SABÍAS ?

MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA BARRANQUERAS

SABES LO QUE SIGNIFICA MLO? SIGNIFICA MOVIMIENTO LAICAL ORIONITA

¿ Y SU ORIGEN? :

El MLO tiene su origen en Don Orione el cual durante toda su vida, ha comprometido a los laicos en su espíritu y misión para "sembrar y arar a Cristo en la sociedad".

¿Quiénes integran el movimiento?
Todos aquellos laicos que enraizados en el Evangelio, desean vivir y transmitir el carisma de Don Orione en el mundo...

¿Cuál es el fìn del MLO?

Es favorecer la irradiación espiritual de la Familia orionita, más allá de las fronteras visibles de la Pequeña Obra.
¿Cómo lograr esto?

A través del acompañamiento, animación y formación en el carisma de sus miembros,respetando la historia y las formas de participaciòn de cada uno.

¿Te das cuenta? Si amás a Don Orione, si comulgás con su carisma, si te mueve a querer un mundo mejor, si ves en cada ser humano a Jesús, si ves esa humanidad dolorida y desamparada en tus ambientes, SOS UN LAICO ORIONITA.

¿SABÍAS?
El camino y las estructuras del MLO, se fueron consolidando en las naciones de presencia orionita. Al interno del MLO y con el estímulo de los Superiores Generales , se juzgó maduro y conveniente el reconocimiento canónico del MLO ... así fue solicitado como Asociación Pública de Fieles Laicos, ante la Congregación para la vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCVSA) y fue aprobado el 20 de noviembre de 2012.

Y BARRANQUERAS, SABÉS DONDE QUEDA? en el continente americano, en América del Sur, en ARGENTINA, y es parte de la Provincia del CHACO.

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martes, 2 de abril de 2024

REZAR, SUFRIR, CALLAR, HACER EL BIEN

 



DE UNA CARTA DEL :

6 de enero 1940.

Los últimos deseos y votos para las PHMC, Don Orione los fija en estas cuatro grandes virtudes, eficacísimas para la santidad personal y para obtener gracias y bendiciones sobre su trabajo apostólico: “rezar, sufrir, callar, hacer el bien siempre y a todos”

Son los escalones que llevan hacia el cumplimiento de la celestial vocación, ¡el camino más simple hacia la santidad.!

..les recomiendo no solo ser prudentes, sino prudentísimas. Quiero decir que, cualquier cosa que les refieran, que se haga o se diga de ustedes, no contesten, sino aténganse a la disciplina del silencio, cerradas en el recogimiento del verdadero espíritu religioso.

Cada una cumpla con su deber, con la ayuda divina, y no se interesen de otra cosa que de cumplir bien sus obligaciones.

Estén unidas y concordes en el espíritu de la verdadera paz, concordia y caridad de Nuestro Señor Jesucristo. Nuevamente les repito: cualquier cosa que se hiciese o dijese   de ustedes, no contesten nunca recen y callen, hagan el bien siempre y a todos, no hablen nunca y ni siquiera nombren a las personas que les fuesen contrarias, ni altas ni bajas.

La primera vez que vine a la Argentina –era la primera quincena del mes de noviembre pasado–, viajaba en el “Deseado”, un vapor inglés. Estando en altamar, se escuchó un silbato agudo y nos invitaron a ponernos de pie y recogernos en el silencio, era el aniversario del fin de la guerra.

 No sé decir cuánto bien me hizo ese cuarto de hora de detención en la carrera de la vida y de meditativo silencio. De ahí me nació el pensamiento de escribir una carta sobre el silencio. De ahí saqué la idea de disponer de una hora de absoluto silencio al día, media hora a la mañana y media hora a la tarde. Si Dios me da la gracia, quiero en adelante educar mi espíritu con más dedicación en la escuela del silencio y dar a mi vida, cada día y cada año, la palabra, el alivio y el sostén en Cristo del silencio: “in silentio et in spe erit fortitudo mea”

 En el silencio Dios habla al alma, en el silencio y en la oración maduran los propósitos más eficaces y se forman los grandes santos. Recuerdo algunos años pasados con Don Bosco y los silencios de la mañana y del atardecer. Y ciertas horas de silencio pasadas en San Alberto, hace veinte años y el año pasado. ¡O beata solicitud, o sola beatitud! ¡Cuánta paz, cuanta vida, cuánto Dios en aquella paz, en aquellos silencios de esa bendita soledad! El silencio trabaja. Hay que hacerlo trabajar, por lo tanto, preparándole su trabajo también a la tarde.

 Consagremos las primeras horas de la mañana a Dios, con la oración y el silencio; hablo ahora de la consagración del atardecer.  A esta hora hay que recoger el cuerpo, el espíritu, el corazón.

El atardecer nos abre el corazón a las esperanzas del cielo, nos ayuda naturalmente a recogernos en Dios y nos lleva al atardecer de la vida...