Al concluir el Año Santo, en el mes de noviembre, tuvo lugar una tercera peregrinación, especialmente deseada por Monseñor Simon Pietro Grassi, Obispo de Tortona.
Participó un gran número de fieles de Tortona, y como Recordando a Don Orione, el Papa Pío XI, durante la audiencia con los peregrinos, dedicó a los tortonenses "veneradas expresiones de amor, de inefable estima" [Escritos, 095,217]. Para Don Orione, esta audiencia fue sin duda memorable, pues el Papa le dirigió palabras de estima y afecto paternal, llamándolo "peregrino universal".
El 29 de noviembre se publicó el siguiente artículo en Il Popolo, Tortona:
"Bajo la égida de dos excelentísimos obispos: el venerable prelado diocesano y Mons. Felice Cribellati, obispo de la Congregación de Don Orione, la 3.ª Peregrinación fue un éxito rotundo.
El líder religioso de la Peregrinación fue Don Orione, quien coronó sus labores para esta tercera Peregrinación en el Coliseo.
El episodio del Coliseo es hermoso y conmovedor. Don Orione alza la Cruz en el centro del Circo Máximo y, con la voz entrecortada por la emoción, recuerda a los peregrinos que el suelo del Coliseo es sagrado: «esa arena ha sido bañada y enrojecida con la sangre de los mártires».
Se refiere a San Ignacio de Antioquía, obispo de Asia, quien se regocijó porque el trigo de Cristo sería aplastado, como bajo una piedra de molino, por los dientes de las fieras. A San Leonardo de Portomaurice, quien erigió el primer signo de la Pasión de Cristo en el Coliseo, y a los planes de las autoridades civiles de erigir una gran Cruz lo antes posible en el centro del Circo, como ya lo habían hecho, con el aplauso de Roma y del mundo, al levantarla en el glorioso Capitolino. Conduce a la imponente multitud a la recitación del Credo, repetido con palabras fuertes y vibrantes por cada uno, y luego al beso de la tierra. Un gesto que quizá haga sonreír a algunos, pero para nosotros estuvo lleno de suavidad y dulzura. El Santo Padre, al entregarle el anillo a Don Orione para que lo bese, lo llama con voz bastante inteligible: «peregrino universal». Una magnífica definición, un nombre que le sienta de maravilla a Don Orione y que esculpe la figura de este gran y humilde Hijo de Tortona, que ha extendido sus peregrinaciones a todos los ámbitos de la cristiandad, que ha recorrido y recorrerá todos los caminos donde las almas de niños, huérfanos, ancianos y necesitados esperan al Buen Samaritano.
La peregrinación concluyó el Día de Todos los Santos con la Misa del Obispo y la bendición del Vía Crucis donado por los peregrinos de Tortona. En memoria del don, Don Orione colocó una magnífica placa en la sacristía: «Los Tortoneses acudieron al gran perdón en el Año Santo de 1925 bajo los auspicios del obispo Monseñor Simon Pietro Grassi, en esta iglesia que ofician los Hijos de la Divina Providencia, fundado por una de sus diócesis hermanas, donaron las pinturas del Vía Crucis, un devoto homenaje de gratitud a Cristo Redentor.
Monseñor Obispo y Don Orione expresaron una vez más su plena satisfacción por el resultado de la Tercera Peregrinación. [En PODP, diciembre de 1925]