....estas horas, a
causa del COVID-19 hemos comprendido que todos estamos involucrados e
implicados: la desigualdad, el cambio climático y la mala gestión nos amenazan
a todos. Hemos de entender también que se deberían cambiar los paradigmas y
sistemas que ponen en riesgo el mundo entero. Nuestra vida tras la pandemia no
debe ser una réplica de lo que fue antes, sin importar quién solía beneficiarse
desproporcionadamente. « Seamos misericordiosos con el que es más débil.
Sólo así
reconstruiremos un mundo nuevo ».
El COVID-19 nos
ha permitido poner a prueba el egoísmo y la competición, y la respuesta es la
siguiente: si seguimos aceptando, e incluso exigiendo, una competición
implacable entre intereses individuales, corporativos y nacionales, en la que
los perdedores son destruidos, entonces al final los ganadores también perderán
como los otros, porque este modelo es insostenible a cualquier escala: desde el
virus microscópico hasta las corrientes oceánicas, desde la atmósfera a las
reservas de agua dulce. Una nueva era de solidaridad debe poner a todos los
seres humanos en el mismo plano de dignidad, cada uno asumiendo su propia
responsabilidad y contribuyendo para que todos —uno mismo, los demás y las
generaciones futuras— puedan prosperar. fragmento de "La vida después de la Pandemia" pág. 17 a 19
Junto a la
visión, el compromiso y la acción, el Papa Francisco ha mostrado hasta qué
punto la oración es fundamental para redirigir nuestra mirada a la esperanza,
sobre todo cuando la esperanza se hace débil y lucha por sobrevivir. « Cuántas
personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el
servicio silencioso son nuestras armas vencedoras ».