El Jubileo en la Historia de la Iglesia
La forma del Jubileo que la Iglesia experimenta hoy comenzó en 1300, bajo el papado de Bonifacio VIII. Durante algunos años, un sentimiento generalizado de piedad y penitencia, un anhelo de purificación de las consecuencias del pecado, acompañado de la necesidad de indulgencias, había estado impulsando al cristianismo. El Papa aprovechó este sentimiento e inventó una nueva forma de indulgencias tradicionales. El 22 de febrero de 1300, con la bula papal Antiquorum habet fida relatio, proclamó el primer Año Santo Jubilar de la historia: los peregrinos que visitaran las Basílicas de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo con un sincero espíritu de arrepentimiento y conversión obtendrían una indulgencia plenaria. Una multitud de cristianos acudió a Roma desde Oriente y Occidente, personas de todas las edades, culturas y clases sociales, ataviados con el humilde hábito de peregrinos, afrontando las dificultades y los gastos de un viaje a menudo largo y peligroso. El único requisito era un compromiso penitencial serio y auténtico, unido a la conciencia de la inestimable gracia recibida como don.
El Papa quiso dotar al Jubileo de una connotación cristológica, iniciando —y consecuentemente haciendo efectivo— el Año Santo retroactivamente desde la Navidad de 1299: el nacimiento de Jesús sería el punto de referencia del Jubileo.
Bonifacio VIII extendió la indulgencia con delicada sensibilidad pastoral, incluso para los "romei" (peregrinos) que habían fallecido camino a la Ciudad Eterna o que no habían logrado llegar a tiempo (para la Navidad de 1300).
El éxito de aquella primera experiencia jubilar fue tal que no se esperó un segundo Jubileo cien años más: Clemente VI, desde Aviñón, fijó su vencimiento cada cincuenta años, añadiendo la de San Juan de Letrán a las dos basílicas que debían visitarse.
Fue Martín V, al proclamar el Año Santo para 1425, quien introdujo la novedad de abrir la Puerta Santa, entonces en San Juan de Letrán.
Pablo II, mediante una bula papal de 1470, estableció que en el futuro el Jubileo se celebraría cada 25 años. En 1500, Alejandro VI ordenó que las Puertas Santas de las cuatro basílicas (San Juan de Letrán, San Pedro, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor) se abrieran simultáneamente.
Hasta 2025, se celebraron de forma continua 26 Jubileos "ordinarios", sujetos a plazos preestablecidos (con muy pocas excepciones causadas por situaciones políticas complejas), a diferencia de los Jubileos "extraordinarios", que convocaban un evento o tema específico.
Por ejemplo, el Jubileo de 1933, en el que Pío XI quiso conmemorar el aniversario de la Redención; el Jubileo de 1983, convocado por Juan Pablo II, que celebró el 1950 aniversario de la muerte y resurrección de Jesús; y el Jubileo de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco en 2015.