Las devociones populares
Don Orione sabe muy bien que la fe cristiana es un
inmenso don, fuente de serenidad, de fraternidad, de fortaleza.
Habiendo elegido como su campo de trabajo a los
pobres, al pueblo, se preocupa por conservar, acrecentar y purificar las devociones
populares; será prudente divulgador de todo lo que puede fortalecer el sentimiento
religioso en el corazón de la gente sencilla, en especial si se re f i e re al
amor a María. Y los distintos Papas, que saben de su amor y fidelidad a la Iglesia,
le encomendarán misiones cada vez más delicadas y difíciles, que él llevará a
cabo con devoción filial, sin ahorrar esfuerzos ni sacrificios.
SAN REMO, LA CASA DE SU PARTIDA AL
CIELO
En 1922 en la ciudad costera de San Remo, hay una
hermosa casaquinta en venta. Don Orione quisiera evitar que cayese en manos no
católicas, pero no cuenta con los medios eco nómicos necesarios para comprarla.
Al pasar descubre que en el f rente hay una ermita con una imagen de la Virgen
y la siguiente inscripción: " Yo soy la guardiana de este lugar". Don
Orione se dirige entonces a la Virgen, y le dice: - Santa Madre del Se ñ o r,
cumple con tu oficio: haz que esta casa no caiga en manos no católicas.
Luego hablará de su proyecto a la Sra. Julia Almerini,
quien p r i m e ro se niega rotundamente, pero al fin pone todo el dinero para
que esa casa se trasforme en el pensionado Santa Clotilde. En esa casa Do n Orione
entregará su alma a Dios el 12 de marzo de 1940. Regreso a Italia 81
“Santa Madre del Se ñ o r, ¡cumple con tu oficio!”
La inauguración del Santuario: Los Peones de la Virgen
seminaristas, palas, picos y carretillas en la
procesión El 29 de agosto de 1931, Mons. Grassi, a la sazón obispo de Tortona,
abrirá solemnemente al culto el santuario de Nuestra Señora de la Guardia, triunfo
de la fe cristiana y de María. Nota insólita y simpática, los jóvenes
seminaristas de Don Orione que habían sido los esforzados "peones de la
Virgen" trabajando duramente en la construcción del santuario, desfilarán
en la procesión portando no imágenes sagradas ni
cirios encendidos, sino carretillas, palas, y otras
herramientas de trabajo.
¡Al fin la Mater Dei -Madre de Dios- tiene su templo:
el voto se ha cumplido!
Don Orione manifiesta certezas de santo:
"¡Tortona, cántale a Dios un canto nuevo: la inauguración de tu santuario
es una aurora! ¡Serán muchos los que alzarán su mirada a ti! ¡Cuántos serán-y
de cuantos caminos- los que encaminarán sus pasos al santuario, deseosos de una
renovada vida de fe, de una vida cristiana y ciudadana honesta, sedientos de amar
a Dios y a los hermanos, de servir a Cristo en los pobres y los huérfanos; en
humildad, caridad y trabajo! ¿Ves, To rt o n a esos pequeños trabajad o res del
santuario?
Parecen simples peones de albañil, y son levitas del
Señor: vestidos de andrajos, manchados de cal, más pobres que el propio
Francisco de Asís... Pero un día verás, verás... Dios los transformará en
apóstoles y enviados de Cristo; heraldos de civilización, se repartirán el
mundo para anunciar el Evangelio..."
Sólo faltaba la estatua, hecha con el cobre de las
ollas viejas... Pero en 1939 estalló la segunda terrible guerra mundial y nuevamente
la realización del soñado santuario votivo queda trunca.