SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias


sábado, 11 de junio de 2022

FRANCISCO DRZEWIECKI SU VIDA EN LA CONGREGACIÓN ORIONITA EN POLONIA

 


El 12 de junio celebramos la memoria del Beato Francisco Drzewiecki y compañeros mártires asesinados por los nazis en el campo de concentración de Dachau, Alemania, entre 1940 y 1944. Don Drzewiecki fue beatificado junto a sus 107 compañeros mártires polacos  13 junio de 1999 fue beatificado por Juan Pablo II en Varsovia-

Francesco Drzewiecki nació en Zduny (Polonia) el 26 de febrero de 1908; entró adolescente en el seminario de Zdunska Wola, en la Pequeña Obra de la Divina Providencia, de Don Orione. Después del Liceo y el Filosofado, en 1931 viajó a Italia, a la casa madre de Tortona, para realizar el noviciado y los estudios teológicos. Fue ordenado sacerdote el 6 de junio de 1936.

Trabajó después en el Pequeño Cottolengo de Génova-Castagna. Retornado a Polonia en 1937, fue educador en el colegio de Zdunska Wola. En el verano de 1939 fue llamado a ocuparse de la parroquia «Sacro Cuore» y del Pequeño Cottolengo de Wloclawek. Aquí lo sorprendió la guerra.

La ocupación nazi de Polonia se convirtió en persecución religiosa. El 7 de noviembre de 1939, don Drzewiecki y casi todo el clero de la diócesis de Wloclawek, incluidos los seminaristas y el obispo, fueron arrestados y conducidos a la cárcel. Internado en Dachau el 15 de diciembre de 1940, Francisco, después de dos años de penurias, privaciones, trabajos forzados y noble presencia religiosa, fue eliminado por ser «inválido para el trabajo». Murió el 10 de agosto de 1942.

Historia

Desde el 13 de junio de 1999, cuando en Varsovia (Polonia) el papa Juan Pablo II proclamó beato a Francisco Drzewiecki, la familia orionita tiene un nuevo hijo reconocido como modelo e intercesor ante Dios.

En la casa de las misiones

Doña Rosalía contaba abiertamente el problema que tenía al pensar en el futuro de sus hijos. Habiendo escuchado ésto, alguien le ofreció una buena solución: cerca de la ciudad de Zdunska Wola existía un colegio para niños dispuesto a aceptar a toda clase social.

Aquella información parecía una respuesta del cielo, y en especial de la Virgen, a la que la madre del futuro sacerdote orionino rezaba con devoción. Con una breve recomendación del obispo de la región en la que destacaba su religiosidad, diligencia y comportamiento, fue aceptado inmediatamente el 1º de septiembre de 1924.

Una nueva congregación todavía no conocida en Polonia -la Pequeña Obra de la Divina Providencia- hacía poco que había iniciado su actividad para los jóvenes más pobres. El director, P. Aleksander Chwilowiez, imitaba el ejemplo de Don Orione en favor de la vocación de los pobres y comenzó transformando una vieja taberna en un colegio de segunda enseñanza clásica, con internado para favorecer una adecuada formación de los jóvenes.

En este entorno, Francisco maduró la idea de encomendarse a Dios. Y el 10 de diciembre de 1930, luego de seis años de colegio, hace su primera profesión religiosa.

Formación y trabajo

La congregación orionina en Polonia estaba en los años 30 en pleno desarrollo: ampliación de la casa de Zdunska Wola, cocina para los pobres, oficina tipográfica, actividades pastorales, fundación de la parroquia y Pequeño Cottolengo en Wloclawek, obra caritativa en Izbicakjawska e instituto para los niños en Kalisz. Pero la prioridad era el aumento de nuevas vocaciones religiosas.

Ya por entonces Don Orione hablaba con admiración de la labor de Francisco, quien en 1931 había terminado sus estudios de filosofía e iniciado los de teología. Entonces, los superiores deciden mandarlo a Italia para finalizar su formación.

Ya sacerdote, se le confía el cuidado de unos veinte “carissimi”, clérigos de la institución empeñados en el estudio y el trabajo para la ampliación del edificio del “Pequeño Cottolengo” en Quatro-Castagna, Génova.

