SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA
¿ Y SU ORIGEN? :
El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".
¿Quiénes integran el movimiento? Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...
¿Cuál es el fìn del MLO?
Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.¿Cómo lograr esto?
A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.
¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.
¿SABÍAS? El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012. Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.
Algunas de las imágenes que acompañan las diferentes entradas de este Blog pueden provenir de fuentes anónimas de la red y se desconoce su autoría. Si alguna de ellas tiene derechos reservados, o Ud. es el titular y quiere ser reconocido, o desea que sea quitada, contacte conmigo. Muchas gracias
Hoy la Iglesia recuerda, en el día de los trabajadores, a san José, obrero.
Pablo
VI se ha expresado al respecto: "Vosotros, los hijos del trabajo, que
durante siglos habéis sido los esclavos de la labor, buscad a aquel que
declara que la vida es sagrada, que el obrero es libre de las cadenas
que la primacía del materialismo y del egoísmo económico ha soldado no
sólo en torno de los puños de los trabajadores, sino en torno de su
corazón y de su espíritu... Buscad un principio, una razón que haga a
los hombres iguales, solidarios entre sí, y que les devuelva la
fraternidad. Y ello no en el odio contra otros hombres... Ya que todos
viven en una comunidad natural, que traten de formar una sociedad
humana y que sientan la grandeza de ser un pueblo".
El
mundo humano es el mundo del trabajo, hecho por la inteligencia, a
través de las manos que en medio de la naturaleza señalaron el camino
del progreso y la cultura. Dios concedió manos a otras especies, pero
sólo a la mano del hombre le dio el carácter de herramienta. Toda la
técnica sobre la cual se asienta la civilización es prolongación de esa
mano que Dios otorgó al hombre.
Hoy
celebramos al padre nutricio de Jesús, justo y humilde carpintero de
Nazaret, que pasa la vida no sólo en la meditación y la oración, sino
también en las fatigas de su artesanía. José es el símbolo de la
prudencia, del silencio, de la generosidad, de la dignidad y de la
aplicación en el trabajo; también lo es de los derechos y de los
deberes respecto del trabajo.
San
José fue un auténtico obrero en el pleno sentido de la palabra, y el
único hombre que compartió con el Hijo de Dios la tarea de todos los
días.
Recordamos
hoy a todos los trabajadores de nuestra patria y del mundo, pidiendo
al cielo para que sean instrumento de paz, de evangelización, de serena
inteligencia, de valor y de confianza en sí mismos, de esperanzas de
bien y de fervientes voluntad, dignos y sin retaceos en la hermandad de
los hombres. Hoy la Iglesia recuerda, en el día de los trabajadores, a
san José, obrero.
Juan
Pablo II enseña que los hombres descubren pronto la cruz en su
trabajo; precisamente por ello el esfuerzo humano es redentor, pues
Cristo lo ha unido a su pasión: también él fue obrero y predicó su
evangelio del trabajo conociendo íntimamente esta realidad que tiene
por protagonistas a todos los hombres y mujeres del mundo.
Llamando a trabajo al mundo la aurora de la mañana, saluda al son del martillo la casa nazaretana.
Salve, padre de familia, de cuyas manos sudadas el Artífice divino copió labor artesana.
Reinando en la cumbre del cielo junto a tu esposa sin mácula, oye a tus fieles devotos sumergidos en desgracias.
Quita violencias y engaños y hurtos al pobre en ganancias, baste a todos el vivir con una sencilla holganza.
Por ti, José, Dios altísimo dirija nuestras pisadas en paz y santa alegría por las sendas de la Patria. Amén
Como Don
Orione, José Benito Cottolengo fue un sacerdote italiano marcado por las
injusticias de su tiempo, que en el siglo XIX llevó a cabo una heroica labor en
pro del desamparado y el necesitado.
Nacido en
Bra,en el Piamonte, Italia el 3 de mayo de 1786.
Hijo de Agostino Cottolengo y Benedetta Chiarotti. un pueblo al norte de
Italia. Fue el mayor de doce hermanos y estudió en Turín hasta conseguir el
diploma de doctorado en Teología. Fue muy devoto de Santo Tomás.
En
1802 Viste el hábito talar y cursa clandestinamente sus estudios eclesiásticos
en la parroquia de Sant'Andrea en Bra.
En
1806 Recibe las órdenes menores de manos de monseñor Arborio Gatinara, obispo
de Asti.
En 1811
Monseñor Paolo Solaro le ordena sacerdote en la capilla del seminario de Turín.
Ordenado
sacerdote, celebraba Misa a las tres de la mañana para que los campesinos
pudieran asistir antes de ir a trabajar, y uñó una frase que solía repetir a
menudo: "La cosecha será mejor con la bendición de Dios".
El 29 de mayo
de 1818 es nombrado canónigo del Corpus Domini en Turín.
El 2 de
septiembre de 1827 en Turín, tuvo que asistir impotente a la muerte de María <Gonnet,
una mujer que dejaba varios huérfanos, porque le habían negado los auxilios más
urgentes debido a su condición de extrema pobreza.hecho que cambiará el rumbo de su
Misión
Esta
experiencia le dio la idea de fundar una casa para aliviar el dolor de los más
necesitados y de condición más humilde. Para ello vendió todas sus pertenencias
y consiguió cinco piezas que le permitieron comenzar su obra bienhechora, que
se inauguró dando albergue gratuito a una anciana paralítica. 17 de enero de
1828: Inaugura el pequeño hospital de la Volta Rossa
“No importa,
todo lo pagará la Divina Providencia”, era una de sus frases de cabecera cada
vez que se daba asilo una persona sin recursos.
