El 12 de junio es la memoria del Beato Francisco
Drzewiecki y compañeros mártires asesinados por los nazis en el campo de
concentración de Dachau, Alemania, entre 1940 y 1944. Don Drzewiecki fue
beatificado por el Papa Juan Pablo II en 1999.
Francesco Drzewiecki nació en Zduny (Polonia) el 26 de
febrero de 1908; entró adolescente en el seminario de Zdunska Wola, en la
Pequeña Obra de la Divina Providencia, de Don Orione. Después del Liceo y el
Filosofado, en 1931 viajó a Italia, a la casa madre de Tortona, para realizar
el noviciado y los estudios teológicos. Fue ordenado sacerdote el 6 de junio de
1936.
Trabajó después en el Pequeño Cottolengo de
Génova-Castagna. Retornado a Polonia en 1937, fue educador en el colegio de
Zdunska Wola. En el verano de 1939 fuee llamado a ocuparse de la parroquia
«Sacro Cuore» y del Pequeño Cottolengo de Wloclawek. Aquí lo sorprendió la
guerra.
La ocupación nazi de Polonia se convirtió en persecución
religiosa. El 7 de noviembre de 1939, don Drzewiecki y casi todo el clero de la
diócesis de Wloclawek, incluidos los seminaristas y el obispo, fueron arrestados
y conducidos a la cárcel.
Internado en Dachau el 15 de diciembre de 1940,
Francisco, después de dos años de penurias, privaciones, trabajos forzados y
noble presencia religiosa, fue eliminado por ser «inválido para el trabajo».
Murió el 10 de agosto de 1942.
Historia
Desde el 13 de junio de 1999, cuando en Varsovia
(Polonia) el papa Juan Pablo II proclamó beato a Francisco Drzewiecki, la
familia orionita tiene un nuevo hijo reconocido como modelo e intercesor ante
Dios.
El padre Francisco, que fue beatificado junto a otros
107 mártires polacos religiosos y laicos, murió el 13 de septiembre de 1942
después de tres años de prisión. Tenía sólo 34 años y seis de sacerdote, y
desde temprana edad había manifestado su vocación religiosa.
De hecho, la familia Drzewiecki era originaria de
Zduny, un antiguo pueblo de agricultores donde es muy tradicional la intensidad
religiosa y patriótica, puesta de manifiesto -entre otras cosas- en un claro
orgullo por su majestuosa iglesia gótica.
En este pueblo, el 26 de febrero de 1908 nació
Francisco, hijo de Juan y Rosalía, quien pasó allí los primeros años de su vida
en compañía de sus cuatro hermanos y sus seis hermanas.
La vida de niño de Francisco era la normal de un
ambiente familiar pobre, laborioso, unido y religioso. El pequeño se distinguía
por su inteligencia y capacidad práctica. “Era tranquilo y educado. Estudiaba
con voluntad. A la noche los niños rezábamos las oraciones con las manos
juntas. No era necesario que nuestros padres nos lo recordaran”, recuerda su
hermana Ana.
Aún antes de ir a la escuela, ya había recibido una
buena formación de sus padres. Ayudaba a sus hermanos menores y a la usanza
polaca pastoreaba en el campo. Tal empeño práctico garantizaba una buena
preparación a la vida de sacrificios.
Las circunstancias no permitieron que estudiaran todos
los hermanos. En el año 1923 muere su padre y Francisco debe interrumpir sus
estudios. La madre busca otra escuela y reconoce que su hijo se sentía llamado
al sacerdocio.
En la casa de las misiones
Doña Rosalía contaba abiertamente el problema que
tenía al pensar en el futuro de sus hijos. Habiendo escuchado ésto, alguien le
ofreció una buena solución: cerca de la ciudad de Zdunska Wola existía un
colegio para niños dispuesto a aceptar a toda clase social.
Aquella información parecía una respuesta del cielo, y
en especial de la Virgen, a la que la madre del futuro sacerdote orionino
rezaba con devoción. Con una breve recomendación del obispo de la región en la
que destacaba su religiosidad, diligencia y comportamiento, fue aceptado
inmediatamente el 1º de septiembre de 1924.
Una nueva congregación todavía no conocida en Polonia
-la Pequeña Obra de la Divina Providencia- hacía poco que había iniciado su
actividad para los jóvenes más pobres. El director, P. Aleksander Chwilowiez,
imitaba el ejemplo de Don Orione en favor de la vocación de los pobres y
comenzó transformando una vieja taberna en un colegio de segunda enseñanza
clásica, con internado para favorecer una adecuada formación de los jóvenes.
En este entorno, Francisco maduró la idea de
encomendarse a Dios. Y el 10 de diciembre de 1930, luego de seis años de
colegio, hace su primera profesión religiosa.
