Don Orione dedica extensas páginas a destacar la importancia de la familia, de la vida, de los jóvenes y también del amor esponsal. Nosotros debemos preguntarnos ¿Estamos preparados para responder a los múltiples desafíos que nos plantea el mundo y que nos llaman a reflexionar a los hombres sobre la realidad del amor conyugal y de la familia a la luz de las enseñanzas de Don Orione? ¿Estamos dispuestos a ofrecer ayuda y acompañamiento a todos quienes esperan encontrar en el servicio a los más pobres y necesitados del mundo la belleza del dar y del amor fraterno y conyugal? Nuestro Padre fundador da muestras claras de su compromiso con las familias, la vida, los jóvenes, los necesitados, los que sufren y en especial con los más pobres al dedicar su vida a la práctica de la Caridad, valor cristiano que le distingue por sobre otros muchos cristianos ejemplares.
Los valores cristianos enseñados a lo largo de la historia no cambian, sino que se desarrollan, se perfeccionan y se profundizan cada día a la luz de las enseñanzas y de los desafíos que impone el mundo al cristiano de hoy.
Los valores cristianos obedecen en su origen a la acción de Dios en el hombre por la gracia y la revelación cristiana y su fin son una constante comunicación con Dios nuestro creador. Don Orione hace presente su compromiso con la familia a través de un intercambio frecuente de correspondencia con quienes se desenvuelven a su alrededor. Con simple profundidad responde a los problemas de la vida diaria que le plantean quienes mantienen un contacto epistolar con él. Manifiesta sus agradecimientos, recuerdos y aspiraciones para ellos, los invita a participar activamente de las obras y también se permite hasta “pedirle sus hijos e hijas” para Jesús y la Santísima Virgen. No deja de sorprendernos hoy la calidad humana de nuestro padre fundador y acrecienta en nosotros el deseo de pertenencia y compromiso con la familia orionita.
“Al distinguido Sr. Cdor. José Gámbaro, Calle Solferino 13 – Génova”
Conte Grande, Desde Barcelona, 25 de septiembre de 1934 (10 horas)
Querido Señor Pippo:
¡La gracia del Señor y su Paz, estén siempre con nosotros!
Temía no poderle enviar directamente un saludo desde aquí, porque tenía que celebrar la Santa Misa a las 8.30 horas. Y luego fue a las 9 horas. Y entonces, envié una tarjeta al Pequeño Cottolengo rogando que le digan a Usted y a su muy querida familia, la expresión de mi sentida gratitud y las primeras noticias. Ahora, en cambio, veo que tengo un poco de tiempo y enseguida me valgo de él para asegurarle, mi querido bienhechor y amigo, que nunca lo olvidaré, y nunca olvidaré a sus hijos.
Esta mañana he celebrado todavía sus intenciones, las que me dio el 5 del corriente mes y piense que cosas he sentido en mi espíritu ofreciendo el Santo Sacrificio por los Gámbaro, sobre el mar.
¡No dudo del buen éxito de todos sus hijos! Le ruego que me disculpe con FEDE, que el domingo estuvo en Tortona; yo lo vi, sí, pero estaba allí en medio de una multitud de gente y rodeado por dos obispos, que habían venido expresamente desde Calabria. Pero le escribiré a FEDE y, si me lo permite, también a los otros, a quienes mientras tanto, ya saludo cordialmente. Mi bendición a Usted, a su óptima Señora, a sus hijos y a su hermana. Y ¡Adelante! Llenos de fe y de confianza en el Señor y en la Santa Virgen. Obligado y devoto servidor en Cristo. Sac. Luis Orione de la Divina Providencia.
P.D. Hasta aquí todo va bien, nada de mal de mar, ni a mí ni a los míos. ¡Deo Gratias! Se puede hacer el bien también a bordo. (Escritos 41, 59)