Como vivía Don Orione, la Santa Misa, durante la cual él vivía y gustaba el misterio que celebraba. Muchos quedaban fascinados de la fe y piedad que transparentaban de toda su persona durante el sacrificio eucarístico.
"Iba al altar después de una devota preparación y conservaba en la celebración una actitud muy recogida, tanto que despertaba la admiración de los presentes. Me consta que varias personas, sabiendo del lugar y de la hora de la celebración de la Misa de Don Orione, iban a propósito para escuchar la Misa celebrada por él. También la acción de gracias de la Misa, prolongada según el tiempo de que disponía, era expresión de su fe y de su amor a Jesús Eucaristía". (31) El mismo Visitador Apostólico, el Abad E. Caronti atestigua: "Yo quedé edificadísimo cada vez que vi a Don Orione celebrar: he escuchado también a alguno confiarme que al asistir a la Misa de Don Orione se sentía sacudido". (32)
"Era preciso en las ceremonias: compenetrado del gran acto que cumplía; su rostro parecía casi transfigurado. La Santa Misa era para él una fuente de energía y de consuelo, y tal la consideraba también para los otros. A un sacerdote que le confiaba sentirse solo y desconsolado, él decía: '¿No tienes la Misa?' ". (33)
Para Don Orione la eucaristía era verdaderamente
"la cumbre y la fuente" de toda la vida espiritual. El contacto con
esta surgente se expresaba también como devoción eucarística.
¡Necesitamos a Jesús! Y Todos los días. Y no fuera, sino dentro de nosotros, espiritual y sacramentalmente. El será nuestra vida, consuelo, y felicidad. Todo se basa en la Eucaristía: y no hay otro fundamento ni otra vida, ni para nosotros ni para nuestros queridos pobres. Sólo ante el altar del Dios de la humildad y el amor, aprenderemos a hacernos como niños [Mt 18,3] y pequeños para con nuestros hermanos y a amarlos como quiere el Señor.
Sin jamás forzar a nadie, pero con la fuerza persuasiva del amor de Dios en el corazón y en los labios, con expresiones sentidas que tocan y convencen y transportan; y el Señor se encargará de transformarnos y transfigurarnos en El, a nosotros y a nuestros queridos pobres. El será vida, consuelo y felicidad nuestra, y de aquéllos que su mano conduce hasta nosotros.
Sólo así llegaremos a ser un solo corazón con Jesús y con nuestros hermanos, los pobres de Jesús. No basta pensar en darles el pan material; antes del pan material tenemos que pensar en darles el pan de vida eterna, la Eucaristía.1
32. Ex processu, p. 186. Son muchos los testimonios en este sentido. Don A. De Paoli: "En Brasil, ayudándole en la Misa, yo quedaba muchas veces conmovido por su gravedad y devoción. Sé que muchos hacían esfuerzos para asistir a su Misa... Un sacerdote, que no estaba en regla con Dios, me dijo: 'Al ver celebrar a Don Orione se convierte el alma más endurecida'. Y él, de hecho, se convirtió" (p. 317). El Canónigo Paleari de la Pequeña Casa de Turín al Director del Seminario episcopal: "¿Quiere asistir a la Misa de un santo?... Está Don Orione que va a celebrar, ¡y asistirá a la Misa de un santo!" (p. 6-7). Fray Ave María: "Don Orione celebraba con devoción la Santa Misa, tanto que yo prefería escuchar la Santa Misa celebrada por él, porque me ayudaba al recogimiento" (p. 9).
33. Testimonio de Don E. Sciaccaluga, Ex processu, p. 233. Otros testimonios sobre "la Misa de Don Orione" de Mons. F. Cribellati p. 37; Sor María Rosaria p. 94-95; Don D. Sparpaglione p. 144; Don V. Gatti p. 226.
1. 4 enero 1926, fragmento de una carta dirigida a sus sacerdotes.
"Era preciso en las ceremonias: compenetrado del gran acto que cumplía; su rostro parecía casi transfigurado. La Santa Misa era para él una fuente de energía y de consuelo, y tal la consideraba también para los otros. A un sacerdote que le confiaba sentirse solo y desconsolado, él decía: '¿No tienes la Misa?' ". (33)
"Ya en el vestir los ornamentos me parecía todo
compenetrado del gran acto que estaba por cumplir. No había peligro que
pronunciase palabra o mirase alrededor. Llegaba al altar con los ojos bajos,
con una gravedad y modestia que eran ya de por sí manifestación viva de una fe
verdaderamente grande. Durante todos los momentos del santo Sacrificio aparecía
profundamente recogido. No había en él ninguna prisa al pronunciar las
palabras... No había en él ninguna afectación, sino la máxima naturalidad en
los gestos... No era extenso en la celebración: me parece que no empleaba más
de 25 minutos... También cuando debía partir tempranísimo, se levantaba quizás
en el corazón de la noche, pero no le quitaba a la Santa Misa ni siquiera un
segundo", Ex processu, p. 716-717. ( 31)
Don A. De Paoli: "En Brasil, ayudándole en la
Misa, yo quedaba muchas veces conmovido por su gravedad y devoción. Sé que
muchos hacían esfuerzos para asistir a su Misa... Un sacerdote, que no estaba
en regla con Dios, me dijo: 'Al ver celebrar a Don Orione se convierte el alma
más endurecida'. Y él, de hecho, se convirtió" (p. 317). El Canónigo
Paleari de la Pequeña Casa de Turín al Director del Seminario episcopal:
"¿Quiere asistir a la Misa de un santo?... Está Don Orione que va a
celebrar, ¡y asistirá a la Misa de un santo!" (p. 6-7). Fray Ave María:
"Don Orione celebraba con devoción la Santa Misa, tanto que yo prefería
escuchar la Santa Misa celebrada por él, porque me ayudaba al
recogimiento" (p. 9) (32)
22. Cfr.
Lettere I, p. 168.
23. Ex
processu, p. 993. 29. Ex processu, p. 318-319.
30. Lettere
II, p. 519-523.
31. Testimonio
de Don A. Perduca, Ex processu, p. 66-67. Don G. Zambarbieri:
32. Ex
processu, p. 186. Son muchos los testimonios en este sentido..