En la vida del pueblo y entre los jóvenes
Por Fernando Fornerod para Revista Don Orione Nº 51
En
1935 Don Orione recibió un pedido urgente del Nuncio Apostólico:
quedaba vacante una escuela con capilla del barrio Refinería de Rosario y
dejaría a cientos de niños sin educación. Pero la respuesta de Don
Orione y su compromiso de amor por los hijos del pueblo le hizo dar un
“sí” que llega hasta nuestros días.
El
paisaje en torno a lo que antiguamente era “La Refinería” hoy ha
cambiado completamente. La ciudad de Rosario ha crecido y, con ella, una
nueva silueta urbana se recorta asomándose a las barrancas. El
territorio donde hoy se extienden grandes espacios verdes que contemplan
el Paraná estaba ocupado por obreros en busca de trabajo, en medio de
situaciones que no ocultaban, las más de las veces, lo innoble de
nuestra condición humana.
Eran las cercanías de “La Refinería
Argentina” de azúcar, que desde 1889 convocó a su alrededor una
muchedumbre de obreros en busca de nuevas oportunidades. Seis años
después ya se contabilizaban 29 viviendas colectivas (conventillos) con
un total de 440 habitaciones, en las que convivían 1716 personas, que
continuarían incrementándose a la par de la industria.
La
creciente riqueza de las exportaciones era para otros y, a pesar de
tanto trabajo, no hubo mejorías para los obreros de esa zona.
Los
testimonios de la época sobre las condiciones de trabajo son
elocuentes: “La Refinería rosarina no sólo empleaba a mujeres y niños
que trabajaban las mismas agotadoras doce horas que el resto, sino que
pagaba en general salarios que estaban en el mismo margen de exigüidad
del que percibía el resto de la clase proletaria”.
La escuela del barrio Refinería
Cuando el primer obispo de Santa
Fe –monseñor Juan Agustín Boneo– hizo su visita pastoral a Rosario,
advirtió que el barrio Refinería estaba sin estructuras escolares
suficientes. Por eso, sin detenerse a pensar mucho, inició la fundación
de un colegio privado y gratuito que fuese accesible para todos.
Finalmente, en 1906 se concretó la construcción de la Escuela “San José” contando con la atención los hermanos lasallanos.
Pero
la crisis económica mundial de 1930 tuvo efectos devastadores, sobre
todo para los más pobres, y los primeros en manifestarlo fueron sus más
débiles sujetos: los niños.
Ese año la Refinería decidió trasladar
su planta a Tucumán, dejando a cientos de familias a la intemperie. El
Estado, por su parte, dejó de cumplir sus compromisos con la enseñanza y
la Escuela “San José” dejó de recibir los aportes vitales para su
funcionamiento.
En 1935 la situación era insostenible para los
hermanos de La Salle y decidieron dejar la Escuela. Mons. Antonio
Caggiano, obispo de la flamante Diócesis de Rosario, recibió la noticia
con preocupación y recurrió con urgencia al Nuncio Apostólico Felipe
Cortesi para convocar a Don Orione a realizar tareas apostólicas en esas
tierras.
En efecto, una añeja amistad unía al secretario de la
delegación pontificia, Mons. Maurilio Silvani con el Fundador de los
Hijos de la Divina Providencia. Fue por él que Don Orione había
constituido la primera comunidad en Victoria (Prov. de Buenos Aires).
Llega Don Orione
A
fines de ese año, Don Orione aceptó la nueva misión encomendada. En una
carta del 5 de enero de 1936 confió a Don Sterpi –su delegado en Roma–
la decisión: “Mire que he debido aceptar una casa en la ciudad de
Rosario: no pude decir que no, ni al Nuncio ni al Obispo de Rosario; son
escuelas primarias para niños pobres y una iglesia pública que pronto
será parroquia”.
A pesar de su poco personal religioso, Don Orione
siente que debe ayudar. Es importante destacar que uno de los objetivos
fijados por el Fundador para su Pequeña Obra era la educación de los
niños y jóvenes más carenciados.
Finalmente, el 27 de diciembre de
1935 pusieron toda la incipiente actividad en el barrio Refinería bajo
la protección de San Juan Evangelista. Además, impusieron el nombre de
ese santo a la capilla que pasó a ser la nueva sede parroquial. “Y el
obispo –cuenta Don Orione en otra carta– también dio al Colegio el
nombre del venerado y emprendedor Mons. Juan Agustín Boneo”.