El padre Francisco se ganó pronto el afecto y estima de los jóvenes por la nobleza de su trato, su calma y bondad: “Nuestro director era siempre rápido, vigilante con su presencia y bondad, era gentil, afable y reservado. Nos sentíamos naturalmente animados con su presencia siempre atenta y afectuosa”, señaló uno de sus clérigos.

Promovía y disfrutaba del espíritu de la familia y del Pequeño Cottolengo: “Tengo trabajo de sobra porque este año la familia del Cottolengo aumentó y hay nuevas necesidades. Somos 150 personas. Estoy muy contento de encontrarme aquí, donde se hace la voluntad de Dios”, le contó Francisco a un amigo en Polonia.

En el verano de 1939 retornó a Polonia para ayudar en la parroquia y en el Pequeño Cottolengo de Wloclawek y lo sorprendió el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Testigo fiel

El 14 de septiembre de 1939 los alemanes entraron en Wloclawek. Toda Polonia fue presa de la invasión nazi y en poco tiempo desaparecería literalmente del mapa de Europa.

La potencia bélica y la inaudita atrocidad perpetuada por los alemanes suscitaron pánico y consternación, obligando a la población a huir a cualquier refugio. Las calles estaban llenas de fugitivos. En Wloclawek, donde estaban los orioninos, los aviones bombardearon los principales objetivos. Del clero sólo quedaron cinco o seis sacerdotes que se refugiaron en los sótanos del seminario, para protegerse de las bombas.

Mucha gente se amontonó en el Cottolengo: ¿cómo dejarlos sin atención? Las monjas orionitas y el padre Francisco se prodigaron para ofrecer ayuda, comida y refugio.

“En los primeros días -escribió el joven sacerdote orionita- veíamos a los soldados polacos que escapaban, sufrían hambre. Ayudábamos a los heridos. Bajo la Iglesia había cien personas. Cada tanto, pasaban los aviones bombardeando, sembrando el pánico y ocasionando incendios, heridos y muertos. He tomado coraje y en bicicleta, trataba de ayudar a los heridos”.

El padre Francisco no descansaba y confesaba al aire libre sentado en una piedra: “De día iba al bosque donde confesaba a los soldados bajo un pino. Una vez empezaron los bombardeos y yo levanté en mis brazos el cuadro de la Virgen. Ningún soldado resultó muerto, la Virgen nos había protegido”.

En la madrugada del 8 de noviembre de 1939, todos los sacerdotes, los seminaristas y el obispo de la diócesis fueron detenidos y llevados a la cárcel, donde quedaron más de dos meses, luego de lo cual fueron trasladados a otra prisión en un viaje terrible sobre un camión descubierto con más de 10º bajo cero.

El viaje concluyó en un convento de los salesianos, destinado por entonces a ser la cárcel del clero. Monseñor Sarmik quedó admirado por la serenidad, humildad y benevolencia del religioso orionita: “Ayudaba, trabajaba y nunca se lamentaba”, comentó.

El 14 de diciembre de 1940 el padre Francisco llega a Dachau, Alemania, un campo de concentración nazi que fue última etapa de su calvario. Le fue asignado el número 22.666 y le explicaron que de allí no saldría más porque la Gestapo (policía secreta de Hitler) había ordenado que “el clero y los judíos debían desaparecer”.

Dachau era un enorme campo de trabajo para sostener la economía militar alemana, con turnos agobiantes de 15 horas diarias de tareas y en condiciones climáticas pésimas. En ese tiempo trabajaban allí 2.500 eclesiásticos.

Por Dios, por la Iglesia, por la Patria

Una carta fechada en Dachau del 13 de septiembre de 1942, y firmada por un oficial de las S.S., da cuenta de la muerte del padre Francisco Drzewiecki. En ella se decía, también, que habían sido enviados tres paquetes con sus efectos personales a doña Rosalía, su madre.

Ese año en el campo de concentración de Dachau fue el tiempo del hambre, el año más duro que el clero hubiera recordado. Cerca de 500 sacerdotes polacos murieron aquel 1942. Uno de los métodos para eliminar a los reclusos era la llegada de “El Transporte de los Inválidos”.

