Era necesario, entonces, un nuevo estilo de sacerdote, una nueva espiritualidad. La Providencia dispuso que en este clima "naciera" Don Orione. Entre mil dificultades prácticas y contrastes de todo tipo, Mons. Bandi lo reconocería como "suyo", más aún, "sacerdote como lo quiere la Iglesia y los nuevos tiempos".
Un sacerdote de "fe que hace de la vida un apostolado fervoroso en favor de los miserables y de los oprimidos, como es toda la vida y el Evangelio de Jesucristo... aquella fe divina, práctica y social del Evangelio, que da al pueblo la vida de Dios y también el pan. Si hoy queremos trabajar útilmente para que el siglo vuelva hacia la luz y la civilización, a la renovación de la vida pública y privada, es necesario que la fe resucite en nosotros y nos despierte de este sueño 'que casi, es más que muerte'. ¡Es necesario un gran renacimiento de fe, y que salgan del corazón de la Iglesia nuevos y humildes discípulos de Cristo, almas vibrantes de fe, los changadores de Dios, los sembradores de la fe! Y debe ser una fe aplicada a la vida. ¡Se necesita espíritu de fe, ardor de fe, ímpetu de fe; fe de amor, caridad de fe, sí, fe; sacrificio de fe!". (13)
La "salus animorum", que se identifica con la gloria de Dios, fue para Don Orione la "suprema lex" de toda la vida, y guió el multiplicarse de sus iniciativas y de sus actividades.
12. Cfr. TERZI I. Don Orione e il seminario di Tortona (Messaggi di Don Orione, n. 46) y PELOSO F. Don Orione, "figlio di Tortona" (Messaggi di Don Orione, n. 63).
13. Don Orione. La scelta dei pveri più poveri. Scritti spirituali, a cargo de A. Gemma, Città Nuova, Roma, 1979, p. 220-221.