Espíritu de pueblo y mirada de fe
Don Luis Orione fue un
sacerdote que incansablemente amó a todos, especialmente a quienes se
encontraban marginados y explotados por cualquier ideología. En efecto,
él luchó a fin de que ninguna doctrina desplazara al hombre de su
centralidad, ni menoscabara su dignidad de hijo de Dios. Su compromiso
por el bien de los trabajadores despertó en él desde muy joven. Ya
cuando era seminarista y trabajaba en el barrio de San Bernardino en
Tortona, él afirmaba: “el único cura que toleraban era yo, porque decían
que era socialista”.
No siempre esta visión fue común en los
ambientes eclesiales. Pero los tiempos fueron cambiando y, con ello,
debía cambiar la mentalidad de vivir la Iglesia. Consciente de estas
transformaciones, Don Orione se acerca a las masas de los trabajadores,
para que en Cristo ellas se conviertan en pueblo: el Pueblo de Dios.
Esta
mirada preferencial por el mundo obrero despierta en Don Orione una
sensibilidad especial por las barriadas. Esas que nacen silenciosamente
en torno a las grandes ciudades. Gente humilde y silenciosa. A quienes,
en el hecho mismo de marginarlos, se les ha quitado toda posibilidad de
promoción y dignidad humana. Pero no: ellas son, en realidad, un fuerte
grito por la justicia social y por la puesta en acto del destino
universal de los bienes de la tierra y del trabajo. Fundamentalmente del
pan y del trabajo: dones destinados a todos los hombres; sin
exclusiones.
La mirada de Luis Orione, sin embargo, no es estrecha. Es profunda e integral, porque mira las barriadas con los ojos de la fe.
Con
esos ojos de fe, con esa alma esperanzada, y con esos brazos dispuestos
al amor servicial sin límites, Don Orione extendió la Pequeña Obra en
Rosario, para que también allí se edificara a Jesucristo en la vida del
pueblo y entre los jóvenes.
* Los textos fueron tomados
del libro “Edifiquen a Jesucristo en la vida de los jóvenes”, de
reciente publicación, y son parte de la investigación histórica llevada a
cabo por el padre Fernando Fornerod, acerca de la presencia orionita en
la ciudad de Rosario.
FRONTISPICIO
PARROQUIA SAN JUAN EVANGELISTA, EN LA QUE SE OBSERVA EL AGUILA Y LA
TESIS DE LA TEOLOGÍA DE SAN JUAN : "DIOS ES AMOR"
EFEMÉRIDES ORIONITA
(Preparada por el hno Jorge Silanes)
30 DE MARZO DE 1936
Don Orione escribe, una carta al P. Sterpi desde la ciudad de Rosario:
“Desde Rosario de Santa Fe,
30 de marzo de 1936
Querido P Sterpi.
Deo Gratias! ¡Y la paz esté siempre con nosotros!
Estoy
desde hace dos días en Rosario de Santa Fe, y quiero rápidamente mandar
un saludo y la santa bendición, a Usted y a nuestra querida
Congregación, desde esta ciudad surgida alrededor de una venerada y
pequeña estatua de la Virgen del Rosario, a cuyos pies ayer, conducido
por su Excelencia Monseñor Antonio Caggiano, Obispo de aquí, he ofrecido
mi corazón y este colegio, que toma el nombre de San Atanasio de la
Argentina y la nueva parroquia San Juan Evangelista, que nos ha sido
confiada.
Aquí tenemos todos los grados primarios hasta el 6°
incluido todos (los alumnos) son externos, y la enseñanza es gratuita,
ninguno paga un centavo; aún si hace poco tiempo que iniciaron las
clases en el día de San José, ya hay 470 (alumnos),-y también podrán
llegar a 700 y quizás a 1000 el próximo año, si tuviéramos espacio.
Anexo
al Colegio esta la Capilla semi-pública, que ya funciona como
parroquia,-más adelante tendremos una bonita iglesia, hay mucho terreno.
Nosotros recemos y la Divina Providencia nos ayudará...”
(Scritti, 19,39)