Una comisión visitaba cada tanto la enfermería del “lager” y hacía la lista de los “inválidos a transportar”. Les decían que los llevaban en el tren para una “mejor vida”, pero todos sabían que el viaje terminaba en el horno crematorio. Cuando los nazis lo vienen a buscar, se despidió con gran entereza. En ese supremo y dramático momento, el padre Francisco demostró ser un pastor dispuesto a dar la vida por su rebaño.

Un compañero suyo, también clérigo orionita, Josef Kubicki, que sobrevivió al campo de concentración de Dachau, recuerda ese último encuentro:

“El padre Drzewiecki me dijo: – ¡Adiós, José!. Partimos”.

Yo estaba tan abatido que no podía decir ni una palabra de aliento. Y el padre Drzewiecki continuó:

– José no te pongas triste. Nosotros, hoy, tú mañana…

Y con gran calma todavía pudo decir:

– Nos vamos, pero ofrecemos como polacos nuestra vida por Dios, por la Iglesia y por la Patria. Y no regresó nunca más”.

Hoy, el padre Francisco testimonia el sufrimiento y martirio de millares de seres humanos. Y también la fe de tantos otros que, hasta el último aliento, se supieron hijos del Dios de la Vida

 

MARTIRES POLACOS:

El padre Francisco -que fue beatificado junto a otros 107 mártires polacos religiosos y laicos- murió el 13 de septiembre de 1942 después de tres años de prisión. Tenía sólo 34 años y seis de sacerdote, y desde temprana edad había manifestado su vocación religiosa

.Los nuevos mártires padecieron torturas, experimentos pseudo-médicos, hambruna y trabajos forzados, y murieron – la mayoría en diferentes campos de concentración- fusilados, ahorcados, decapitados, en las cámaras de gas, o como consecuencia de los malos tratos recibidos. De ellos, 3 eran obispos, 52 sacerdotes diocesanos, 26 sacerdotes religiosos, 7 hermanos, 8 religiosas, 3 seminaristas y 9 laicos, entre los que figura una viuda que pidió tomar el lugar de su nuera embarazada de ocho meses para salvar la vida de la madre y el niño.

Oración:

Oh Dios, Padre Bueno Y Providente, Te Agradecemos Por Habernos Dado En El Beato Francisco Drzewiecki, Un Luminoso Ejemplo De Sacerdote, Totalmente Entregado A La Causa De Cristo Y De La Iglesia, Mediante La Educación De Los jóvenes Y La Caridad Hacia Los Pequeños Los Pobres Y El Pueblo.

Infunde En Nosotros La Naturaleza De Tu Espíritu, Para Que, Como Don Francisco, víctima Inocente, Podamos Testimoniar, En Medio De Las Tinieblas Del egoísmo Y El Mal, Que Sólo La Caridad Salvará Al Mundo Y El Último A Vencer Eres Tú Con Una Gran E Infinita Misericordia.

A Gloria De Tu Nombre Y Para Que Venga Un Reino De Paz Y Justicia, Por Su Intercesión, Concédenos La Gracia Que Te Pedimos…Gloria Al Padre...

 

 