Cuando en
1831 estalló una epidemia de cólera en Turín, las autoridades del gobierno
ordenaron cerrar la Casa del Padre Cottolengo con el argumento de que con
tantos enfermos juntos el lugar se iba a convertir en centro de propagación de
la enfermedad.
"A las
hortalizas, para que crezcan más, las trasplantan. Así nos va a suceder a
nosotros. Nos trasplantamos y así creceremos más", exclamó sin desanimarse
el Padre José Benito, y partió de Turín hacia las afueras de la ciudad, a un
barrio llamado Valdocco, donde fundó "La Pequeña Casa de la Divina
Providencia", en cuya entrada escribió una frase de San Pablo: "La
Caridad de Cristo nos anima".
El
27 de abril de 1832 Inaugura la Piccola Casa della Divina Provvidenza en los
suburbios de Turín, en la zona de Valdocco. en cuya entrada escribió una frase
de San Pablo: “La Caridad de Cristo nos anima”.
Poco a poco
se fueron levantando varios edificios donde se recibían toda clase de enfermos
incurables. Una casa fue construida para personas con retraso mental, a quienes
llamaba "mis queridos amigos". Otra para atender a sordomudos y una
para los inválidos. Los huérfanos, los desamparados, los que eran rechazados en
los demás hospitales, y eran recibidos sin discriminación en la "Pequeña Casa
de la Divina Providencia".
Era admirable
la fe ciega que el Padre Cottolengo tenía en la Divina Providencia, en ese
cuidado paternal que Dios tiene de nosotros. Siempre repetía a sus ayudantes:
"Nos podrán fallar las personas, nos fallarán los gobiernos, pero Dios no
nos fallará jamás, ni siquiera una sola vez".
El 21 de
abril de 1842 se retira a Chieri en casa de su hermano, El Padre José Benito
Cottolengo, agotado de tanto trabajar, murió a los 56 años el 30 de abril del
año 1842, cerca de Turín, Italia. Sus últimas palabras antes de morir fueron
aquellas del salmo 122: "Que alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa
del Señor".
Fue
beatificado el 29 de abril de 1917 por Benedicto XV y fue canonizado por el
Papa Pío XI el 19 de marzo de 1934.junto con su gran amigo y vecino, San Juan Bosco que
fue declarado santo el 1 de abril de 1934.
Su “Pequeña
Casa” se amplió enormemente y con el tiempo se fue conociendo como “la ciudad
del amor y de la caridad”. El Papa Pío IV la llamaba “La Casa del Milagro”.
Don Orione se
inspiró en San José Benito Cottolengo cuando comenzó a abrir hogares donde
cobijar a las personas con discapacidad. Denominó a cada una de ellas “Pequeño
Cottolengo”, en honor al santo precursor.
San José Benito Cottolengo conoció y trabó
amistad con otro hombre de Dios, San Juan Bosco, a través del cual un discípulo
de este último, el joven estudiante Luis Orione, supo de sus obras, grandeza y
fortaleza espiritual. Y tanto fue lo que el espíritu de Cottolengo influenció
en el seminarista, que cuando varios años después él mismo inició su camino de
santidad, bautizó a su naciente congregación con el nombre de Pequeña Obra de
la Divina Providencia, en recuerdo de la fundada por el gran apóstol de Valdocco.
Así también abrió numerosas casas, para asistencia a los más abandonados,
colocándole el nombre de Cottolengo en honor al Santo de la Caridad
En prueba
evidente su grandeza, cada 30 de abril la Iglesia celebra a San José Benito
Cottolengo.
Hace 88 años
-el 28 de abril de 1935- Don Luis Orione colocaba la Piedra Fundamental del
Pequeño Cottolengo de Claypole. En su interior contenía un ladrillo de la
Puerta Santa de la Basílica San Pedro que él hizo traer desde Roma como signo
de su amor a la Iglesia y para hacer memoria del Año Santo que concluía en esa
misma fecha.
Cuando Don
Orione llegó a Claypole, describió como “una bellísima parcela de 21 hectáreas,
mitad arbolada con frutales, plantas aromáticas, palmeras, eucaliptos y
plátanos, y mitad campo: una ubicación muy saludable, provista de buena agua y
cercana a la estación”.
Don Orione
dos meses antes en el Colegio Stella Maris de Mar del Plata, habló sobre “San
José Benito Cottolengo, el santo de los desamparados”. Y cuya presencia
comenzaba a intuirse durante el Congreso Eucarístico Internacional celebrado en
Buenos Aires en octubre de 1934 que –tal como registraron los diarios de la
época– dejó en Don Orione el ardiente deseo de “ver fructificar la enseñanza
dejada por el Congreso y abrirse aún más los brazos de la gran cruz de Palermo
hasta poder erigir una institución que prolongara en Argentina la prédica, la
orientación y la razón de la existencia de José Benito Cottolengo”.
Así fue.
Entre los frutales y las aromáticas de Claypole brotó el Pequeño Cottolengo argentino:
un retoño vigoroso que creció con la savia del Espíritu Santo y que fue regado
por la generosidad de todo el pueblo.
Su
crecimiento fue exponencial, hasta convertirse en la gran institución que es
hoy. Y fiel al mandato de la vida que engendra vida, echó raíces fuertes y
extendió sus ramas para dar nuevos frutos con nuevas semillas. Ya en abril de
1940, el Boletín del Pequeño Cottolengo publicaba que “las casas formarán con
el tiempo el Cinturón de la Caridad”.