EL MANDATO DE LA IGLESIA
La voz del Papa y de los Pastores de la Iglesia prolonga y actualiza el
mandato del divino Maestro “Como el Padre me mandó a mí, también yo los envío a
ustedes” y nos recuerda que somos deudores del Evangelio hacia todos:
“prediquen el evangelio a toda creatura” (Mt 16,15).
Dicho esto, se debe constatar que “de los años del Concilio a hoy, el
número de aquellos que no conocen el Evangelio y Jesucristo es redoblado” (RM
3). Basta este dato para hacer surgir el llamado a la missio ad gentes, vuelto
hoy urgente y necesario y tan relanzado por el Papa y por los Pastores de la
Iglesia.
Situaciones y estadísticas son evidentes. Pero no debemos quedarnos en
el dato sociológico. “Los hombres que esperan a Cristo son todavía un número
inmenso: los ámbitos humanos y culturales, que aún no han recibido el anuncio
evangélico o en los cuales la Iglesia está escasamente presente, son tan
vastos, que requieren la unidad de todas las fuerzas. Hemos de fomentar en
nosotros el afán apostólico por transmitir a los demás la luz y el gozo de la
fe, y para este ideal debemos educar a todo el Pueblo de Dios.” (RM 86).
Un entusiasmo misionero tal, vio particularmente comprometidos en primera línea, desde varios siglos, los Institutos de vida consagrada. [4] Se puede decir que, en el pasado, el desarrollo misionero de la Iglesia en nuevas fronteras vino por obra casi exclusiva de parte de los religiosos.
EL MANDATO
DE LA CONGREGACION
Las Congregaciones orionitas fueron enviadas a la misión por el Fundador
y a su vez mandaron a la misión a muchos de sus religiosos y religiosas.
América latina fue la dirección misionera de larga duración más
desarrollada por Don Orione (Brasil, Argentina, Uruguay, Chile), pero él envió
a los Hijos de la Divina Providencia en una irradiación geográfica misionera
que resulta sorprendente pensando en la escasez numérica (y no sólo) de los
religiosos: Palestina (1921), Polonia (1923), Rodas (1925), Estados Unidos
(1934), Albania (1936). Las Pequeñas hermanas misioneras de la caridad,
fundadas 25 años después, fueron enviadas por Don Orione mismo a Argentina,
Brasil, Uruguay, Polonia.
Después del gran desarrollo fundacional y misionero de Don Orione, en
1940 dejó a Don Carlos Sterpi (1940-1946) el compromiso de consolidar la
Congregación. Pero la Providencia quiso que fuera de manera diversa: la segunda
guerra mundial por 6 años (1939-1945) quitó religiosos, dispersó jóvenes en los
escenarios de guerra, hizo difícil la vida de los seminarios e impidió la
comunicación entre Italia y los otros países de presencia orionita. ¡Otra que
consolidación!
Luego Don Sterpi se enfermó y dio paso a Don Carlos Pensa (1946-1962).
La forma organizativa e institucional de la congregación toma consistencia y
estabilidad con el gobierno de Don Pensa. Don Pensa, se puede decir, es el
general de la primera verdadera consolidación. Pero no viene a menos ni
siquiera con él, el impulso misionero: de hecho, Don Pensa aceptó de Pio XII la
comprometida misión del Goiás (1952), envió a América Latina varias
expediciones misioneras en los años 50 y abrió las primeras comunidades en
Chile, España, Francia y Australia.
Sustancialmente prevaleció la visión de la consolidación y del
desarrollo interno también durante los dos sexenios de Don José Zambarbieri
(1963-1975), el único País nuevo alcanzado es la Costa de Marfil (1970).
En los últimos decenios, respondiendo a los llamados del Papa en favor
de la Missio ad gentes, hubo un gran compromiso misionero de la Congregación
con muchas nuevas aperturas en Países.
Es con Don Ignacio Terzi (1975-1987) que se puede hablar de un verdadero
y consistente re emprendimiento del desafío misionero ad gentes de la
Congregación expresada con apertura a nuevos pueblos: Paraguay (1976), Jordania
(1985), Venezuela (1986). Fue continuado por Don José Masiero (1987-1991): Cabo
Verde (1988), Filipinas (1991), Rumania (1991) y con Don Roberto Simionato
(1992-2004): Albania (1992), Bielorrusia (1993), México (1993), Kenia (1996),
Burkina Faso (1999), India (2001), Mozambique (2003).
El último sexenio 2004-2010 puede ser considerado de consolidación de
las diversas misiones, nuevas e aisladas y, esto, en un contexto de
Congregación en notable caída numérica.
La constatación histórica de conjunto es que consolidación y desarrollo
misionero han caminado siempre con pasos parejos en la Congregación, desde los
tiempos de Don Orione.
También el desarrollo misionero de las Pequeñas Hermanas Misioneras de
la Caridad, iniciado por Don Orione con aperturas a buen ritmo y también bien consolidadas, perduró hasta
1949, algunos años después de la muerte de Don Orione, con el desarrollo en
seis naciones: Italia, Polonia, Argentina, Brasil, Uruguay y Chile.
Luego pasaron 30 años sin desarrollo misionero en nuevas naciones.
Reiniciaron solo en 1978 con las aperturas en Africa, en Cabo Verde, Kenia y
Madagascar.