Amigos, miremos hacia lo alto, y después trabajaremos más, trabajaremos siempre mejor y siempre más, pro aris et focis; por la Iglesia y por la Patria.
¡Si alguna vez hubiéramos estado somnolientos,
despertémonos y Cristo nos llenará de luz!
Revistámonos de la de la armadura completa de
Dios, para que podamos resistir con coraje al mal y hacer el bien:
fortifiquémonos en el Señor y en su fuerza omnipotente.
¡Y adelante en el santo cansancio! Gracias a
Dios, creemos que estamos a los pies de la iglesia, continuemos por el buen
camino con ilusión: ¡trabajo, trabajo!
Acción, oh amigos, acción católica, sí y como
la quiere el Papa, como la quieren los Obispos: amor a Dios y celo por la
Iglesia, oración, hacer el bien con prontitud, para nuestra santificación y
para la salvación del hermano. ¿Son nuevos los tiempos? Fuera los temores, no
dudemos: tratemos de conquistarlos con ardiente e intenso espíritu de apostolado,
de sana e inteligente modernidad.
Adoptemos nuevas formas, nuevos métodos de
acción religiosa y social, bajo la guía de los obispos, con Fe firme, pero con
criterios y espíritu anchos.
Nada de espíritus tristes, nada de espíritus
cerrados: siempre con corazón abierto, con
espíritu de humildad, de bondad, de alegría.
Recemos, estudiemos y caminemos. No nos fosilicemos.
Los pueblos caminan: mirando a Dios y a la
Iglesia caminemos también nosotros, no nos hagamos remolcar. Todas las buenas
iniciativas se hagan con criterios modernos, basta con sembrar, basta con poder
arar a Jesucristo en la sociedad, y fecundarla en Cristo. En las manos y a los
pies de la Iglesia, queremos, debemos ser levadura, una fuerza pacífica de
renovación cristiana: confiando en Dios, queremos restaurar todas las cosas en
Cristo. ¡Trabajo! ¡Trabajo! He aquí la enseñanza de la historia, el ejemplo de
los santos, la orden del Vicario de Cristo, la ley nos fue dada por Dios.
Fuertes en la Fe y con un solo espíritu, en la incorrupta doctrina de la
Iglesia, florezca incesantemente en nosotros la verdad en la dulce y activa
caridad.
Pongamos todas nuestras actividades al servicio
de la Religión y de la Patria: busquemos solo y siempre el honor de Dios, el
bien de la Iglesia y la salvación del prójimo. Con humildad y fervor llevemos
por todas partes la huella viva y luminosa de nuestra Fe y de la doctrina de
Cristo: ¡trabajemos! ¡Trabajemos! ¡Adelante con Dios y con María Santísima! Y
cada día como el primer día: ¡adelante, siempre adelante en las empresas
benéficas!
Con vigor siempre nuevo, con Fe siempre más
viva, ardiente, mayor, trabajemos sin
descanso, oh hermanos, para dilatar el Reino y
la caridad de Jesucristo y para la salvación de las almas. ¡ANIMAS y
ANIMAS! (Nel nome Della Divina Providenza, 92-93)