Formación y trabajo
La congregación orionina en Polonia estaba en los años
30 en pleno desarrollo: ampliación de la casa de Zdunska Wola, cocina para los
pobres, oficina tipográfica, actividades pastorales, fundación de la parroquia
y Pequeño Cottolengo en Wloclawek, obra caritativa en Izbicakjawska e instituto
para los niños en Kalisz. Pero la prioridad era el aumento de nuevas vocaciones
religiosas.
Ya por entonces Don Orione hablaba con admiración de
la labor de Francisco, quien en 1931 había terminado sus estudios de filosofía
e iniciado los de teología. Entonces, los superiores deciden mandarlo a Italia
para finalizar su formación.
Ya sacerdote, se le confía el cuidado de unos veinte
“carissimi”, clérigos de la institución empeñados en el estudio y el trabajo
para la ampliación del edificio del “Pequeño Cottolengo” en Quatro-Castagna,
Génova.
El padre Francisco se ganó pronto el afecto y estima
de los jóvenes por la nobleza de su trato, su calma y bondad: “Nuestro director
era siempre rápido, vigilante con su presencia y bondad, era gentil, afable y
reservado. Nos sentíamos naturalmente animados con su presencia siempre atenta
y afectuosa”, señaló uno de sus clérigos.
Promovía y disfrutaba del espíritu de la familia y del
Pequeño Cottolengo: “Tengo trabajo de sobra porque este año la familia del
Cottolengo aumentó y hay nuevas necesidades. Somos 150 personas. Estoy muy
contento de encontrarme aquí, donde se hace la voluntad de Dios”, le contó Francisco
a un amigo en Polonia.
En el verano de 1939 retornó a Polonia para ayudar en
la parroquia y en el Pequeño Cottolengo de Wloclawek y lo sorprendió el
estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Testigo fiel
El 14 de septiembre de 1939 los alemanes entraron en
Wloclawek. Toda Polonia fue presa de la invasión nazi y en poco tiempo
desaparecería literalmente del mapa de Europa.
La potencia bélica y la inaudita atrocidad perpetuada
por los alemanes suscitaron pánico y consternación, obligando a la población a
huir a cualquier refugio. Las calles estaban llenas de fugitivos. En Wloclawek,
donde estaban los orioninos, los aviones bombardearon los principales
objetivos. Del clero sólo quedaron cinco o seis sacerdotes que se refugiaron en
los sótanos del seminario, para protegerse de las bombas.
Mucha gente se amontonó en el Cottolengo: ¿cómo
dejarlos sin atención? Las monjas orionitas y el padre Francisco se prodigaron
para ofrecer ayuda, comida y refugio.
“En los primeros días -escribió el joven sacerdote
orionita- veíamos a los soldados polacos que escapaban, sufrían hambre.
Ayudábamos a los heridos. Bajo la Iglesia había cien personas. Cada tanto,
pasaban los aviones bombardeando, sembrando el pánico y ocasionando incendios,
heridos y muertos. He tomado coraje y en bicicleta, trataba de ayudar a los
heridos”.
El padre Francisco no descansaba y confesaba al aire
libre sentado en una piedra: “De día iba al bosque donde confesaba a los
soldados bajo un pino. Una vez empezaron los bombardeos y yo levanté en mis
brazos el cuadro de la Virgen. Ningún soldado resultó muerto, la Virgen nos
había protegido”.
En la madrugada del 8 de noviembre de 1939, todos los
sacerdotes, los seminaristas y el obispo de la diócesis fueron detenidos y
llevados a la cárcel, donde quedaron más de dos meses, luego de lo cual fueron
trasladados a otra prisión en un viaje terrible sobre un camión descubierto con
más de 10º bajo cero.
El viaje concluyó en un convento de los salesianos,
destinado por entonces a ser la cárcel del clero. Monseñor Sarmik quedó
admirado por la serenidad, humildad y benevolencia del religioso orionita:
“Ayudaba, trabajaba y nunca se lamentaba”, comentó.
El 14 de diciembre de 1940 el padre Francisco llega a
Dachau, Alemania, un campo de concentración nazi que fue última etapa de su
calvario. Le fue asignado el número 22.666 y le explicaron que de allí no
saldría más porque la Gestapo (policía secreta de Hitler) había ordenado que
“el clero y los judíos debían desaparecer”.
Dachau era un enorme campo de trabajo para sostener la
economía militar alemana, con turnos agobiantes de 15 horas diarias de tareas y
en condiciones climáticas pésimas. En ese tiempo trabajaban allí 2.500
eclesiásticos.
Por Dios, por la Iglesia, por la Patria
Una carta fechada en Dachau del 13 de septiembre de
1942, y firmada por un oficial de las S.S., da cuenta de la muerte del padre
Francisco Drzewiecki. En ella se decía, también, que habían sido enviados tres
paquetes con sus efectos personales a doña Rosalía, su madre.
