
extranjeros. “Nosotros amamos a nuestra patria, y ¡cuánto! Pero todo el mundo es patria para el
hijo de la Divina Providencia que tiene por patria el cielo”, escribía Don
Orione.3
Este es
el resultado de la fraternidad carismática. Cuando se celebró el centenario de la
“única planta con muchas ramas”, recordamos que:" la comunión católica de la
familia orionita es sobre todo fruto de la fidelidad espiritual al espíritu de
Don Orione, al carisma, a la sabia divina que le da vitalidad".
2.
Católico porque está abierto a las múltiples épocas y culturas
El carisma se encarna en la historia y se nutre
de ésta, condicionado y desarrollado.
El carisma entra en diálogo con los distintos
contextos sociales y culturales que se van alternando y se expresa entre nuevas
dificultades y oportunidades, adaptaciones y cambios. Mantiene su identidad
renovándose.
Don Orione mismo tuvo que afrontar varias
inculturaciones. La primera inculturación del carisma ocurrió en la Italia de
la “cuestión romana”, de la separación Estado – Iglesia, del aislamiento de la
Iglesia, superado después con aquel movimiento “fuera de la sacristía”, con un
nuevo estilo y acción popular. En la Italia del florecimiento de la acción
social (hasta 1914, inicio de la primera guerra mundial), Don Orione promovió un
nuevo estilo de ser sacerdote, “santos de la Iglesia y de la salud social”;4
Muerto el Fundador en 1940, el carisma hubo de
afrontar nuevas y aún más diversificadas inculturaciones, permaneciendo él
mismo, vivo y capaz de nuevos frutos.
Sólo apuntando a Italia, la Congregación
durante la época de la “reconstrucción social” después de la segunda guerra
mundial, encauzó su caridad eclesial hacia los más pobres abriéndose a las
nuevas necesidades con decenas de obras para huérfanos/as, mutilados de guerra
y discapacitados, escuelas profesionales y casas para jóvenes trabajadores para
los nuevos mercados de trabajo. Esta época ya pasó en la Italia actual.
Ahora, en el inicio del siglo XXI, las
cuestiones sociales y eclesiales dominantes son diferentes: mundialización y
globalización, fragmentación y liquidez social y cultural, relativismo y una
nueva ética global, individualismo y comunicación virtual, y otras. Este es nuestro
mundo. “Hagamos la señal de la cruz y lancémonos confiados al fuego de los nuevos
tiempos”.5
Por un presente que tenga futuro, es necesario
pensar en una nueva inculturación del carisma en sus aspectos espirituales y
operativos.6
Van pasando las generaciones, mutan las
culturas, nuevos modelos se afianzan. El Evangelio vivido por la Iglesia lo
tiene todo para permanecer vital y proactivo. También el carisma evangélico
vivido por la Pequeña Obra de la Divina Providencia tiene la vitalidad intrínseca
de las cosas de Dios y “nosotros, aunque pequeños, debemos aportar la donación
de toda nuestra vida” para la salvación de éste nuestro mundo, amado por Dios y
por el que Cristo derramó su sangre.-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El tema empieza a ser bastante estudiado;
véanse, por ejemplo, Don Orione e il Novecento (Atti del Convegno di Studi,
Roma 1-3 marzo 2002, Rubbettino, Soveria Mannelli, 2003) i contributi di G.
Canestri, Don Orione incontra l’Italia, 99-114; A. S. Bogaz, Don Orione
incontra il Brasile, 115-140; E. Giustozzi, Don Orione in Argentina, 143-160;
A. Weiss, Don Orione incontra la Polonia, 161-178; R. Simionato, Ragioni e atteggiamenti
dell’abbraccio dei popoli, 179-198; F. Peloso, Pianta unica con molti rami. La
Famiglia Orionina a 100 anni dall’inizio della prima apertura missionaria: Atti
e comunicazioni 2013, n.241, p.125-146.
3 Carta del 20
de agosto de 1920; Lettere I, 248