Los cottolengos y hogares materializan el deseo y el
apostolado de Don Luis Orione, que concibió al Pequeño Cottolengo como un
auténtico proyecto de inclusión social, con la profunda convicción que no podía
haber personas desechables, ni vidas sobrantes.
El Pequeño Cottolengo, tal como lo anhelaba el Apóstol
de la Caridad, quiere ser “faro de civilización”, luz testimonial en la
construcción de un mundo más justo e incluyente.
Con 85 años desde la apertura del Cottolengo de
Claypole, la Familia Orionita viene trabajando para que en cada uno de sus
cottolengos y hogares se pueda brindar, siempre en un espíritu de familia, las
mejores posibilidades de promoción y desarrollo para cada uno de sus
residentes.
Para estar a la cabeza de los tiempos
En el mundo, el modelo asistencial es el que más se ha
desarrollado en el trabajo con las personas con discapacidad. Es un modelo de
protección, donde se parte de la base que el otro requiere siempre de mi ayuda
y no necesariamente yo le pregunto cómo, dónde, cuándo ni de qué manera la
quiere.
La Convención de los Derechos de las Personas con
Discapacidad aprobada por las Naciones Unidas en 2006 (suscripta por nuestro
país y luego refrendada por la Ley 23.678 en 2008) plantea cambiar ese enfoque:
que ya no sea de protección ni de asistencia, sino de reconocimiento de los
derechos de las personas con discapacidad. Plantea que en lugar de asistencia
se dé apoyos. Y va más allá: dice que los apoyos deben ser definidos por las
propias personas con discapacidad. Se trata de un cambio de paradigma hacia un
modelo inclusivo.
En este pasaje del modelo asistencial-protectivo al
modelo de inclusión social, la Obra Don Orione viene dando pequeños y grandes
pasos para transformar su trabajo institucional y, con ello, la conformación de
sus equipos profesionales, el enfoque de la tarea cotidiana y todas sus
instalaciones y programas.
Como se ve, es una tarea costosa tanto desde lo
económico como desde la práctica: se requieren grandes recursos para adecuar y
construir instalaciones y comprar equipamiento; pero también es arduo cambiar y
adecuar aquellas formas de hacer y pensar arraigadas tras una larga historia.
Los primeros pasos para este cambio comenzaron a darse
allá por 1994, luego de que el PAMI aprobara el ProADis - Programa de Atención
a Personas con Discapacidad, que estableció por primera vez un sistema de
organización y categorización de los servicios de las obras sociales.
A partir de ese momento, la Obra Don Orione debió
adecuarse a las nuevas normativas. Así se incorporan por primera vez los
equipos profesionales. El hermano Jorge Silanes fue uno de los principales
promotores de ese cambio para que todo esto estuviera “a la cabeza de los tiempo”,
como decía Don Orione.
Impulsado desde el Secretariado Asistencial empezó un
largo proceso de cambio -que sigue en nuestros días- donde el compromiso de los
religiosos, profesionales, personal de servicio y colaboradores resulta fundamental:
categorización de las tareas en cada cottolengo y hogar; elaboración de un
programa de atención integrado; conformación de los equipos profesionales;
reformulación de la tarea educativa para formalizarla y abrirla a la
comunidad... En definitiva, se pone en marcha la ardua migración del
asistencialismo a un modelo orientado a la rehabilitación, la inserción social
y la promoción humana de los residentes.
discapacidad e inclusión
Mucho hicimos, mucho nos queda por hacer
En definitiva, los cambios redundaron en una mejor
calidad de vida de nuestros residentes. Un ejemplo: cada persona pasó a tener
una o varias ocupaciones, aunque no trabaje. Así, a través de las actividades
se los estimula y sufren menor cantidad de problemas de todo tipo. Aquí es
fundamental la mirada y el acompañamiento de los orientadores.
En las Jornadas Asistenciales (Córdoba 2011), los
Equipos de Conducción de cottolengos y hogares (resultado también del proceso
de profesionalización) y los orientadores de todas las casas revisaron
detalladamente las actividades y reformularon los objetivos de las tareas. Así
resulta un modelo de democratización y profesionalización de la toma de
decisiones que se enriquece con los talentos personales al servicio del trabajo
conjunto en la atención de los residentes.
En este proceso de cambio, se ha puesto más el acento
en la inclusión y la integración social. El Cottolengo de Claypole dio un gran
paso con la experiencia de inclusión comunitaria participando en los talleres
del Teatro General San Martín de la Ciudad de Buenos Aires. Hoy, la obra
teatral “La esquina de Don Orione” (ver página 7) recoge los frutos de esa
experiencia. El desafío es que -en la medida de lo posible- los residentes se
integren en actividades y grupos con la comunidad. Socialmente existe un
impacto muy favorable porque mucha gente tiene la idea que los cottolengos son
sitios aislados, oscuros, feos. Entonces, cuando ven a nuestros residentes
participando activamente -como ocurría en el San Martín y en otras experiencias
en todo el país- a la gente le cambia la mirada y ve que las personas que viven
en el Cottolengo son su prójimo, que se puede integrar y participar.
Por todo esto, como Familia Orionita estamos muy
contentos con el camino emprendido. Los próximos pasos nos llevan a consolidar
los Equipos de Conducción y el trabajo profesional de todas las personas
involucradas en la tarea. El desarrollo de la atención de las personas con
discapacidad requiere necesariamente en estos tiempos de un espacio de análisis,
diálogo y discusión para la toma de decisiones.
A largo plazo, la Familia Orionita quizás transitará
hacia una reformulación de los servicios a la luz de todos estos nuevos
paradigmas. Todavía tenemos una población bastante heterogénea, donde la mayoría
padecen discapacidades severas. Por ello, deberemos deberemos conformar hogares
para personas de alta dependencia.
A su vez, esto nos obligará y permitirá trabajar
diferencialmente con aquellos grupos que pueden llegar a desarrollar un mayor
grado de autonomía. Y así pensar, también, que alguna vez las personas con
mayores posibilidades de promoción e inclusión, egrese del Cottolengo, en un
modelo del tipo de “viviendas asistidas”. Es un trabajo a futuro. Va a costar.
Pero, así también, el Pequeño Cottolengo soñado por Don Orione seguirá siendo
un “faro de civilización”.
Principios generales de la Convención sobre los
derechos de las personas con discapacidad
a) El respeto de la dignidad inherente, la autonomía
individual, incluida la libertad de tomar las propias decisiones, y la
independencia de las personas;
b) La no discriminación;
c) La participación e inclusión plenas y efectivas en
la sociedad;
d) El respeto por la diferencia y la aceptación de las
personas con discapacidad como parte de la diversidad y la condición humanas;
e) La igualdad de oportunidades;
f) La accesibilidad;
g) La igualdad entre el hombre y la mujer;
h) El respeto a la evolución de las facultades de los
niños y las niñas con discapacidad y de su derecho a preservar su identidad.
Informe: Beatriz Pérez, Licenciada en Servicio Social
y Magister en Discapacidad (Universidad de Salamanca, España). Secretaria
Técnica del Secretariado Asistencial de la Obra Don Orione.
Fuente: Revista Don Orione