1897 ,12 JUNIO, ANIVERSARIO SACERDOTAL DON CARLO STERPI


“Mi Madre eres tu…”
El 12 de febrero de 1895 me iba del Seminario de Stazzano a mi pueblo natal de Gabazzana por la muerte de mi hermana Magdalena. En Serravalle, cerca del albergo San Antonio, encontré por casualidad a Don Orione –entonces sub-diacono, y después sacerdote en abril- el cual era pronto para salir al santuario de Monte Spineto. Llevaba a dos de sus estudiantes… iban a pie: los conducía al Santuario para enfervorizarlos en la piedad mariana, para unirlos más a la Virgen. Aquel encuentro con Don Orione sirvió a cimentar mi unión con él, ya que yo ya lo conocía muy bien en Seminario. Me dijo: -aquel día- que iba a pedir a la Virgen una gran gracia … se ve que la Virgen tan buena, no espero a hacérsela cuando llegue arriba; lo previno… en fin fue en la ocasión de aquel encuentro que yo decidí definitivamente dejar el Seminario y de ir con él.
Había, lo sabía, una dificultad: el Obispo no quería; pero la Virgen habría después pensado Ella a acomodar las cosas. Nos conocíamos –decía- ya antes con Don Orione, y ya antes había pensado de andar con él, pero una verdadera decisión la tome en aquella ocasión. El ya había abierto el primer Colegio en San Bernardino, después el Santa Clara y hacía mucho bien a los chicos. Aproveche entonces de aquel encuentro para abrirle mi ánimo: estaba contento hubiese ido con él apenas me llamase… Ya anteriormente yo me había presentado al Obispo, pidiéndole si me permitía estar con Don Orione en el “Santa Clara”… pero el Obispo me había dado una buena lavada de cabeza, tan seca, que después no tuve coraje de ir a pedírselo nuevamente. Don Orione, entonces cuando sintió mi vivo deseo de asociarme a él, me dijo que me recibía contento y que él mismo habría hablado con el obispo, para obtener el permiso…”
Es fácil entender que la “gracia grande” que narraba y que el futuro apóstol de la caridad iba a implorar, en oración y penitencia a la Virgen de Monte Spineto, era aquella de una ayuda consistente en personal adapto y adecuado, por número y calidad, a la educación cristiana y asistencia de las ya superadas dos centenas de jóvenes recogidos, del año precedente, en la amplia casa de “Santa Clara”…
Don Orione se rendía cuenta que a pesar de su incansable actividad, no habría podido resistir mucho tiempo en aquel esfuerzo sobre humano. El Obispo lo había animado, le había prometido colaboradores; pero en el actuarlo, habrían estado no pequeñas dificultades en dárselos… Por eso Don Orione había establecido en ese mes de febrero, ir peregrinando a Monte Spineto, para pedir a La Santa Virgen que moviera el corazón del Pastor y lo iluminase en darle validos colaboradores en aquella Obra, de la cual constituía desde el inicio, Señora y celeste patrona, confiándole las llaves, cuando le habían impuesto de cerrar, en julio de 1893, el primer Oratorio Festivo…
Del clérigo Carlos Sterpi, también Don Orione le había anteriormente hablado varias veces al Obispo; pero la respuesta fue siempre igual: decididamente negativa: Sterpi era entre los mejores seminaristas; en Stazzano su gran habitación era modelo por orden, disciplina, buen éxito, privarse de él seria una gran perdida para el Seminario Menor; con él se habría perdido un buen futuro Párroco o un Superior de Seminario… Los motivos del Obispo son legítimos y santos, reflexionaba Don Orione; recurriré, entonces a La Virgen: Ella hará decir que si a nuestro Obispo…
Aquella mañana una nueva luz brillo en el espíritu del clérigo de Gavazzana, mixta a un gozo profundo: había hablado finalmente a Luis Orione, se había decidido: si el Señor quería habría movido todos los obstáculos. Aquellos dulces recuerdos, la paz y la alegría por la resolución tomada acompañaron al buen clérigo, disminuyendo la tristeza del espíritu, durante el doloroso viaje hacia la casa paterna, donde lo esperaban las lagrimas  de sus familiares y de los vecinos, cercanos a los restos mortales de la hermana Magdalena, que volvió a Dios el día anterior, muy joven, a solo 18 años…
Terminó aquel año escolástico y pasaron las vacaciones: “En el octubre del 1895 –cuenta  Sterpi- estaba preparando mi baúl para volver al Seminario de Stazzano, cuando recibí una postal de Don Orione: decía mas o menos así: Monseñor te destina ya desde este año al “Santa Clara”. ¡Ven lo más pronto posible! Tome mi baúl y en vez de irme a Stazzano, me fui a Tortona, al Colegio abierto por Don Orione en la Calle Emilia”.
¿Como había obtenido del Obispo esta gracia grande, el joven fundador? Es verdad… Todo sirve para maravilla al Señor. También las bribonadas de un travieso… “Mi llamada en aquel octubre a Tortona -continua Don Sterpi- pienso que sea debido a las travesuras de un niño, un poco indisciplinado, alumno entonces del Colegio “Santa Clara”. Así fue entonces come fueron las cosas. Al año siguiente en el que había abierto el pequeño Colegio de San Bernardino, en el octubre de 1894, Don Orione tenía muchos chicos, que en San Bernardino no se podían contener; entonces alquiló el “Santa Clara”. Allí había una verdadera muchedumbre de hijitos y entre tantos, había alguno un poco indisciplinado, y la asistencia no era siempre fácil, además con poco personal. Entre los más indisciplinados estaba el hijo del director de un Banco de la ciudad: un chico que estaba en cuarto año de secundario, muy inconstante… Naturalmente Don Orione al fin del año escolástico advirtió el padre que visto la mala conducta que tenía su hijo, habría recibido el hermano menor, pero el mayor no podía recibirlo. El padre del chico fue a insistir para que lo aceptase, pero el director Don Orione…duro… Entonces aquel señor, mirando el Crucifijo dijo: -Le juro que haré lo posible con todas mis fuerzas para destruirle el Colegio… y se fue enseguida al Obispo Mons. Bandi a lamentarse que el director Don Orione había expulsado del colegio al hijo.
El Obispo  mandó llamar a Don Orione y le dijo que acepte el chico. El director “vivo”…, que de hacía tiempo estaba esperando el momento oportuno, dice a Monseñor: pero Exelencia, ¿como puedo aceptar a estos chicos, si no tengo ninguno que lo asista? –Te daré yo un asistente… -respondió el obispo- Si vuestra excelencia me da un clérigo que me ayude, yo contento haré lo que me pide y lo aceptaré al joven indisciplinado. Bueno –le dice Mons. Bandi- ¿a quién quieres? ¿Quién quieres que te de? – y el director:- Me dé Sterpi- . El Obispo quedo pensando, como que lo tomo de sorpresa… pero las razones de Orione lo convencieron. –Bien –dijo al final casi en un acto de librarse del peso- Toma entonces a Sterpi: escríbele que te venga a ayudar…


