DON ORIONE Y SU
OPCION POR LAS OBRAS DE CARIDAD
En la vida de
Don Orione las obras de caridad no han sido solo una actividad en favor de los
necesitados, sino una experiencia mística y apostólica: la del amor al prójimo
y a Dios, “dos llamas de un solo y sagrado fuego”1.
La figura de San
José Benito Cottolengo influyó muchísimo en el joven Luis Orione. Si bien Don
Orione no conoció a este gran santo, conoció su obra, y en honor a él llamó a
sus casas para gente con discapacidad "Cottolengos".
San José Benito
Cottolengo fue un gran inspirador, junto a San Juan Bosco, de Luis Orione y de
todo el apostolado de la Pequeña Obra de la Divina Providencia. Al sentimiento
de cariño, amor y ternura hacia los más pobres y desdichados, Luis Orione unió
la confianza en la Divina Providencia, fundamento de la Obra del Cottolengo.
Una breve
mención al período histórico en el cual creció Don Orione para poder comprender
mejor el sentido de sus obras. Él vivió sus años juveniles a fines de 1800, en
un período de fuertes tensiones y grandes fermentos. En 1867 aparece “El Capital”,
de Marx, y en 1869 se abre el Concilio Ecuménico Vaticano I durante el cual
nada se dijo sobre la cuestión social. Recién en 1891 el Papa León XIII con la
Encíclica “Rerum Novarum” afronta magistralmente la cuestión social.
Don Orione,
quien contaba con 19 años, seguía con atención las “cosas nuevas” que agitaban
la sociedad. Él, a la fuerte percepción de las necesidades sociales, al
compromiso por la solución de la cuestión social, a las reivindicaciones y a
las luchas de los trabajadores y a las intervenciones puntuales para hacer
frente a las exigencias inmediatas de los pobres unía la grandiosidad de la
visión que orientaba y conectaba su actividad caritativa hacia una perspectiva
de regeneración verdaderamente “católica”2.
Don Orione se
coloca en la fila de los santos “sociales” de este período: él elige el vasto
mundo de los marginados, logrando ser realmente pobre entre los pobres,
buscando el rostro de Cristo en los marginados3.
Por lo tanto,
constatando que “hay una corrupción espantosa en la sociedad, hay una
ignorancia de Dios espantosa; hay un materialismo un odio espantoso”, se
considera convencido que “sólo la Caridad podrá llevar a Dios los corazones y
las poblaciones, y salvarlas”4.
Don Orione y su
opción por las obras de caridad
Sabemos que los
“Pequeños Cottolengos” constituyen un capítulo fundamental para la historia de
la multiforme actividad caritativa de Don Orione, a pesar de ser el epílogo de
lo que inició en 1893 para los niños pobres.
La compasión
hacia los enfermos y los que sufren se inflamó más que nunca, encontrando las
filas de pobres y desdichados hospedados en la Pequeña Casa de la Divina
Providencia como él mismo nos cuenta:
“Recuerdos mis
años juveniles, cuando estudiaba en Turín, en la casa de Don Bosco. Un día nos
llevaron a pasear. Nos concedían un paseo semanal. Íbamos a lo largo de la
avenida, cuando encontramos una larga fila de personas que nunca acababa, y
parecía interminable. Iban formados de a cuatro y se tomaban de a dos las
manos. Iban como en cadena: y algunos desbordaban por aquí, y otros por allá.
Eran lisiados, ciegos, rengos, jóvenes y viejos. Quien los guiaba era uno de
ellos, un poco… mejor, pero que estaba de pie con dificultad y desbandaba mucho
también él…
Cada vez que me
llevaban a pasear, yo quería, en mi corazón, ver a aquellos pobrecitos. La
gente los miraba: los transeúntes se detenían sorprendidos; y luego meneaban la
cabeza y seguían y seguían murmurando: -¡son los del Cottolengo… cosa de
Cottolengo!...Yo los miraba, deseaba encontrarlos, los sentía hermanos, los
amaba. No conocía su patria de origen, ni sabía cómo se llamaban. No tenía
importancia para mí… salían de una gran casa: pero el Cottolengo quiso llamarla
‘Pequeña Casa’, porque la Casa de la Divina Providencia es el universo.
¡Cuántos
infelices! la última vez que fui a la ‘Pequeña Casa’, había trece mil infelices
hospedados: una verdadera ciudad de dolor… o es casa del misterio o es el
milagro continuado de la Divina Providencia; una casa que vive sin bienes
propios, sin renta fija alguna. La casa es el milagro permanente de la divina
providencia. ¡Contra el positivismo y el materialismo está el Cottolengo! Allí
hay muchos y muchas más de lo que yo encontraba en el paseo; la mayoría no
puede salir; están siempre en la cama y viven postrados en camillas, carritos,
cochecitos. “¡Es un milagro” y el mundo
los rechaza como desechos, escombros de la sociedad!
Cuando estaba en
el oratorio de Don Bosco, recuerdo que nos llevaban a pasear, allá alrededor
del Cottolengo de Turín. Y pasando por allá se veían aquellos pobres enfermos y
epilépticos. Y yo me sentía atraído por aquellos pobrecitos, los miraba con
compasión, y sentía gran deseo de ir al encuentro de ellos para aliviar sus
sufrimientos. Experimentaba como una gran alegría en verlos, y aquella era la
diversión más grande de mi paseo…”5 (4.6.1939).
Esta fuerte
experiencia de caridad y la identificación de Don Orione con los sufrientes
permitió que se abrieran así las puertas del Pequeño Cottolengo, como metáfora
viva de la caridad de Dios que abraza toda la historia, toca y transforma los
corazones para que sean más humanos.
[...]Oh Jesús,
en verdad tú has sido el desecho del mundo y en esto nuestros queridos pobres
del Pequeño Cottolengo se asemejan un poco a ti. Oh Jesús, tu primer pueblo te
ha rechazado y no quiso recibirte. Te convertiste en el gran Repudiado. Tú no
has tenido otra cosa que una gruta abierta a la intemperie: Tú eres el Primero
de los pobres del Cottolengo [...] 6
A todo Orionita
se le invita a estar atento para comprender al fundador. La aproximación al
hermano que necesita no brota sólo de una intensa compasión humana, sino de una
experiencia de amor y de fe: “¡Cuántas veces he sentido a Jesucristo cerca mío!
Lo he vislumbrado en los más despreciados y más infelices” 7. A nosotros nos
toca repetir, nada menos, que la experiencia de Don Orione.
Don Orione y su
opción por las obras de caridad
1 “La Iglesia es
caridad”, P. Fernando Fornerod. 2 Proyecto Orionino de Pastoral para las Obras
de Caridad, pág. 24. 3 Cfr. Borzomati Pietro en “Laici con Don Orione”,
Movimiento Laical Orionino, Roma 1998, pág. 74. 4 Lettere I, 182. 5
Secretariado de Espiritualidad, San Juan Bosco y el Beato Luis Orione; un
adolescente en la escuela de un Gigante 1886-1889, I, Pequeña Obra de la Divina
Providencia, Buenos Aires, 1989. Págs. 111-116.
6 DOr 1, citado
en: FERRONATO, E., «L’inno della carità»,1968, pág. 30.
7 Lettere II,
pág. 462. Carta de Don Orione a los religiosos escrita desde Argentina, 24 de
Junio de 1937.
Por Micaela
TERCERO