Don Orione tuvo una conexión personal y profunda con el Rosario, ya que su madre se unió a un grupo de mujeres para rezar el Rosario y ofrendar una corona de rosas en el mes de mayo antes de su nacimiento. Además, como sacerdote, el Rosario es una práctica central de devoción y una forma de honrar a la Santísima Virgen María, algo que él entendió como parte esencial de la vida cristiana, buscando la fe, la esperanza y la caridad. El Rosario es una herramienta para la comprensión de los misterios del Evangelio y un medio para cultivar la fe, la esperanza y la caridad, valores que Don Orione promovió activamente en su vida y obra, según su lema "Solo la caridad salvará al mundo".
La devoción a la Virgen María, y por ende al Rosario, fue una parte fundamental en su formación y en su vocación sacerdotal.
El legado de Don Orione, como la Pequeña Obra de la Divina Providencia, se expandió a través de su caridad y servicio a los más necesitados, demostrando la importancia de la fe y la oración en la transformación del mundo.
El Rosario sigue siendo una herramienta espiritual para los fieles, uniendo a las personas en la oración para fortalecer su fe y su compromiso con el prójimo, así como para honrar a la Santísima Virgen, algo que Don Orione vivió y promovió en su servicio.
A Don Orione no le bastaba llevar a la Virgen al pueblo, y por lo tanto utilizaba instrumentos y medios pastorales idóneos; deseaba y requería que la devoción mariana de sus hijos e hijas fuese popular. Así se expresaba: «La Congregación tiene una característica, de la cual les he hablado otras veces; la de rebajarse, servir, dirigirse al pueblo (...) pero también va al pueblo en esto: cuidando, fortificando la piedad, la religión en los más simples del pueblo, de aquellos que no pueden comprender otras formas de piedad, de aquellos que saben apenas leer». Con esto no quería decir que debían asumir una piedad pobre, sino ayudar a los pobres a asumir una verdadera devoción mariana. Además, un signo bien concreto de la devoción mariana de nuestro Padre Fundador, son los numerosos santuarios marianos deseados por él y hechos edificar, y también reestructurar.
Don Orione transmitió otra interpretación
característica de la piedad mariana; el binomio piedad mariana y caridad. «La
piedad y la caridad son como dos buenas hermanas, a las que les agrada vivir
juntas y abrazadas. Donde surge una obra de culto, un Santuario para la Virgen,
allá debe surgir también una obra de caridad. El Santuario de la Virgen de la
Guardia (en Tortona) será una obra de fe, de culto, pero muchos no saben
comprender la obra de culto y entonces será preciso unir la obra de caridad. La
caridad mueve y lleva a la fe y a la esperanza».