Venerable Don Carlos Sterpi
“Del resto, ¿que otra cosa podemos buscar nosotros, que otra cosa tendremos que buscar si no amar con todo el corazón al Señor y santificar nuestra alma para darle mayor gloria y salvar el mayor número de almas? Todas las otras cosas no valen nada, ¡son propio nada!...
Tenemos que apreciar cada momento de la jornada con el espíritu de los santos: en humildad de corazón, en generosa donación, sacrificando las comodidades, rehuyendo de toda consideración humana y de tacaño provecho, usando paciencia y dulzura con todos y ofreciendo también aquellos matices de afabilidad y cortesía que la caridad nos enseña.
Los pernos sobre los cuales el trabajo del apostolado debe fundarse son el silencio y el recogimiento: un silencio de mente, de corazón, de obras; un recogimiento que del silencio es la primera conquista benéfica y como es enemigo de la disipación, de las habladurías, del espíritu mundano, hecho de ruidos y de distracciones, así es el único medio con el que el alma, por la ayuda del Señor, gana un verdadero dominio de sí.
Hagámonos santos por medio de la fidelidad absoluta a nuestros deberes hacia Dios; adoremos en nosotros y en los advenimientos, especialmente cuando se nos ofrece la ocasión de sufrir algo, la suave y paterna providencia del Señor”.
Sacerdote Carlos Sterpi de la Divina Providencia




12 JUNIO, CRONOLOGIA ORIONINA VINCENZO ALESIANI


1897, 12 de junio, sábado: ordenación sacerdotal de Don Carlo Sterpi en la Capilla del Episcopado de Tortona, de manos de Mons. Igino Bandi. Al día siguiente, su primera Santa Misa en la capilla del Colegio Santa Chiara. [Cf. ADO, maletín "Sterpi Carlo"; Id., Carpeta «Rota Giuseppe», B.8, 62; Id., Carpeta "Albera Paolo", 7.2].
 
 1921, 12 de junio, domingo: Inauguración del Orfanato e Instituto Profesional Pietro e Maria Berna, en Mestre (Venecia). [Cf. Escritos 6.185; PODP, noviembre de 1924, 2; Id., Diciembre de 1931, 9-10].
 
1937 12 de Junio, la comunidad orionita de Claypole, aniversario de la panadería del Pequeño Cottolengo, inaugurada en 1937 por el mismo Don Orione.

 Memorial litúrgico del beato mártir Francesco Drzewiecki. Fue beatificado en Varsovia, junto con otros 107 camaradas el 13 de junio de 1999. 
 * Inicio de las actividades en la casa "Villa Eremo – Obra San Luigi", cerca de Varallo Sesia (Vercelli), destinado a dar la bienvenida a los sacerdotes  en dificultades.