En el sermón de esta vigilia, Francisco habló de la misericordia, a la que está dedicado también el Año Santo que comenzó el pasado 8 de diciembre y explicó: “Dios no se cansa nunca de manifestarla y nosotros no deberíamos acostumbrarnos nunca a recibirla, buscarla y desearla”.
Invitó a los fieles a convertirse “en instrumentos de su misericordia”, que “se nos muestra como cercanía y ternura, pero en virtud de ello también como compasión y comunicación, como consolación y perdón”.
“Quién más la recibe, más está llamado a ofrecerla, a comunicarla; no se puede tener escondida ni retenida sólo para sí mismo”, agregó.
“La misericordia sale a buscar a la oveja perdida, y cuando la encuentra manifiesta una alegría contagiosa. La misericordia sabe mirar a los ojos de cada persona; cada una es preciosa para ella, porque cada una es única”, añadió.
Improvisando sobre su discurso preparado, Francisco subrayó que “una fe sin misericordia es sólo idea, es ideología y no es fe”.
Francisco también lanzó la idea de que en cada diócesis del mundo se abra un centro de ayuda como recuerdo de este Año Santo de la Misericordia.
“Qué bonito sería que como un recuerdo, como un monumento a este Año de la Misericordia en cada diócesis hubiera una obra, un centro de ayuda que falte: una escuela, un hospital, un centro de ancianos, una casa de recuperación de drogadictos…Hablemos con nuestros obispos de esta posibilidad”, propuso.