Ese año en el campo de concentración de Dachau fue el
tiempo del hambre, el año más duro que el clero hubiera recordado. Cerca de 500
sacerdotes polacos murieron aquel 1942. Uno de los métodos para eliminar a los
reclusos era la llegada de “El Transporte de los Inválidos”.
Una comisión visitaba cada tanto la enfermería del
“lager” y hacía la lista de los “inválidos a transportar”. Les decían que los
llevaban en el tren para una “mejor vida”, pero todos sabían que el viaje
terminaba en el horno crematorio. Cuando los nazis lo vienen a buscar, se
despidió con gran entereza. En ese supremo y dramático momento, el padre
Francisco demostró ser un pastor dispuesto a dar la vida por su rebaño.
Un compañero suyo, también clérigo orionita, Josef
Kubicki, que sobrevivió al campo de concentración de Dachau, recuerda ese
último encuentro:
“El padre Drzewiecki me dijo: – ¡Adiós, José!.
Partimos”.
Yo estaba tan abatido que no podía decir ni una
palabra de aliento. Y el padre Drzewiecki continuó:
– José no te pongas triste. Nosotros, hoy, tú mañana…
Y con gran calma todavía pudo decir:
– Nos vamos, pero ofrecemos como polacos nuestra vida
por Dios, por la Iglesia y por la Patria. Y no regresó nunca más”.
Hoy, el padre Francisco testimonia el sufrimiento y
martirio de millares de seres humanos. Y también la fe de tantos otros que,
hasta el último aliento, se supieron hijos del Dios de la Vida.
Mártires polacos
El padre Francisco Drzewiecki fue beatificado por el
papa Juan Pablo II el 13 de junio de 1999, en una ceremonia realizada en
Varsovia junto a otros 107 religiosos y laicos polacos.
Los nuevos mártires padecieron torturas, experimentos
pseudo-médicos, hambruna y trabajos forzados, y murieron – la mayoría en
diferentes campos de concentración- fusilados, ahorcados, decapitados, en las
cámaras de gas, o como consecuencia de los malos tratos recibidos. De ellos, 3
eran obispos, 52 sacerdotes diocesanos, 26 sacerdotes religiosos, 7 hermanos, 8
religiosas, 3 seminaristas y 9 laicos, entre los que figura una viuda que pidió
tomar el lugar de su nuera embarazada de ocho meses para salvar la vida de la
madre y el niño.
Fechas relativas a la
memoria del beato Drzewiecki.
* La
fecha del campo de exterminio de Dachau se comunica el 13 de septiembre de
1942.
* La
fecha de su traslado desde el campo de concentración de Dachau en el Castillo
de Hartheim, cerca de Linz, donde se sabe que fue asesinado, y muchos otros
presos, es 10 de agosto 1942. Il Martirologio Romano pone come giorno della
morte la data di questo trasporto "ad mortem". Los lugares
Martirologio Romano pone como el día de la muerte la fecha de este transporte
"ad mortem".
* La
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha
establecido el memorial de todo el grupo de mártires polacos al 12 de junio,
por lo tanto, para nuestro beato.
Por lo
tanto, nosotros, celebramos el Santísimo al 12 de junio.
Puesto
que normalmente libre de los recuerdos litúrgicas 13 de septiembre de ese mismo
día se puede elegir el formato de la memoria de los mártires polacos y recordar
nuestra Francesco Drzewiecki.
A pesar de la muerte del beato Francisco
Drzewiecki ha tenido lugar con una gran ocasión al 13 de septiembre de 1942, el
memorial se celebra el 12 de marzo (la fecha está más cerca de la celebración
de su betificazione, que tuvo lugar en Varsovia el 13 de giugno1999)
El 20 de junio de 1999, inmediatamente después
de la beatificación predicó en honor del Beato Francisco Drzewiecki, Santuario
a la Madonna della Guardia el Card José Martins Sariva .
el Beato Mártir de Don Orione fue un poco de
tiempo en Génova Castagna , después de su ordenación sacerdotal.
Oración:
Oh Dios, Padre bueno y providente, te agradecemos por
habernos dado en el Beato Francisco Drzewiecki, un luminoso ejemplo de sacerdote
totalmente entregado a la causa de Cristo y de la Iglesia, mediante la
educación de los jóvenes y la caridad hacia los pequeños, los pobres y el
pueblo. Infunde en nosotros la naturaleza de tu espíritu, para que como Don
Francisco, víctima inocente, podamos testimoniar en medio de las tinieblas del
egoísmo y del mal, que sólo la caridad salvará al mundo, y el último a vencer
eres Tú con una gran e infinita misericordia.
A gloria de tu nombre y para que venga un reino de paz
y justicia, por tu intercesión, concédenos la gracia que te pedimos… Gloria
al Padre…
Memoria del Beato Francesco
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